Mejor conocida por sus
roles en películas dirigidas por celebrados directores tales como Maurice
Pialat, Agnes Varda, Patrice Laconte o Claude Chabrol, la actriz, y ahora
directora, Sandrine Bonnaire, realiza su ópera prima de ficción basada en la
historia dramática de un padre atormentado por los recuerdos. William Hurt
encarna a Jacques, un estadounidense millonario que tendrá que retornar a
Francia para reconocer una herencia. Su padre ha muerto, pero no es dicha
tragedia la que lo aflige o lo entristece. J’enrage
de son absence (2012) es el calvario de un progenitor por la pérdida de un
hijo, tragedia que persigue a Jacques a pesar que ya han pasado ocho años desde
el fallecimiento de su único niño, aquel que concibió junto con Mado,
interpretado por Alexandra Lamy, hoy convertida en su ex esposa.
Bonnaire realiza un
filme que contempla la angustia casi enfermiza de un personaje obsesionado con
el recuerdo. Jacques es una especie de Scottie, en Vértigo (1958), siendo en inicio un acosador inofensivo para luego
convertirse en un invasor de la intimidad. El personaje de Hurt, embaucado por
su memoria, decide entrometerse en la nueva vida de Mado, quien ahora es esposa
y madre de una familia casi postiza, una suerte de “nueva vida” que adoptó como
estrategia curativa para menguar el dolor causado por la ausencia de su hijo
extraviado. La llegada de Jacques significará el quiebre de ese recuerdo que
estuvo sedado en la mente de Mado desde hace ocho años. Lo cierto es que también
la presencia de su ex marido ha comenzado a calar su círculo familiar. Tanto su
segundo hijo como su nuevo compromiso, poco a poco van siendo víctimas directas
o indirectas de este tormento ajeno.
Lo mejor de J’enrage de son absence es sin duda la
interpretación de William Hurt. El veterano actor está contaminado por una
mirada triste y melancólica, siempre ido, mirando al vacío, encorvado de
hombros, víctima de una depresión que lo ha convertido en una especie de
Segismundo que, por el contrario, ha decidido vivir por su propia voluntad
encerrado en una cárcel, negándose a saber de la realidad, viviendo entre las
tinieblas, ajustándose entre los sueños.
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