miércoles, 28 de marzo de 2012

El huerfanito

Artículo escrito en el 2009

El director Flaviano Quispe nos cuenta dos historias, por un lado es la de Juanito, un niño de doce años que es huérfano de madre. Él ha decidido vagar por las calles ya que luego de haber hecho unas ventas en el pueblo por encargo de su padre ha perdido su ganancia al ser engañado por un grupo de timadores. Juanito toma en un comienzo la alternativa de trabajar para recuperar el dinero para su padre que está enfermo a raíz que su hermana mayor escapó junto con un joven del pueblo. El niño no tiene suerte en su venta de helados que su padrino le recomendó y sus esperanzas son cada vez más pocas. Paralelamente está la historia de Luchito, un niño menor que el primero. Él vive con su padre –un carpintero –que tiene problemas con el alcohol. Tanto su madre –una mujer que vende refrescos en el mercado –como él, están cansados de ver como el padre a diario llega en un estado lamentable.

El encuentro de estos dos personajes se da como por casualidad. Ambos intercambiaran sus lamentos y además de eso irán manifestando sus ideales trayendo con eso un punto de vista muy crítico para su sociedad. Es desde este aspecto que El huerfanito toma una senda moralista. En una escena, la conversación de ambos niños es el instante en que el director aprovecha a exponer sus intenciones para el filme. Temas como la orfandad, la delincuencia y el alcoholismo, no son más que situaciones que representan realidades en este espacio provincial. Dentro del contexto se reconoce dos medios: el del campo y el de la ciudad. No es necesario hablar de las migraciones hacia la capital para hablar de los estilos de vidas muy diferentes como el de la provincia y el de localidades centrales. Juliaca es una ciudad que posee en su gran parte la vida del campo. Alternamente hay una vida de ciudad, un mundo donde existe el pillaje y los vicios; rasgos incomprensibles pero reales en la vida de dos niños. La situación obliga a Juanito y Luchito a madurar en el sentido de formularse preguntas respondiéndose y concluyendo que la vida de los mayores es confusa ya que no ejercen una moralidad que los mismos siempre repiten a los menores. Quispe al final muestra dos nuevas realidades. Luchito gozará de una oportunidad: su padre ha decidido reivindicarse. Por otro lado, Juanito perderá a su padre. Esta vez su orfandad es total. Si la vida obligaba a Juanito a madurar, ahora es una necesidad. Juanito asumirá una nueva labor para su familia. Si bien la hermana mayor regresó de su escape, eso no lo libra de una ausencia paternal, además de una culpabilidad; ya que el niño intuye que su ausencia fue la que provocó la muerte de su padre.

Flaviano Quispe en una entrevista anuncia que desde pequeño siempre ha sido admirador del cine hindú, es por eso que hay posibles marcas del director Satyajit Ray. Su línea argumental es un recorrido lineal de una vida, o vidas, que van encontrándose con una y otra aventura por el camino. Esto traerá nuevos cambios en la personalidad de sus protagonistas además de ir contemplando por el camino los hábitos sociales. Los fallos en este filme son numerosos, además de contar con un equipo minimalista. Lo rescatable en El huerfanito es que existen marcas que le hacen un cine con cierto misticismo y dulzura. Tanto en los aportes literarios como en ciertos cinematográficos de provincia, citando como ejemplo a Kukulí, hay un lirismo en este filme, aunque muy reducido a comparación del filme cuzqueño, pero se percibe una marca de lo andino, una representación exclusiva del cine de provincia en las zonas serranas o rurales. Lo andino como una fuente de tradiciones que se van manifestando a forma de ritual. La música, sus costumbres, sus danzas, el paisaje. Quispe aprovecha el espacio natural para hablar de sus costumbres. El fondo musical está entonado exclusivamente para los sujetos pertenecientes a ese espacio andino: el campo. Cuando se asoma la ciudad, el fondo musical cambia, a menos que esté presente un personaje que pertenezca al otro lado. En la ciudad existen solo rezagos de lo tradicional. La representación de esas danzas es una mezcla entre lo extranjero y lo propio. Lo mismo pasa en sus individuos. Las costumbres o vestimentas son producto de una aculturación, que no se desdeña en su totalidad, pero siempre está latente una informalidad. Rasgos perniciosos que van pululando por la ciudad llegando inclusive a las zonas campales, a las familias, a los más menores.

