Artículo publicado por Cinespacio
Denzel Washington es
uno de los actores que luce bien cuando de prototipos para thrillers policiales
se trata, especialmente si su personaje es el “rudo de la película”. Día de entrenamiento (2001) es lo mejor
que hasta ahora se ha visto en el actor, al encarnar a un policía corrupto con
un rango idiomático que fluye con naturalidad y una vitalidad callejera que
intimida. Washington, además, tiene madera para el drama, tal como ocurre en
películas como Gloria (1989) o Philadelphia (1993), roles que ya no
practica al volcarse por completo a los papeles de tipo duro o héroe urbano. Protegiendo al enemigo (2012) es una de
las tantas películas que el actor interpreta bajo la misma personalidad de hombre
con nervios de acero, de acento amenazante y risa subversiva. Washington parece
estar encasillado en su performance e incluso recitando mismos diálogos, líneas
que parecen ser fabricadas para nadie más que él. Washington sigue el mismo
camino de actores atascados dentro de un género, tal como ocurre con Nicolas
Cage o Liam Neeson, actores que interpretan lo que el mercado les dicte.
A propósito de esto,
el director Daniel Espinosa hace un ejercicio efectivo, aunque familiar, en su
película Protegiendo al enemigo.
Filme que desarrolla el encuentro de personajes aparentes, de villanos
queriendo ser héroes y héroes que terminan siendo villanos. La película está
compuesta de una historia truculenta que toca temas como la corrupción y el
descubrimiento de archivos secretos que implican a la CIA, quien a su vez
desata una postura controversial. La trama se sortea entre escenas de acción y
detalles que van aclarando sospechas, y que a su paso van humanizando a sus
protagonistas. Una escena a citar es sobre el asalto y escape a una fortaleza,
la cual desata una persecución de autos muy bien hecha, algo que solo se logra
con una buena edición y mucho presupuesto. El resto de la película cumple con
entretener, tal como la misma interpretación de Denzel Washington.
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