El descubrimiento de
“los bajos fondos” en las inmediaciones de un mercado popular en Asunción, es
el marco contextual de 7 cajas
(2012), filme que se decide en explotar el campo visual y laberíntico de un
mundo que congrega a soñadores y oportunistas, lugar que a su vez es sometido
por las normas de la violencia y el pillaje. Juan Carlos Maneglia y Tana
Schémbori dirigen una película que posee similar estrategia empleada en filmes
como Ciudad de Dios (2002) o Slumdog Millionaire (2008) donde los
espacios sórdidos juegan a ser símbolo exótico, una mera portada fotográfica
que se esfuerza en revelar un lado cosmético que anula todo indicio de un drama
sobrecargado. En medio de la pobreza y la delincuencia, la película se inclina
en evocar ese lado lúdico, a veces cómico o sutilmente irónico, que se apega
más a la radiografía de este espacio social que a la profundidad del asunto.
7 cajas se encamina por las vías del thriller, la contemplación a los misterios
que van desde los contenidos de unas cajas al crimen cometido por una pequeña
mafia. La resultante son una serie de sucesos que se complican, que van
conectando a los personajes entre sí y van generando nuevos giros en su
historia. En cierto modo, hay un momento de la película que se percibe la
dilatación de los hechos que se van desgastando pero que a pesar no exterminan
los logros construidos. La fotografía, el montaje, así como los movimientos de
cámara (a pesar de un redundante uso del steadycam en interdependencia) son los
puntos fuertes del filme, al igual que la variación en el uso de lentes, lo que
la acerca aún más al cine de Danny Boyle, al menos en un ámbito estético. En lo
argumental parece haber una cita directa. Esta película paraguaya tiene de Fargo (1996), esto además del lenguaje
de los Coen al momento de recurrir al humor negro, obviamente, uno menos
ingenioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario