Más allá de un documental de superación, aprecio a Crip Camp (2020) como un ejemplo de la militancia en formación. Es el particular caso sobre cómo un campamento de verano para adolescentes discapacitados sirvió como espacio de concientización en cuanto a las desventajas que habitualmente recaen en dicha comunidad. El encuentro entre los participantes en ese esparcimiento fue el equivalente a la integración a una sociedad “utópica” en donde no existía la distinción entre sus miembros y estos gozaban de los derechos y las libertades que poseía cualquier persona de la generación de los sesenta. Los directores James Lebrecht y Nicole Newnham buscan a los sobrevivientes de este campamento y hurgan entre los testimonios de los que no volvieron a ser los mismos después de ese evento que marcó sus vidas. El fin de ese verano significó el retorno a lo cotidiano, que implicaba una realidad que los invisibilizaba y los retraía ante el ojo del prejuicio público. Pero se abrían los años setenta, época de efervescencia social y demandas. La Guerra de Vietnam fue una etapa crucial para distintas causas, las que incluía el de los discapacitados.
domingo, 18 de abril de 2021
Oscar 2021: Crip Camp y My Octopus Teacher
Si
bien el campamento es el principio de todo, Crip
Camp en gran parte observa la posteridad o consecuencias de esa reunión, el
panorama de un grupo que volvió a coincidir –casi de manera casual– esta vez en
las plazas u oficinas públicas, cargados de pancartas, arengas y propuestas,
además de contar con el apoyo de grupos ajenos a la comunidad que comprendieron
sus peticiones y se unieron a ellos. El documental se perfila a la remembranza
de una pugna social como tantas que hubo en ese tiempo. Pero lo que lo hace
especial es que esta fue llevada a cabo por un colectivo reducido. Estamos
refiriéndonos a no más de cincuenta personas bloqueando el tráfico de una
avenida principal. El otro punto de gran interés de este documental es la
observación sin tabúes a las personas discapacitadas. El campamento fue para
sus miembros lugar de experiencias en todos los niveles, lo que descubre un lado
natural, aunque a veces restringido, por ejemplo, por los familiares de estos. Crip Camp, o más bien los mismos
protagonistas, cuestiona ese lado sobreprotector de la sociedad que no hace más
que reforzar las inseguridades de estas personas y complejos de lo que se
piensa sobre estas mismas.
En
My Octopus Teacher (2020), nos
internamos en la peculiar relación entre Craig Foster, un cineasta e
investigador marino, y un pulpo. El documental de Pippa Ehrlich y James Reed toma
como introducción los antecedentes depresivos del protagonista y,
posteriormente, la obsesión del mismo por conocer la naturaleza de su nueva amiga,
lo que equivaldría a su etapa de rehabilitación y reconocimiento de una rutina
bajo el agua. Lo estimulante de esta película es el proceso por el que transita
el vínculo entre el hombre y el animal. Es a propósito de sus encuentros e
interacción que la historia comienza a perfilar una mirada cálida sobre el
gesto humano y la “humanización” de la criatura a partir de los comportamientos
que va consolidando la relación y dependencia emocional de Craig hacia el
pulpo. Es además una reflexión sobre esa frontera invisible que existe entre
estos dos seres vivientes. Por mucho que se vaya fortaleciendo esa dependencia,
Craig no deja de chocarse contra la pared de la ética científica. Existen leyes
de la naturaleza que el humano no tendría por qué obstruir. Se despliega un
dilema entre la observación humana y la científica. Es en cierta manera el
perfil dramático de este documental, pero también el instructivo en un sentido
humanista.
Ambas películas se encuentran disponibles en Netflix.
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