viernes, 30 de diciembre de 2011

Lo mejor en la cartelera comercial 2011


Entre el 2011 y el año pasado no ha existido mucha diferencia. El estreno de las películas ha seguido casi el mismo promedio, al igual que el tipo de películas que estrenan. Siempre cada inicio de año la pregunta es qué tantas películas ajenas al habla inglesa se estrenarán; fueron muy pocas. Al igual que el año pasado menciono, el cine asiático es uno de los más frescos y renovados, solo hubo un estreno este año que fue Thirst (2009). Unas cuantas españolas, un par de francesas y en el caso del cine latinoamericano solo son estrenos argentinos y una mexicana. El cine peruano si bien no ha continuado una fama en el extranjero del mismo calibre del año pasado, el acogimiento interno al parecer si lo ha tenido. Este año parece haber más simpatía del público nacional hacia nuestro propio cine, se cuenta además el apoyo que ha ido teniendo de parte del Ministerio de Cultura al momento de crear castigo a ciertas exhibidoras que aquejan a los estrenos nacionales.

Nuevamente las mejores películas del 2011 es una corta selección. Se podría agregar a estas otros filmes como 127 horas, Ágora, Super 8, 8 minutos para morir o Las malas intenciones, sin embargo he preferido resaltar a otros de este grupo, sea porque funcionan mejor de inicio a fin o porque simplemente fueron más originales que las mencionadas. La lista, sin orden de preferencia, es la siguiente:

El escritor oculto
Roman Polanski toma por asalto una vez más el cine noir contándonos la vida de un escritor, un sujeto común como en los thrillers de Hitchcock, obsesionado con un crimen que guarda alguna relación con la vida “oculta” de un ambicioso político al que está escribiendo su biografía. Polanski juega a los detectives y los personajes de doble rostro, el biógrafo que escribe y a la vez intenta ser un “fantasma” pretendiendo ser un agente encubierto, husmeando más allá de lo concedido, dando pasos en falso y a veces acertados. El escritor oculto es además la postura política del director, agresivo y lapidario frente a los temas de coyuntura.

El cisne negro
La obsesión y la paranoia se vislumbran en El cisne negro, drama psicológico que habla sobre el proceso de metamorfosis que experimenta una ambiciosa bailarina, el tránsito de la inocencia a la maldad, de la pureza a la sexualidad, de la cordura a la insanidad. Darren Aronofsky promueve un filme retórico con interpretaciones acertadas y una fotografía merecida; sin duda la mejor película en su corta filmografía. Arronofsky provoca el pánico, la distorsión mental y, por lo tanto, de la realidad dando paso al terror sugerente que no amedrenta sino perturba. Natalie Portman, por su lado, hace su mejor papel principal desde su debut en León (1994).


El discurso del Rey
Apegado a un afán por lo histórico, Tom Hooper retrata la historia de un monarca víctima de la “mudez”, o sea, incapaz de liderar a toda una nación a punto de pasar por el momento más crítico en toda su historia. El discurso del Rey no precisamente narra el tratamiento y solución de la voz atrofiada de Jorge VI, es más bien una historia de amistad entre el Rey y su plebeyo, entre un hombre atormentado y su terapeuta; una temática readaptada al cine bajo distintas formas. Lo atractivo del filme es sobre su estética, sobre como Hooper enfoca, escenifica, musicaliza y adecúa la puesta en escena. Colin Firth y Geoffrey Rush son ambiciosos.


Experimento mortal
Al igual que su compatriota David Cronenberg, el canadiense Vincenzo Natali trata películas sobre la transformación de los cuerpos, la degradación humana y la mortandad del hombre a manos de la nueva tecnología. Experimento mortal es el lado perverso de la ciencia, el nacimiento de una nueva especie producto de la genética y la ambición de una pareja de científicos por querer ser reconocidos. Natali compone una iluminación llena de claroscuros que dan imagen a un suceso prohibido. La crisis de la moral y ética, el lado siniestro de las corporaciones son también parte de cómo el hombre termina siendo tan fallido como el experimento.


