viernes, 19 de noviembre de 2021

36 Mar del Plata: Atlas (Competencia Argentina)

Hay algo de extravagante en el modo cómo es que se resuelve este documental. Esa alarma se enciende a raíz de esa entrevista, por momentos incómoda, a la nieta de un neurólogo, la inspección a oscuras a un almacén clínico plagado de cráneos encurtidos en frascos, el relato de un hombre que se bebía el contenido de esos recipientes, un cóndor que gravitaba en un hospital a modo de protesta, además de otras indagaciones o cuentos entre surreales y fantasmagóricos. Atlas (2021) es un documental que hace memoria a la figura de Christofredo Jakob, un investigador alemán que migró a Argentina apenas iniciaba el siglo XX, y que comienza a emprender una serie de estudios al cerebro de animales y algunos humanos, ello en favor de entender la naturaleza de ciertos casos mentales reconocidos en el hospital de salud mental para el cual laboraba. Es, de hecho, una presencia que genera una paradoja. Por un lado, es motivo de celebración debido a un ejercicio que ha dado como resultado todo un atlas de la medicina; por otro, es una práctica que ciertamente deriva a actos escatológicos. Es esa combinación de apreciaciones la que los directores Guadalupe Gaona e Ignacio Masllorens suscitan, tal vez a conciencia.

Si pudiera resumirse el modo cómo es que se estructura este documental, basta tomar como ejemplo la entrevista a la nieta y bisnieta de Jakob. Este momento está compuesto por testimonios dictados de una manera un tanto accidentada. Las mujeres llegan al punto, pero sus datos a veces resultan imprecisos o confusos. No dejo de cuestionarme también que mi atención por momentos se despista de la oralidad para atender más bien a la figura o comportamiento de estas señoras. De pronto, una idea malévola me surge. Es como si sus presencias fueran parte del universo al que aluden y gestionasen misma contradicción, al manifestar un factor a veces valioso, producto de la memoria que están dispuestas a compartir, a veces perturbador, dado el comportamiento extraño de sus expresiones que por momentos parecen graficarnos a ese escenario de individuos perturbados por los que estaba rodeado Jakob. Repito: es una mirada maliciosa la mía. Volviendo, Atlas no deja de combinar elementos que robustecen la paradoja de educativo, pero escabroso. Ahí está el paseo de unos niños en el zoológico y un guía que cuenta historias de apariciones; la exposición de los conceptos clínicos de Jakob comentados por sus hoy discípulos, combinados por fotografías que retratan la locura; el hospital aún en función, aunque con otro nombre, que convoca a nuevos estudiantes, pero que no deja de rebelar escombros, vestigios del abandono.

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