Inició la 36 edición del Festival de Mar del Plata que va hasta el 28 de noviembre en modalidad presencial.
Un modesto y cálido retrato de la vida durante los treinta años. Ana Katz nos presenta la historia de un joven que parece no irradiar por sí mismo algún detalle especial. Se podría decir que este hombre, socialmente, está dentro del promedio, a propósito de su rutina y ambiciones un tanto limitadas. Se diría que es una película que va a la deriva de lo insustancial o poco trascendente. Lo cierto es que la directora se las ingenia para reunir, a manera de fragmentos o retazos de vida, eso que convierte a su personaje en alguien especial y quien, definitivamente, reflejará “eso” que se convierte en una esencia o frecuencia generacional. El perro que no calla (2021) sigue a Sebastián (Daniel Katz), un diseñador gráfico que trabaja desde una oficina y a quien le aguarda una serie de desvíos. Basta percibir la condición laboral y el profundo amor que siente este protagonista hacia su mascota para entender que estamos ante un embajador de un perfil familiar dentro de la sociedad. Katz parece hacer un tributo a una generación asociada a ciertas políticas e idilios que la distingue del resto. Ahora, no es de estos tributos que enaltece, o que mucho menos gesta alguna reflexión autocrítica, sino uno que simplemente contempla, describe aptitudes y reacciones, y provoca empatía por muy insulsa que sean las circunstancias descritas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario