Actualmente, son pocas
las películas que hablan sobre la tragedia del 9/11. En lugar de esto, existen
muchas películas que se sirven del 9/11 para hablar sobre cualquier otro drama.
Tan fuerte, tan cerca (2011) es una de
ellas. Oskar Schell (Thomas Horn) es un niño precoz –índigo, excéntrico,
científico –que ha perdido a su padre en el fatídico atentado al World Trade
Center. Tiempo después, Oskar hallará un vestigio que lo ha obsesionado. Una
posible pista olvidada por su progenitor que para Oskar significará la incesante
búsqueda que lo llevará al último recado de su padre extraviado, pero no
extinto en la mente del solitario niño. Stephen Daldry define una película
donde lo emotivo y cursi fluye por todos los espacios. Un drama saturado de
guiños y personajes que buscan respuestas, que sosiegan sus penas y curan sus
males.
El director Stephen
Daldry encuentra su primer tropiezo luego de realizar tres películas que, de
igualmente forma, se evocan al drama aunque en óptimas condiciones. Billy Elliot (2000) es posiblemente su
mejor película. Un filme que sugería las penalidades de un joven que transgredía
contra el espíritu machista embarrado en la Irlanda a inicio de los ochenta, orgullosa
y ofuscada frente al ámbito laboral-político. A este le siguió Los horas (2002) que separaba los dramas
coyunturales de tres mujeres de distintas épocas. El lector (2008) era la historia de dos amantes que truncaron su
amor y que años después se reencuentran en bandos distintos. Las historias de
Daldry sugieren el drama a partir de su misma historia y de su propio contexto,
muy a diferencia de Tan fuerte, tan cerca
que es la construcción del drama ofuscado por la multitud de personajes que
gimen una tragedia que no será igual de bizarra como la de Oskar, pero sin
embargo son sus tragedias. Daldry ajusta y amontona tanta personalidad en el
personaje del menor que hostiga cada que está quieto o en movimiento,
presumiendo su parlamento controlador o agitando un pandero a modo de coraza,
lleno de muletillas faciales y gestos histéricos.
Si bien existe un gran
desenvolvimiento en la actuación de Thomas Horn, es la redundancia de sus comportamientos
de niño agitado las que terminan por derribarlo. Max Von Sydow, interpretando a
un solitario y enmudecido habitante de un edificio, está nominado como Mejor
Actor de Reparto. Por qué, me imagino que algo tiene que ver con El artista (2011) –también candidato al
mayor premio –que al igual que el personaje de Von Sydow todos sus
protagonistas también son “mudos” – curioso que en la película de Daldry al igual que en Hugo, también el personaje pequeño tenga
una llave de amuleto –. Pero lo más seguro es porque al Oscar no le gusta que
un nominado a Mejor Película aspire a una sola estatuilla; es decir, la otra
nominación es gratuita. Tan fuerte, tan
cerca es tan pretenciosa como Oskar y como el Oscar. Sí se les ve es por
pura costumbre, tanto al drama como al espectáculo.
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