A medida que ha pasado el tiempo, la voz en off de Travis Wilkerson se tornado más áspera. Es como si la reproducción oral de toda esa data histórica que narró diversas infamias ejecutadas dentro del territorio de Estados Unidos en el transcurso de su filmografía hubiera provocado un aire sombrío en su vocalización, o tal vez solo sea un acto de contención vocal, síntoma de la vergüenza al ser un miembro tardío de esa genealogía violenta, herencia de la que se deslindó personal y formalmente, por ejemplo, en Did You Wonder Who Fired the Gun? (2017) al hacer una indagación del abuelo racista señalado de asesinato, rubor y acusación que de seguro le provoca similar sentimiento en una secuencia de su última película en donde un registro casero —película temprana del director— muestra a su madre rogar por un genocidio comunista. Irónico cómo el paso del tiempo también convirtió a Wilkerson a lo que hoy muchos catalogarían como un “comunista”. A propósito, la ironía, una muy sutil, es otra modulación que comenzó a ser latente en la discursiva de sus documentales, todos atendiendo a hechos históricos poco difundidos dado que el poder y los intereses de sus representantes supieron acallar en su momento. No solo son historias de represión y matanzas colectivas, es la historia del Occidente.
miércoles, 1 de septiembre de 2021
5 AricaDoc: Nuclear Family (Retrospectiva Travis Wilkerson)
Nuclear Family (2021) recrea un viaje familiar
solo que con un sentido opuesto. Wilkerson parte de ese recuerdo en que su
madre le ofreció como regalo de despedida un tour nuclear junto a toda la
familia. El director, acompañado de su esposa e hijos, emula y extiende el tour
al transitar por diversas ciudades de EEUU que son o fueron escenarios de la
producción nuclear, solo que, a diferencia de su madre, Wilkerson asume las
riendas de un guía que se niega a celebrar la industria atómica y aprovecha a
realizar un nuevo documental que rebusca en la historia de ese país a fin de develar
un contenido de denuncia. Siguiendo su modo narrativo de imágenes fijas del
presente que se intercalan con los registros del pasado, tanto los visuales
como los melódicos, Wilkerson hace un panorama al occidente que ha preservado
sus impulsos de la Segunda Guerra Mundial, esa obsesión con la devastación
territorial que denota dominación sobre un “otro”, sea nazi, comunista o
indígena. Nuclear Family, así como otros documentales del director, asiste
a un pasado más pretérito para entender la lógica del pasado. Lo que fueron los
móviles del Estados Unidos de la Guerra Fría, fueron los mismos que lo
dominaron en la IIGM y, a su vez, en la época de la Fiebre del oro o, más
atrás, durante la expansión territorial.
Para un momento de la película, Nuclear
Family parece desviar su atención a esos hechos históricos que más antes el
director había abordado y que no tienen que ver con los efectos nucleares, caso
el retorno y reflote del problema ecológico en la ex ciudad minera de Butte que
ya había retratado en An Injury to One (2002) o el recuerdo a alguna
tribu aborigen aniquilada en algún punto de la extensión de su viaje. Más allá
de recapitular su cine, Wilkerson hace este desvío con intención de llegar al
centro del problema: ese lado del Occidente y su culto obsesivo por la
violencia. La historia de las bases y pruebas nucleares ha generado mismas
consecuencias que el abuso de los extractores de metales preciosos o las
campañas públicas de una caza enfática a los búfalos. Todos son pues acciones
destinadas a la evacuación o eliminación de esos que representan un bando
contrario o que obstruyen con el “desarrollo” nacional. En ese sentido, Nuclear
Family resulta ser muy irónico sobre cómo una familia americana modelo hace
un tour turístico a todos los cercos, vestigios y demás emblemas fundados por
su nación, los cuales transgreden ese modelo democrático propuesto por el
propio Estado.
Mira esta película de forma gratuita en la página web de AricaDoc hasta el 12 de setiembre (disponible en Chile, Perú y Bolivia).
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