miércoles, 2 de noviembre de 2022

8 Semana del Cine ULima: Aftersun

Tristísimo y muy contenido drama que relata las vacaciones de un padre y su menor hija. La ópera prima de Charlotte Wells es una historia que comunica mucho desde un plano de lo especulativo, lo imaginado e incluso lo alegórico. La pequeña Sophie (Frankie Corio) junto a su papá van de viaje a una Turquía, curiosamente, ligera y casi abstemia de su panorama exótico. Ya a partir de ese apunte podría irse perfilando la idea de que estas vacaciones no tendrá del todo ese ambiente que ayudará a estimular a que estos viajantes se distancien al menos imaginariamente de su entorno o rutina. En efecto, Aftersun es una historia en donde dos personas traen como parte de su equipaje ese cotidiano que tal vez fue una de las razones para emprender ese viaje. Wells describe eso desde la disposición de pistas, detalles, ejercicios de relajación, títulos de libros, miradas o reflejos en el espejo. Mucho de este estilo o recurso de sugerir mediante los objetos o singularidades me recuerda a The Souvenir (2019), de Joanna Hogg, otra película británica depresiva, humana, pero no por eso menos lacerante cuando tiene que expresar un grito contenido. El aura melancólica de la fotografía de Aftersun es también otra pauta que comparte con la película de Hogg. Ambos relatos son muy sintomáticos. Podremos no tener claridad de lo que ocurre en las cabezas de los personajes, pero su atmósfera presume que algo no anda bien.

La historia de Wells expresa subidas y bajadas emocionales. Por un momento, padre e hija se divierten, juegan, actúan, se bromean, bailan. Ellos se adoran. Sin embargo, inesperadamente, irrumpen instantes de silencio, incomodidad, enfado, una profunda languidez en sus rostros. Se siente una frontera entre estos dos personajes, un límite que el padre provoca y que su hija no se atreve a derrumbar. Aquí es cuando se asoma un detalle profundamente conmovedor. La niña de 11 años es receptora de los desequilibrios de su padre, un personaje que, luego de una pregunta incómoda que le hace su hija, es incapaz de aparentar o fingir esos momentos de fatiga emocional y agonía interna. O es que quizás ya antes de la pregunta reprimía ese estado de desolación. Es casi seguro que sí. Pero volviendo al detalle de Sophie y ese muro que eleva su padre y que ella no derrumba o cuestiona, surgen las siguientes preguntas: ¿Es producto de una incapacidad propia en la edad de la niña? ¿Es acaso un gesto de comprensión por parte de una niña que tempranamente ha concientizado el estado de su padre? Sea cual sea la realidad, ambas denotan un escenario sentido para la pequeña que se encuentra en una etapa crucial para el desarrollo de su identidad.

Aftersun crea un cruce entre las volubles vacaciones de un padre y su hija, y el instante en que una niña está ingresando a la pubertad. Esto complica aún más el panorama. El desarrollo personal en un ambiente de crisis advierte la próxima fractura o colapso de una vida en formación. Sophie estará expuesta a las nuevas normativas y pulsiones que implica el mundo adolescente sin un guía que pueda orientarla. La ausencia o ensimismamiento del padre, actitud involuntaria, involuntariamente genera una negligencia que recae en la hija. Wells no solo observa el drama, sino que además atiende a las consecuencias de este. Ahora, lo interesante y complejo es que la directora no solo piensa en las consecuencias a futuro, sino que además asume a ese presente como producto de una consecuencia. Es decir; contempla el drama desde un plano pretérito. Vamos por partes. En una secuencia, el padre hace el comentario de su infancia dolorosa. Podemos decir entonces que ese presente es la consecuencia de un drama que el hombre vivió de niño. Más adelante, Aftersun pone entredicho de que esas vacaciones es la reminiscencia de una versión adulta de Sophie. O sea, el presente de Sophie adulta es la consecuencia de ese pasado vacacional del que sabemos resultará dramático para la niña. ¿Es que acaso el futuro o la vida de Sophie adulta dará como consecuencia un drama similar al que vivió su padre en su etapa adulta?

Aftersun deja seña de que estamos ante un drama que será heredado. Eso es lo triste de esta película. Cómo es que los momentos jubilosos entre padre e hija, esos instantes que aparentaban ser reconfortantes o hasta fortalecedor para la relación, resultan ser ilusorios dada la depresión del primero. Esta es una película que sabe retratar bien las implicancias de este trastorno que cancela o domina las emociones. Charlotte Wells incluso parece pensar en la expresión de un síntoma depresivo temprano. Hay un momento en que la pequeña Sophie, echada en la cama, comenta a su papá si en algún momento ha tenido esa sensación de desgano luego de experimentar un día extraordinario. Es una gran alerta. Claro que por muy aparente o fugaces que sean esos instantes de alegría, Aftersun no deja de ser una película con mucha ternura y calidez humana. Estamos tratando pues con una memoria o un recuerdo digno de preservar. La película inicia con la pequeña Sophie grabando con una cámara de VHS. Ella describe el cuarto del hotel y luego consulta por la infancia del padre. La descripción del cuarto interpretado como el testimonio de una vivencia digna de recordar, así como el recuerdo del padre. En tanto, la fuente fílmica se convierte en un conducto que subraya el deseo de preservar esos momentos, por muy oscuros que a veces sean, como ese escenario alegórico en donde la Sophie adulta se imagina está encerrado su padre y ella misma. Una pista de baile en donde se verán obligados a bailar en plena oscuridad, pero siempre habrá chispazos de luz alumbrando sus rostros.

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