lunes, 28 de septiembre de 2020

XI Festival Al Este de Lima: Epicentro (Al Este Especial)

Del 1 al 11 de octubre inicia una nueva edición del festival Al Este, en esta ocasión en modo online. Sus películas se proyectarán en la plataforma virtual El Ekran. Inicio la cobertura con una de las películas más interesantes del programa.

Las secuencias más atractivas en el documental de Hubert Sauper es cuando se define esa relación entre el concepto de la utopía y el cine como constructor de versiones históricas. A partir de una remembranza al hundimiento del acorazado Maine en aguas cubanas, Epicentro (2020) nos recuerda, por entonces, una nueva modalidad de colonialismo que emprendió EEUU. A un paso de ingresar al siglo XX, esta gran potencia puso en obra un plan que les sirviera de excusa para “liberar” a Cuba de España. La guerra entre EEUU y la antigua potencia colonizadora resultó ser una lucha de intereses económicos, y no solo fue el enfrentamiento bélico lo que definió el triunfo del país norteamericano, sino también todo un montaje que difundió esta misma nación mediante canales nacionales como internacionales. La prensa y el cine, en efecto, abrieron el telón del escenario, aquel que inauguraría la utopía en donde se presentaba a EEUU como un país democrático, comprometido a democratizar el mundo, especialmente a países dueños de fuentes por explotar o de territorios estratégicos que fundieran mercados o libre comercio para los liberadores.

En una secuencia, Sauper proyecta a un grupo de niños cubanos cortos fílmicos, antiguos montajes en donde los estadounidenses fingían ser los héroes que erradicaron el (viejo) colonialismo de la isla. Era la utopía imperialista, aquella que después se vendría abajo con la Revolución Cubana; lo que, en consecuencia, anidó en la sociedad cubana una utopía propia, el del socialismo coherente, fundador de una comunidad equitativa y desarrollada. Epicentro hace una relación entre el pasado y el presente, en cómo Cuba se convirtió en la pista de aterrizaje de utopías, ilusiones de realidades imposibles, pero que están encarnadas en sus habitantes. Lo manifiestan los niños cubanos de este documental, los instruidos para odiar al imperialismo estadounidense, quienes en el futuro alimentarán esa utopía socialista, por muy decadente que sean sus líderes políticos o la misma ciudad estancada en el tiempo. Pero no nos olvidemos de esa otra utopía, la imperialista, aquella que tuvo su temporada dentro de la isla, y, por muy archienemigos que sean sus promotores, los niños del presente, paradójicamente, no dejan de sentirse atraídos por esa fantasía imposible, por sus lujos, sus poses y las performances que interpretan dentro de una pantalla.

La invasión “pasiva” de EEUU a la gran isla habrá acontecido hace muchas décadas atrás, e incluso ya no hay presencia física de este enemigo dentro del territorio, pero lo cierto es que ello no garantiza se haya erradicado al imperialismo. El turismo, mecanismo propiamente lucrativo, industria capitalista por excelencia, es hasta la actualidad una de las grandes fuentes económicas de Cuba. De pronto, la visita de los protagonistas cubanos a la piscina de un hotel o un paseo por un flamante vehículo de museo no están lejos de esa idea utópica que EEUU quería para el país isleño. Es como si viéramos escenas a colores de la clásica Soy Cuba (1964), de Mijaíl Kalatozov. Epicentro descubre esa contradicción de una conciencia cubana, en donde una sociedad prohíbe el ingreso del invasor, pero no deja de fantasear con el estilo de vida que este propone. La crítica es sugerente, aquella que, por cierto, también toca al agente turístico. Con sutileza, Hubert Sauper descubre su lado estereotipado, y también añejo: el fanatismo banal que siente el extranjero promedio hacia la isla. Este es una suerte de individuo que se endiosa en un territorio que identifica como espacio de su pertenencia al convertirse en inversor. Son los delirios de un pensamiento colonialista inherente.

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