martes, 5 de diciembre de 2017

5 Transcinema: António e Catarina

Existe algo interesante en el filme de Cristina Hanes, más allá de la puntualidad del diálogo entre sus dos únicos personajes. António e Catarina (2017) consta del registro de tres encuentros acontecidos en un espacio de tres años. Catarina visita a António. Una mujer en sus veinte se relaciona con un hombre a puerta de los setenta años. ¿Cuál es la relación entre estos dos personajes? ¿Es un lazo filial, amical o incluso amoroso el que los reúne? Y como para incrementar la duda de esa vinculación, el tiempo y la edad juegan su rol de alterar el carácter de las personas, especialmente el de António.
Es mediante esto que el António del primer año parece una contraposición del tercero. La elipsis del tiempo ha generado un cambio invisible, aunque severo, que afecta a las dos partes. Lo que en principio simulaba una reunión amorosa, para el tercer acto sabe más a una reunión filial. António e Catarina no tendrá diálogos transcendentales, pero sabe subrayar sus premisas: la vejez, las relaciones humanas, la soledad. A propósito de este último, es interesante cómo a medida que pasa el tiempo, António mira de distinta forma su entorno. De pronto lo que sucede al otro lado de la ventana, ya no estimula al hombre. 

5 Festival Transcinema: Dum spiro spero

Ameno y, en cierto punto, emotivo autorretrato de un hombre y su proximidad a la muerte. Pero Kvesic es director, guía y protagonista de su rutina como escritor, coleccionista de libros, fumador empedernido, dueño de un perro, esposo desterrado del lecho marital por culpa de sus ronquidos, cuñado de una mujer a la que comprende a un más que su propia esposa. Dum spiro spero (2016), en alusión a la frase de Cicerón (Mientras respiro, espero), en efecto, es un documental sobre un hombre que no deja de emprender su rutina, mas no deja de preguntarse en cuanto a su realidad y posterior ausencia. Sin embargo, este es un cuestionamiento optimista. El fatalismo es ajeno a este filme en donde un hombre ha aceptado a la muerte como secuela y efecto natural. Su “víspera” a la consumación es ajena a la agonía anímica o cualquier síntoma de pánico.
Este filme croata me recuerda en parte a Michael Keaton grabándose así mismo en My life (1993), a fuerza de dejar “algo” a ese hijo que no conocerá. Dum spiro spero es un como un paseo a una tienda de artículos, todos aludiendo a la vida de Kvesic, desde sus libros hasta sus chucherías. En adición, el autor es consciente del peso emocional de cada objeto, pero también de la futilidad de ciertos. Al igual que Keaton, Pero Kvesic, más que asistir al cine, parece asistir al registro casero, etiqueta que, además de preservación, exige observación, en este caso, al de un hombre sociabilizando con la muerte y educando a porqué no hay que temerla.

domingo, 3 de diciembre de 2017

5 Festival Transcinema: Craigslist allstars

Un documental visto como una experiencia colectiva, pero también personal. En un periodo de años, la directora Samira Elagoz se cita con personajes particulares, cada uno poseído por una fascinación que provoca el lado voyerista del espectador. Sabemos de las rutinas de estos, y en ciertos casos sus preceptos. Pero está también la autora de la idea integrándose a estas rutinas. Es el tránsito de la curiosidad al deseo de formar parte de (o es que siempre esa fue la idea de Elagoz). Craigslist allstars (2015) consigue la estructura de historias en episodios, en donde ninguno será motivo de retorno. Todo queda como una suma de registros del orden digital en la actualidad; grabaciones cortas, autor(es) mostrando o limitando lo que quiere exponer. Es un filme síntoma del YouTube y los celulares.

5 Festival Transcinema: Ouroboros

Mediante una argumentación cifrada, la ópera prima de Basma Alsharif recorre ciudades en donde se manifiestan contextos inconexos y personajes sin definirse. La directora de origen palestino no desarrolla historia, sino secuencias que expresan temporadas, mientras lo acontecido está sujeto a un constante efecto en retroceso. A primera vista, existe un contraste de realidades entre los espacios: la Franja de la Gaza y, por ejemplo, lo que parece un suburbio estadounidense. El salto de la calamidad a la apacibilidad. El paseo de alusión turística que difiere a las ruinas de una ciudad en Palestina con los paisajes floridos de algún otro lugar; un hogar de aire vacante que cobija (o cobijó) una vasta línea generacional frente a otro hogar en donde se reúne una generación reciente que alude multiculturalidad y ampliación limítrofe. Ouroboros (2017) retrata una visión o testimonio personal de la directora, su procedencia palestina y éxodo a otros espacios, encuentros con los estragos y con otros mundos que sugieren diversidad, su intención por establecer una metáfora de viaje e historia cíclica, a partir del símbolo del “uróboro”, pero no deja de ser película que exige tanto de un manual de apoyo que solo su directora conoce.