Triste San Valentín
El director Derek Cianfrance hace una versión dramática de Annie Hall (1977), una pareja de jóvenes que repentinamente descubrieron el amor pero que años después se hallan viviendo en medio de la mediocridad y el desengaño. El filme va intercalando las dos historias, dos etapas que polarizan el encanto y el lado trágico en la vida amorosa de dos personas que estaban destinadas a la separación, la historia de un pasado y un presente justificado. Triste San Valentín es tan romántico como anti-romántica al contarnos un amor entrañable y una separación que desconsuela, una película además con interpretaciones a la altura del drama.


El planeta de los simios (r)evolución
El director Rupert Wyatt narra el antes de la revolución, los antecedentes y las consecuencias de un ser criado como humano, pero que fue también parte de un experimento. En la larga producción de filmes que cuentan sobre la existencia de un mundo donde los simios dominan a los humanos, ninguna hizo un tratamiento tan cercano frente al porqué de las cosas. El planeta de los simios (r)evolución es el lado que justifica a los que en ficción serán nuestros enemigos. Es la buena trama que se toma tiempo en el proceso evolutivo de un líder bien interpretado por la gestualidad sugerente de Andy Serkis y los efectos de la Weta Digital.


Medianoche en París
Woody Allen describe el lado fantástico de París, ciudad que para los años 20 albergaba a toda una movida cultural y que el personaje de su película, un extranjero y escritor frustrado, tendrá la dicha de trasportase cada medianoche para conocer a los grandes intelectuales de dicha época. Medianoche en París es un filme asincrónico de un hombre que se da cita cada nocturnidad a un mundo donde las charlas literarias y los debates culturales reemplazan el estilo banal y sofisticado que halla en su realidad. Allen captura el sentimiento mágico e intangible de la “Ciudad Luz” propia de un romántico que vive el pasado como parte del presente.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

Los Muppets


No ha pasado tanto tiempo desde la última aparición en las pantallas de Los muppets quienes para el 2005 realizarían Los muppets en el Reino de Oz, película que solo fue estrenada para la televisión y que obviamente no cubrió la expectativa necesaria de su público de siempre. A este le antecedieron muchas otras películas, Los muppets en el espacio (1999), Los muppets por aquí, Los muppets por allá, es decir, Los muppets se fueron a todas partes, divorciados y posiblemente fatigados de volver al estrado, lugar desde donde se hicieron conocidos realizando espectáculos de un libreto redundante que a pesar de todo creó un gran afecto para el público independientemente de las grandes celebridades que los visitaban. Los muppets, dirigida por James Bobin, es nada menos que el retorno triunfal de estos veteranos al show. Repito, no ha pasado mucho tiempo desde la última aparición de estos personajes, sin embargo nadie desde el cese de la última temporada en “The Muppet Show” se atrevió a traer nuevamente a las pantallas la clásica serie de los 70...

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viernes, 9 de diciembre de 2011

Rito diabólico (o Thirst)