martes, 27 de marzo de 2012

IberFilmAmerica: Festival Iberoamericano online con acceso gratuito

A partir del día de hoy se da inicio el IberFilmAmerica - 1er Festival en Internet de Cine Iberoamericano, el mismo que durará hasta el 16 de abril. Este es un espacio donde se presentarán, vía streaming y en forma gratuita, una selección de películas de Latinoamérica y España, las cuales podrán ser observadas exclusivamente por el público que conforma a estos mismos países. Entre las seleccionadas se encuentran la peruana Contracorriente (2009), de Javier Fuentes-León, así como la cubana Boleto al paraíso (2010), el documental español Guest (2010), la dominicana Jean Gentil (2010), el filme nicaraguense La Yuma (2009) y la colombiana Los colores de la montaña (2010); todas estas presentadas en ediciones anteriores del Festival de Cine de Lima, las mismas que fueron anteriormente comentadas por este blog.

Para poder ver las películas solo se tiene que registrarse a la página del mismo festival al siguiente link:

Aquí la presentación del Festival:

iber.film.america tiene como principal objetivo la difusión y promoción del cine iberoamericano contemporáneo a través de Internet, una nueva ventana que fomentará el acceso de toda la comunidad iberoamericana a su propio cine, así como el intercambio cultural en el ámbito cinematográfico.
iber.film.america es un festival de cine online en el que participan largometrajes producidos en España o cualquier país latinoamericano, entre el 1 de enero de 2009 y el 31 de diciembre de 2011, con independencia de que hayan sido difundidos con anterioridad por cualquier medio o todavía se encuentren inéditos.
Con esta iniciativa totalmente gratuita, queremos ofrecer, compartir y sobre todo promover una nueva forma de ver cine, legal y con toda la seguridad para los usuarios, y que no pretende en ningún caso, obstaculizar las ventanas de explotación tradicionales, sino aportar nuevas vías adaptadas a los cambios de nuestra sociedad.

50/50

Artículo publicado por Cinespacio

Efectos que han dado años atrás películas como La fuerza del cariño (1983), posiblemente no vuelvan a repetirse, esto porque a lo largo del tiempo ha surgido un cuantioso número de películas que tocan el  tema de la enfermedad de distintas formas, algunas más innovadoras que otras, y que para la actualidad asumimos como algo repetitivo. 50/50 (2011), de Jonathan Levine, de hecho es una de esas tantas películas que se construye a base de una multitud de argumentos “cliché”, situaciones que son familiares sobre un personaje víctima de una enfermedad letal, joven y próspero, con una madre paranoica, una novia fría, un mejor amigo egoísta y una terapeuta que lo saca de quicio. Lo cierto también es que la película es tan cómica como dramática, tratamiento empleado además por el clásico de James L. Brooks, aunque con una mesura apropiada a sus tiempos; no tan directa ni visceral.

Decir que el filme de Levine contiene de por sí un drama gratuito: sí y no. Sí, porque obviamente la enfermedad es un drama propiamente dicho, aún más voluminoso si este recae en una figura prematura, con más posibilidades de vida, pero que de pronto está al límite de un “cincuenta cincuenta”. Adam (Joseph Gordon-Levitt) luego de una visita al médico, ha recibido la lamentable noticia que tiene cáncer. Su rutina laboral, amical, amorosa, etc., se verá irrumpida por una nueva realidad, aquella que lo coloca en un lugar de espera, aguardando con mesura lo que –prefiere no pensarlo –le depara el destino. Es en este espacio donde surgen los detalles alternos a la trama. Se asoman a escena personajes variopintos. Su brusco e insensible mejor amigo Kyle (Seth Rogen), un tipo bonachón que no entiende la diferencia entre ser convaleciente y usar tu enfermedad para conseguir sexo; Diane (Anjelica Huston), madre de Adam, juiciosa y sobreprotectora, que carga además con un marido que sufre de Alzheimer; Rachael (Bryce Dallas Howard) la novia y pintora apasionada de la buena vibra; y, por último, Katherine (Anna Kendrick), la inexperta terapeuta que dice lo que ya se sabe.