sábado, 2 de diciembre de 2017

5 Festival Transcinema: Did you wonder who fired the gun?

Del 1 al 9 de diciembre se desarrollará una nueva edición del Festival Transcinema. Iremos comentando lo que se vaya viendo.

Travis Wilkerson emprende un viaje personal con una sola motivación: averiguar los hechos que sucedieron aquel día en que su bisabuelo se vio envuelto en la muerte de un hombre. Sin embargo; lo que inicia como un cuestionamiento a su antepasado, se va abriendo al cuestionamiento histórico de su nación. Y es que para hablar de los antepasados, es preciso hablar de la historia de estos. Alabama, 1946. Tiempo y lugar de un racismo institucionalizado. El bisabuelo de Wilkerson había asesinado a un hombre negro, y nunca recibió pena por eso. La pesquisa a un hecho impune y soterrado, es solo un caso más dentro de la historia. Es natural pues que la ruta de Did you wonder who fired the gun? (2017) vaya revelando otros crímenes, casos comunes y también escindidos. Lo cierto es que por muy difuso que sea alguno, la fechoría es evidente.
Así como en Matar a un ruiseñor (1962), película a la que Wilkerson hace alusión, se aborda una injusticia colectiva indiscutible. No se precisan de pruebas cruciales para saber que el culpable siempre fue inocente. La diferencia es que en la realidad no existe ni si quiera juicio para la comunidad negra; mientras tanto, los blancos se salían con la suya. En el filme de Robert Mulligan vemos además a un padre amoldando la ética de sus descendientes; Wilkerson reprocha la ética de su antecesor. El director estadounidense juega el rol de detective, pero también el de abogado; uno objetivo. De pronto la palabra bisabuelo se deja de pronunciarse para solo convertirse en un nombre propio: el acusado que mancilló el honor de otros y el de su familia. Aquí no existe el tributo a los lazos de sangre, sino el tributo a las víctimas.
Did you wonder who fired the gun? escapa del uso de la fuente puntual y los comentarios academicistas propio de recientes películas que de igual forma abordan el tema del racismo. Este documental se desarrolla mediante una pauta difusa conformada por vestigios abandonados y parientes sin registro. El discurso al que se asocia es maleable. El director se inclina a su eventual estilo de expresión –y de registro–, combinando géneros y modos de enunciación. De pronto su dialéctica evocativa, propia de un diario personal, se irrumpe por un lenguaje escabroso, propio del cine de la conspiración. De repente Travis Wilkerson parece ser transportado a una atmósfera del cine negro, solo que a colores y a plena luz del día. La sola evidencia de que existe una secta maligna dentro del territorio, estimula el suspenso, asfixia al forastero, quien se siente extranjero en su propio terruño. Aprende de primera mano lo que es ser un excluido de un territorio que no ha asimilado los Derechos Civiles.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Jim y Andy

Disponible en Netflix.

Un documental que si bien encaja como material extra de Man on the moon (1999), este reserva su propia lectura. Jim y Andy (2017) se digiere como un apasionado tributo de un cómico a otro cómico, el de Jim Carrey a Andy Kaufman, pero es por encima el testimonio de un proceso actoral que se extiende al retrato emocional y artístico del tributario. El filme de Chris Smith emprende una regresión a la película dirigida por Milos Forman, siendo el foco de atención el actor Jim Carrey, poseído –incluso fuera del plató– por la personificación a Andy Kaufman y Tony Clifton, el “ello” de Kaufman. En paralelo, se teje una biopic por partida doble. Lo anecdótico surge en el transcurso. De pronto ambas semblanzas tienen en común, lo que responde o justifica de cómo es que un día la ficción se “apoderó” de Carrey y este no se quejó, tal vez porque siempre fue aquel personaje.
Pueda que sea enriquecedor ver previamente Man on the moon –o la historia de un hombre que decidió convertir lo bizarro en espectáculo–, a fin de hacer un balance ante el documental. Kaufman, en la película de Forman, es visto como un personaje muy peculiar, excéntrico y autoritario frente a sus principios de interpretación, despojándose, de ser necesario, de la ética para crear una catarsis que ocasionalmente solo él y su cómplice esporádico gozaban, en tanto el espectador preguntándose si lo presenciado fue parte del show o falta de cordura. Man on the moon es un filme sobre un artista ocultando adrede las fronteras del acto y lo verdadero; para Kaufman, concepto básico para huir de los roles convencionales de la comedia. “Es gracioso si no saben que es un montaje”; diría. Cuál Quijote, junto a su Sancho, intenta vender un material que muy pocos comprenden, una ficción no caduca, sino muy adelantada.