El director Park Chan-Wook en referencia a su película sobre vampiros, Thirst (2009) – por obvias razones evitaremos llamarla Rito diabólico, titulado así en nuestro país – decía con ironía que era más que necesario que sus “chupasangres surcoreanos” tendrían que ser distintos a los vampiros occidentales, esto porque aquellos le temen al ajo, mientras que en Corea del Sur el ajo es considerado ingrediente base en casi todos los platos de comida, es decir, era absurdo ver a un surcoreano huir de dicha hortaliza. Lo cierto es que Thirst parece aparentarse al modelo, por ejemplo, del vampiro nórdico de Tomas Alfredson en Criatura de la noche (2008), un “drácula” que parece confrontar o hasta convivir su naturaleza instintiva junto a una conciencia humana, atrapado en medio de una maldición, una que para otros resulta ser más bien una bendición o hasta una salvación.
Park Chan-Wook es posiblemente el director mejor visto en Corea del Sur, país que tras la última década es referencia vital en el Cine Contemporáneo. Su más famosa obra es su “Trilogía de la venganza”: Simpatía por el Señor Venganza (2002), Old boy (2003) y Simpatía por Lady Venganza (2005); tres historias formidables, una más sorprendente que la otra. Las historias de Park Chan-Wook, en su mayoría realistas, están contagiadas de una dinámica de lo imposible, lo absurdo, de la coincidencia, es el encadenamiento de una serie de sucesos que parte de una repentina tragedia del protagonista principal para luego resolver una tragedia aún mayor. El cine del surcoreano habla sobre la moralidad a través de la inmoralidad. Los personajes de sus historias son las personas más buenas de la ciudad, sin embargo terminan por ser las más perversas y viscerales. Park Chan-Wook observa la esencia humana provista desde su dualidad sujetada entre el bien y el mal, ambos tomados desde sus extremos, y Thirst no es un caso ajeno.
Sang-hyun (Song Kang-ho) pasa de ser un sacerdote a ser un vampiro, de vestir el oscuro hábito de la religiosidad a vestir una simbólica capa negra heredada por la descendencia vampírica. Thirst cuenta la historia de cómo el modelo del bien se corrompe, peca, duda, es cínico, pasional, violento y sanguinario. La película urge observar el lado irónico de las cosas, sobre cómo el acto más puro de la caridad – una acción de por sí desinteresada – mancilla hasta el corazón más sano y casto para convertirlo en un ser interesado, egoísta, pasando de la vida llena de sacrificios a sacrificar a los demás para vivir, de beber desde una copa concedida la sangre de Jesucristo a beber la de su propio prójimo la cual arrebata a hurtadillas. Park Chan-Wook habla sobre el quiebre de la moral a manos de un sujeto que fue bondadoso, ahora sediento de sangre, ingeniando excusas para calmar su sed, creando culpables o posibles donantes que “fuera del coma no dudarían en brindarle el líquido que nace de sus venas”, dice.
Thirst es también el despertar de los deseos dormitados, aquellos que solo el comportamiento instintivo de un vampiro los impulsa como también los motiva. Por un lado Sang-hyun se alimenta a costas de los demás, pero también su lado asesino y el deseo carnal despiertan en él. Es frente a esto que Park Chan-Wook aprovecha para manifestar ese lado escatológico que pronuncia las escenas violentas y los encuentros sexuales entre el sacerdote y su amante, una manía similar a la que usa por ejemplo su compatriota Kim Ki-Duk (Bad guy, 2001). Thirst no escatima en relucir el sexo pueril y retorcido al graficar el intercambio de besos en las zonas donde nacen las secreciones corporales, en medio de la muerte, en los charcos de sangre. Los comportamientos vampíricos de pronto se convierten en una alegoría a lo grotesco. Desde este sentido el filme retoma alguno de los principios de la fama del vampiro occidental, el instinto asesino y el sexual cogidos de la mano, sin embargo es desde el lado de la víctima que al vampiro se le impone un sentimiento impropio, el del bienhechor, el del poder mesiánico. La maldición o la enfermedad vista como un medio de salvación a la congoja de otros, bien sanando la deficiencia de un anciano cura o resolviendo los deseos de venganza de una humillada esposa.
Los personajes de Thirst son crápulas, sean vampiros o no. Park Chan-Wook hace memoria de los protagonistas de sus anteriores filmes, los “otros santos”, los de alma caritativa, aquellos que a raíz de tragedias ajenas crearon su propia tragedia, una mayor, concibiendo malas costumbres, despertando conflictos y defectos que dialogan con el cinismo hasta hacer pacto con la perversión. Thirst sabe localizarse en una ciudad en tinieblas, entre lo baldío, en medio de casas y espesas nubes que flotan en la superficie de una laguna. Park Chan-Wook nos seduce mediante los sucesos surrealistas y algunas apariciones fantasmagóricas, el suceso ingenioso de sus acciones, la composición sinfónica que evoca el sentimiento gótico y siniestro, sin embargo es a partir de un hecho en específico en que la película decae. Thirst tranquilamente hubiera hallado un desenlace antes de los 90 minutos, muy a pesar el director parece haberse obsesionado con el tema del melodrama que apunta más a un conflicto de alcoba. A esto le siguen una apresurada escena por resolver un crimen y la redención del maldecido.