Son distintos los conflictos y
debates que gravitan entorno a los actuales habitantes de Villa Baviera, antes
conocida como “Colonia Dignidad”, asentamiento fundado en Chile en la década
del 60 por Paul Schafer, quien incitó a un número de familias alemanas a formar
parte de una comunidad religiosa que mantuviera las tradiciones alemanas. Songs
of Repression (2020) es un documental que hace un repaso general de los
abusos acontecidos dentro de este círculo habituado a la rutina de castigo y
perversión que se ejecutaban mutuamente sus miembros, siempre bajo ordenanza
del dictador Schafer, nazi prófugo de la justicia en su país. Los directores
Marianne Hougen-Moraga y Estephan Wagner se internan en la actual comunidad a
fin de contemplar las reformas que entraron en rigor décadas atrás para cuando
su líder enfrentara cargos judiciales por parte de sus delitos en la comuna. La
intención del filme es atender a los síntomas de un colectivo que ha vivido por
años bajo un sistema de represión, tiempo en que podías ser molido a golpes por
una razón que nunca te enterabas. No importaba si era hombre o mujer, niño o anciano.
Si el líder decidía que debías ser castigado, al instante tus iguales se iban
contra ti, y diariamente había un linchamiento.
En síntesis; estamos tratando con
individuos que desde pequeños se habituaron al estado de coacción, a violentar
a los suyos, a obedecer sin preguntar, a asentir así piensen lo contrario, y
aceptar los golpes o el ultraje sexual cada que el jefe o sus adjuntos lo
ordenasen. Lo terrible era pues que todos fueron víctimas y a la vez partícipes
de esos hábitos. Pero, en el presente, todo eso ha terminado. Queda como
materia de consulta, ¿cómo fue el tránsito del estado salvaje al civilizado? Es
algo que no se pregunta este documental. Su punto de vista es mirar desde el
presente, apenas introduciendo intertítulos con hechos puntuales del pasado. Se
observa y escucha sin intromisión a las declaraciones de algunos de los habitantes,
todos no menores de cuarenta años. Es una situación muy complicada y delicada
para los directores. Pasa que dentro de la comunidad hay opiniones divididas
cuando se trata de opinar sobre el pasado, y a esto se suma los que no lo
hacen, sea por impotencia o porque es un tema “superado”. Importante esta
palabra para un tiempo en que las memorias se remueven por propia voluntad o
por instigación de colectivos, ello con el fin de curar o de clamar justicia.
El líder Schafer ya no existe; muy a pesar, ¿estamos tratando con una comunidad
en paz, sea mutua o personal?
Songs of Repression nos descubre un espacio minado
por temas pendientes. Incluso los mismos que han decidido superar esa etapa,
perdonar a los adjuntos del líder y asumir esas vivencias como una instrucción
que tuvo una prioridad espiritual y benefactora, manifiestan achaques, tics,
dolores de cabeza, malos sueños. Si antes visitaban la enfermería para curarse
de las palizas, ahora lo hacen para menguar las heridas no superficiales. Y, a
propósito de esa línea de pensamiento, se abren distintos debates: ¿resignación
o superación? ¿olvidar para curar o para escapar de la justicia pública?
Recordemos pues que muchos o todos fueron cómplices de abusos contra el cuerpo,
desde infantes hasta adultos. Es así como se devela un pequeño grupo que piensa
distinto a la mayoría. Ellos son los que concientizaron ese estado de represión
y entienden a Shcafer y sus secuaces como unos nazis y pederastas. Son estos
además los convertidos en renegados de la comunidad, los apartados sociales,
los que forman parte de, pero no tanto. Posición contradictoria —rechazar,
aunque seguir viviendo en la zona—, pero ello en razón a la complejidad de una
situación que tiene que ver con el estado de propiedad e identidad de todos los
que nacieron y vivieron bajo el rezago de esta excomunidad fanática.
Ahora, sin ánimo de enumerar
todas las divergencias que acontecen actualmente dentro de este espacio, la
Villa Baviera pueda ser entendida como un microcosmos que experimenta lo mismo
que cualquier nación en donde surgió una dictadura, la negligencia colectiva y
convive diariamente con la impunidad, escenario que además se compone tanto por
miembros partidarios como los opositores de esa realidad. Sin irnos lejos, es
equivalente al actual Chile y su pasado en referencia al gobierno de Augusto
Pinochet. Uno de los habitantes de esta comunidad alemana parece decir a los
chilenos que critican la apertura de la villa al turismo: “Vamos, ¿ustedes
hablan de injusticia?”. Claro que lo que no reflexiona este habitante es que
dichos ciudadanos, posiblemente, no fueron parte de la ideología del terror que
difundió el dictador chileno. De la misma forma, el pasado de Baviera no debe
ser razón para que ajenos levantaran un cerco de la vergüenza o que exijan
cierren sus fronteras, lo que equivaldría al ostracismo, un gesto dictatorial,
tan deplorable como la complicidad de los ex “Colonia Dignidad” que colaboraron
con la dictadura de Pinochet. Como en muchos países, hay mucha memoria, culpa,
resignación, necedad y exención junta en un mismo territorio.
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