Volviendo a Jim y Andy, nos remontamos a esos instantes creativos en que Carrey interpretó a Kaufman y se metió en su pellejo –o viceversa–. Se verá en gran parte los detrás de cámara en que Carrey hacía caso omiso al aviso de corte y seguía siendo Kaufman. No había diferencia entre el plató y la rutina del actor fuera de escena. Kaufman y el esperpéntico Clifton habían entrado en la vida de todos para quedarse hasta que todo terminara. No más Carrey hasta que Kaufman se marchara. El actor protagónico había permitido que la ficción cruce la frontera de la realidad. Entonces somos testigos de una metaficción más palpante.  El (anti)héroe había vuelto a la vida encarnado en Carrey, reinterpretó sus actos e incluso se dio el lujo de curar sus heridas, detalle apasionante. El rodaje terminó. Lo real volvió a la normalidad. El tributo había terminado, y Carrey nunca más quiso ser Kaufman. Pero, ¿todavía hay algo de Kaufman en el Carrey de hoy?
Jim y Andy tiene esa otra lectura en que una revisión a Man on the moon no es prioritaria. El filme de Chris Smith es una puntualidad y aproximación a la biografía de Carrey. Puntualidad porque hay material que se remonta hasta la infancia del actor. Aproximación porque la biografía de Kaufman no deja de estar presente y hacer eco a la biografía de Carrey. Las semejanzas son inevitables. Pero está además el contenido revelador que descubre la filmografía del actor de origen canadiense. De repente gran parte de las producciones en las que se ha visto envuelto Carrey han sido facetas o reflejo de una temporada anímica. Películas como La máscara (1994), El show de Truman (1998) o Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) adoptan un agregado significativo. Entendemos entonces que la carrera del actor siempre tuvo un rasgo metaficcional. Los personajes que encarnó, las tramas y contextos en las que estuvo inmerso, fueron proyección de su entonces presente. Así como Andy Kaufman, Jim Carrey fue un hombre deshaciéndose de una máscara, se sintió prisionero en el domo del espectáculo y lidió con recuerdos que quiso olvidar. Ambos fueron/son hombres en la Luna.

martes, 21 de noviembre de 2017

Quién es JonBenet

Disponible en Netflix.

Qué es sino la actuación como una de las fantasías del llamado “sueño americano”. A la lista puede sumarse también los certámenes de belleza. Ambos oficios –desenvueltos desde una palestra montada– convierten a sus representantes en foco de fascinación, exponiéndolos a plataformas que han venido alimentando el ego estadounidense por generaciones. El documental Casting JonBenet (2017), si bien gira en torno a un crimen mediático irresuelto, su intención parece enfocarse más al panorama de ese sueño decadente, en donde aspirantes a actores pugnan por alcanzar un rol en una ficción que aparentemente nunca será concretada –queda esa evidencia de lo inalcanzable–, y, en lugar de eso, depuran sus casos personales, propias tragedias, vergüenzas, angustias, filias y represiones.
La directora Kitty Green selecciona a un grupo de aficionados para reseñar e interpretar el crimen contra la pequeña aspirante a reina de belleza JonBenet, pero sutilmente observa y analiza un ámbito más amplio: el EEUU en donde la violencia, el morbo y lo truculento conviven en un plano anónimo. Acertado el proceso creativo de este filme: la cámara que absorbe confidencias de los actores cual diván, convirtiendo (y exponiendo) la intimidad en modo documental, y asistiendo a la ficción a modo de retroalimentación. De ahí el final de Casting JonBenet, todos los actores y suposiciones intercalándose en una misma secuencia/espacio. Cualquiera puede ser cierta. Tantas historias y versiones para un mismo caso, o contexto, interpretados por gente cualquiera (¿perversos en potencia?).