Una orientación narrativa atractiva y a la vez significativa de esta ópera prima es que el punto de vista desde dónde asimilamos este relato cambia en relación con las etapas o fracturas dentro del argumento. La película de Nino Martínez siempre tendrá como centro la figura de un profeta asentado en una zona rural de República Dominicana de principios del siglo XX, sin embargo, no siempre será la misma perspectiva con que será visto o analizado. Liborio (2021) se inspira en la biografía del célebre personaje que coincide con la época histórica en que el colonialismo estadounidense migró al territorio latinoamericano y en el trayecto iba reconociendo líderes locales que ponían en riesgo sus interés políticos y económicos. Ahora, lo particular es que el líder de esta historia se construye en razón a las tradiciones propias del imaginario dominicano. Liborio (Vicente Santos) es el hombre que luego de “morir” resucitó convertido en un elegido. Ese inusual acontecimiento provocará la inauguración de un séquito de discípulos fervorosos ante la presencia de este hombre que asocia los rituales cristianos con los paganos.
Liborio asume un criterio argumental que complementa la naturaleza de este profeta al convertirlo en el centro de este microuniverso e identificarlo como el único que trasciende temporalmente. Son básicamente las virtudes que se le otorgaría a un sujeto divino. Por tanto, esto no solo se define argumentalmente, sino también desde el punto de vista y los cortes que saltan al futuro sin sobre aviso. Es el protagonista contemplado como deidad o iluminado. Pero también está el protagonista contemplado como líder político. Si lo relacionamos al Jesús bíblico, Liborio, sin asumirlo, se convierte también en un caudillo que pone en peligro el liderazgo de los poderosos. La película de Nino Martínez en cierto punto mezcla los imaginarios latinoamericanos y los cristianos cuando una tropa yanqui invade la zona. El versus entre emancipados y los que pretenden colonizar ejerciendo la violencia. No es de extrañar que los fariseos o “demócratas” estadounidenses ordenasen la captura de Liborio, acto que no sería más que una oportunidad para inflar la fe como en la Biblia o el ánimo de prolongar una lucha revolucionaria como en los libros de historia latinoamericana.
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