La otra familia (2011), película mexicana dirigida por Gustavo Loza, contempla un tema serio y actual sobre la convivencia entre un niño de ocho años junto a una pareja de homosexuales. Hendrix (Bruno Loza) es víctima del abandono por parte de su madre biológica, una mujer víctima de las drogas, y luego criado bajo el cuidado de Jean Paul (Jorge Salinas) y Chema (Luis R. Guzmán), sus tutores provisionales, quienes poco a poco van logrando un lazo afectivo frente al menor en medio de los prejuicios que los rodean tanto dentro como fuera de su domicilio.
Este filme mexicano se desarrolla a modo de un manual que enfrenta las marginaciones hacia el tercer sexo. Es una crítica al comportamiento social que aísla a la homosexualidad hacia un extremo perverso y libertino, pero que sin embargo dentro del filme se logra evidenciar huellas donde los personajes ceden a esta conducta. La otra familia condena el prejuicio pero peca de usarlos ocasionalmente para provocar esos momentos amenos o cómicos dentro de la historia. Revistas pornográficas en medio de la sala o palmadas que intercambia la pareja se modelan como rutinas que en lugar de curar, alimentan el morbo o incluso justifican las palabras fiscalizadoras de un cura que lucha por convivir las ideas de otros y la de la Iglesia.
La otra familia más que un tratamiento sobre la aceptación de las preferencias sexuales, es un primer acercamiento que sí alinea los juicios errados de esta sociedad mexicana –que aflora un machismo natural de sus habitantes –condenándolos a un castigo justificado. Gustavo Loza provoca un drama donde los buenos y los malos tienen lo que se merecen, pero que antes de eso han de ocurrir una serie de tragedias rigurosas por las que pasan sus protagonistas. El ambiente del filme es casi “telenovelado”, como queriéndose destinar hacia el drama ligero donde el tipo de espectador no necesariamente tiene que estar familiarizado con el tema. La historia entonces podría resultar clara o de interés, pero fílmicamente no cumple con las expectativas. Por último, las interpretaciones dentro de la película no juegan al dramatismo sobrecargado, aunque tampoco saben provocar sentimientos en los momentos donde las lágrimas deberían florecer.
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