Adam, de pronto, más que vivir un drama vive una sátira. Una comedia sobre lo que nos causa gracia dentro de la ficción, pero que para el mundo real es triste y absurdo. 50/50 se encarga de crear etapas sobre cómo el paciente va enfrentando la enfermedad. En primera de manera sumisa, esperando a que, por ejemplo, el tumor no amanezca al día siguiente. Luego llega el momento en que se asume con valentía. Es la afrenta a la tragedia, adelantarse a los hechos. El corte de cabello y la "presentación formal" como portador del cáncer. Lo evidente no es invisible, y es así como se asoma la etapa de la crisis. Es aquí donde el drama golpea, llegando de forma implacable y real. Es el tránsito de la ficción a la realidad: cruda y letal. La comedia de hecho sigue su orden. Mientras Rogen siga en escena las bromas seguirán su curso, sin embargo hay puntos en que Gordon-Levitt espanta dramatizando en los momentos precisos. No existe redundancia o sobre exposición de drama. Lo que ocurre es lo natural. Lo que podría esperarse a inicio de la película o incluso en cualquier momento de ella. El hecho es que Levine le da un curso al drama. 50/50, especialmente en su última media hora, no es un drama gratuito al dejar de lado cada cierto tiempo a la comedia, para que de pronto ya nada te cause gracia.

De entre las interpretaciones, Anna Kendrick logra promover un perfil que antes ya se había visto en Up in the air (2009), protagonizando también a una joven inexperta. Kendrick posee la habilidad y la sensibilidad de reflejar un lado cándido que trasmite dulzura, propio de un estado inseguro y neófito. Joseph Gordon-Levitt ha recreado una multitud de roles, desde violentos hasta serenos, siendo este último una mezcla de personaje meditabundo que logra romper efectivamente los mismos estribos en un par de escenas. Seth Rogen no necesita de muecas ni voces falsas para crear comedia. 50/50 vale la pena ser vista como un modo distinto de ver las cosas. Una comedia dramática que crea muchas risas e incluso antoja lágrimas.

domingo, 25 de marzo de 2012

El espía que sabía demasiado (o Tinker tailor soldier spy)

Una de las grandes virtudes en Criatura de la noche (2008), anterior filme de Tomas Alfredson, es sobre el modo de composición en su ambiente. Basado en una novela juvenil gótica, el director sueco recrea un mundo moderno azotado por los crepúsculos, la textura invernal de los nevados nórdicos teñida en sombras, un colorido inerte que describe la naturaleza atrofiada de dos infantes ajenos a la inocencia, sea aspirando de la violencia o alimentándose de ella. Tinker tailor soldier spy (2011), basada en la aclamada novela de John le Carré, grafica de similar forma un mundo frío y sombrío. Al igual que en el filme vampírico, este nuevo relato habla sobre personajes que surgen de las sombras, los seres invisibles por la mayoría que siguen a sus presas a través de remembranzas, indicios, huellas, pruebas olvidadas y que son recogidas estratégicamente por un “cazador” de identidades. Un espía en busca de otro espía, uno traidor; uno que trabaja en contra de su naturaleza o de los suyos.

George Smiley (Gary Oldman), un veterano agente del Servicio Secreto Británico en tiempos de la “Guerra Fría”, retorna a sus labores luego de ser encomendado a una nueva misión. Existe la grave sospecha de que hay un espía dentro del “circo”, llamado así al grupo de agentes del mismo Servicio, círculo que, además de Smiley, está integrado por cuatro personas, cuatro sospechosos de haber estado infiltrando información británica a los rusos. A diferencia de los filmes de espionaje de Alfred Hitchcock o de la saga del Agente 007, Tinker tailor soldier spy limita el suspenso y el uso de escenas de acción, emprendiéndose en su lugar una trama compleja, llena de información y detalles imprescindibles, aquellos que servirán para que Smiley pueda construir a modo de rompecabezas un mapeo de su infiltrado, el mismo que se comporta de igual forma que los demás miembros del círculo. Alfredson recrea personajes que se perfilan bajo una actitud sospechosa. Agentes siempre mirando por encima de su hombro, llamando con la mirada, murmurando a mitad de los pasillos o durante una fiesta de Navidad.

