El joven director de culto Tadashi Kobayashi (Tatsuhiro Yamaoka) ha lanzado un casting dirigido a actores aficionados para su nueva película. En respuesta, una legión de personajes extravagantes decidirá probar suerte en la audición. Pueda que los primeros minutos de Red Post on Escher Street (2020) haga lucirla cómo lo menos alocado que haya realizado Sion Sono, el hecho es que poco a poco se va acumulando una serie de situaciones propias de su original estilo. El director japonés emprende su historia sin un claro protagonista. Los que vemos son los interesados en aplicar para el filme de Kobayashi. Uno por uno nos vamos enterando de su existencia, sin hacerse un alargue de sus rutinas o biografías. No se evidencia una necesidad de profundizar en el historial de alguno. Es solo un barrido a las motivaciones –unas más absurdas que otras– por alcanzar un lugar en la película en cuestión. Es como contemplar el desfile de una feria. Siempre habrá algún personaje que llame más nuestra atención. Lo que sigue es el casting y es partir de aquí en donde surgen otros personajes, aquellos que forman parte del proyecto fílmico. Desde los creativos hasta los productores. Es entonces cuando Sono comienza a crear el marco de lo que será un tributo a esa figura invisible y subvalorada.
miércoles, 14 de octubre de 2020
27 Festival de Valdivia: Red Post on Escher Street (Gala)
Ya
muy avanzada, Red Post on Escher Street
reconoce su conflicto cuando los creativos y los productores entran en
confrontación. La idea inicial de Kobayashi y los guionistas era convocar
actores no profesionales, incluyendo las protagonistas principales, pero hay un
fuerte inversor que presiona para que se seleccione a tales actrices muy
conocidas –además de otra–. Ese es el colchón que servirá para incentivar a una
revolución, aquella que los mismos creativos no podrán conducir o estimular. No
está demás mencionar que no nos imaginamos a Sono en una situación como la que
le sucede al joven Kobayashi, a propósito de su cine personalísimo, ajeno a
cualquier corriente o estilo. El cine de Sono es adjetivo de libertad. Entonces,
por muy célebre que sea Kobayashi, dicho mérito no le asegura una libertad
creativa, no al menos bajo la guardia de la gran Industria. ¿Quién salvará pues
su película? Pues el héroe de esta historia, aquel que estuvo en nuestras
narices durante todo ese tiempo, a quien el mismo Sono le dispuso una
larguísima introducción antes de dar paso al conflicto de su trama.
El
actor secundario es el protagonista en este filme. Red Post on Escher Street es un tributo y valoración al personaje
sin diálogo, pero que, paradójicamente, le da personalidad, verosimilitud y
sincronía a las películas. En la historia de Sono, dos secundarias dentro de su
historia son impedidas de asumir el rol de protagonistas en la ficción de
Kobayashi. Es decir, las aspirantes son infravaloradas y relegadas a
secundarias. Ese es el punto inicial para estallar una revolución al mejor
estilo de la nouvelle vague. Se me
viene a la mente Adieu Philippine
(1962). En su trama, Jacques Rozier nos introduce a un par de sujetos que
trabajan para la industria de televisión y de un momento a otro deciden
renunciar a sus trabajos para no perder de vista a dos aspirantes a actrices. Es
un cine con personajes a la deriva, improvisando, poseídos por el momento, como
la correría que emprende un trío en el museo Louvre en Bande a part (1964). Esto sucede en Red Post on Escher Street. Los secundarios o aspirantes a
protagonistas deciden tomar el puesto de las protagonistas e iniciar una
revolución al estilo de Sion Sono, es decir, una delirante, registrada por
celulares de transeúntes –lo equivalente a directores aficionados; sutil gesto–
e incluso toman las calles, como el protagonista de Cut (2011), producción también japonesa, dirigida por el iraní Amir
Naderi. Son películas que dentro de las esferas de la Industria pegan un grito de
libertad creativa que alcanza hasta los oídos de los espectadores.
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