jueves, 26 de noviembre de 2020

35 Festival de Mar del Plata: Río turbio (Competencia Estados Alterados)

Una paradoja abre el documental de Tatiana Mazú. La directora desea hacer un retrato que hace reconocimiento a la labor sindical de la mujer en una minera, pero, curiosamente, se le ha impedido ingresar a dicho ámbito por su condición de mujer. “A la mina no entran las mujeres”. Así como las leyendas añejas de circunnavegantes y piratas, el mito de que un género puede ser responsable de una catástrofe se preserva en esta “embarcación”, creencia que los hombres rezan y que las pocas mujeres que han logrado integrarse a esa comunidad laboral por momentos también parecen asentir. Muy a pesar, Río turbio (2020) no deja de ser la prueba de un grupo de mujeres que ha tumbado prejuicios y leyendas históricas. Aquí es importante la introducción de la tía de Mazú, una de las mineras y además cabezas del sindicato de mineros. Hay toda una serie de tradiciones echadas abajo gracias a la presencia de esta mujer. A propósito, este documental argentino me recuerda a la gran La sal de la tierra (1954), de Herbert J. Biberman, película que también hace retrato de una revolución femenina que surge en un territorio minero.

Tanto en el filme de Mazú como el de Biberman, a partir de un carácter testimonial, vamos captando el avance progresivo de las mujeres emancipándose de las convenciones impuestas por los hombres. En La sal de la tierra, las esposas de los mineros se convierten en aliadas para las pugnas sindicales. Por un lado, la mujer no solo ha dejado de ser invisible fuera del ámbito doméstico, sino que además ha pasado a ser un colectivo clave para defender los derechos laborales que atañen a hombres y mujeres por igual. En Río turbio, nos enteramos de mujeres ingresando esta vez al oficio de la minería, y, en consecuencia, fortaleciendo y figurando más en el activismo de luchas sindicales. Es decir; la película de Tatiana Mazú significaría un paso adelante cuando se la relaciona con el filme de Biberman, producción que por cierto también es una suerte de híbrido. Mientras que la película estadounidense transita entre el documental –basado en hechos reales e interpretado por personas reales– y la ficción, Río turbio es un documental que se asocia a varias formas de registro, convirtiéndola en un gesto biográfico, un diario, una tesis y un alegato político.

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