Muy a diferencia de estos, Smiley posee una serenidad apropiada a su experiencia, una que incluso supera sus conflictos internos, aquellos que lo atormentan pero que son lo suficientemente controlados como para derruir esa agudeza que aplica en su búsqueda. El personaje de Gary Oldman hace un breve citado al protagonista central del cine negro, el detective que emprende un caso, pero que a la vez provoca una historia alterna, tan principal como la primera: su propia historia. Es el lado íntimo del “verdugo”, un pasado o presente que calla y trata por todos los medios no interferir con el procedimiento. Además de una personalidad solitaria, el detective o agente, en este caso, Smiley, es un obsesionado con el pasado y esto lo convierte en el mejor. Un detalle esencial en la narrativa de Alfredson, es que el modo de relato se encuentra bajo un continuo salto al pasado. Por lo menos una mitad de Tinker tailor soldier spy está compuesta por flashbacks, recuerdos o testimonios de otros agentes; activos, prófugos o retirados; enunciados que van complementándose entre sí, y que la misma habilidad de Smiley terminan por encajar.

Al igual que en su película anterior, Alfredson se apoya nuevamente de una fotografía apropiada al matizar un mundo despiadado, un estado deprimente que no deja espacio o alternativa a ese lado emocional. Entre el reparto, Toby Jones, interpretando a uno de los agentes del “circo”, es uno de los más esmerados, al igual que el personaje de Mark Strong, interpretando a un detective atormentado. Colin Firth, John Hurt, Tom Hardy y Gary Oldman desarrollan con normalidad su papel. Este último, es un actor que resulta más al personificar figuras coléricas, como la que encarnó en León, el profesional (1994), nivel que Oldman hasta la actualidad no ha logrado retomar. Tinker tailor soldier spy en cierta forma hace uso del suspenso, uno no muy bien empleado, manifestado por ejemplo a través del sudor descarado de un camarero o durante el robo de un documento. En la película casi no existen las escenas de acción. Son apenas dos momentos de tiroteos en todo el largometraje. Lo cierto es que Tomas Alfredson gana mayor mérito al modo de argumentar una historia atractiva e insensible –sin suspenso y acción – voluminosa en datos que influirán recién a final de la trama; dinámica que resultaría tedioso o aburrido para el espectador distraído, pero meritorio para el que sigue la línea argumental.

jueves, 22 de marzo de 2012

Protegiendo al enemigo (o Safe House)

Artículo publicado por Cinespacio

Denzel Washington es uno de los actores que luce bien cuando de prototipos para thrillers policiales se trata, especialmente si su personaje es el “rudo de la película”. Día de entrenamiento (2001) es lo mejor que hasta ahora se ha visto en el actor, al encarnar a un policía corrupto con un rango idiomático que fluye con naturalidad y una vitalidad callejera que intimida. Washington, además, tiene madera para el drama, tal como ocurre en películas como Gloria (1989) o Philadelphia (1993), roles que ya no practica al volcarse por completo a los papeles de tipo duro o héroe urbano. Protegiendo al enemigo (2012) es una de las tantas películas que el actor interpreta bajo la misma personalidad de hombre con nervios de acero, de acento amenazante y risa subversiva. Washington parece estar encasillado en su performance e incluso recitando mismos diálogos, líneas que parecen ser fabricadas para nadie más que él. Washington sigue el mismo camino de actores atascados dentro de un género, tal como ocurre con Nicolas Cage o Liam Neeson, actores que interpretan lo que el mercado les dicte.

A propósito de esto, el director Daniel Espinosa hace un ejercicio efectivo, aunque familiar, en su película Protegiendo al enemigo. Filme que desarrolla el encuentro de personajes aparentes, de villanos queriendo ser héroes y héroes que terminan siendo villanos. La película está compuesta de una historia truculenta que toca temas como la corrupción y el descubrimiento de archivos secretos que implican a la CIA, quien a su vez desata una postura controversial. La trama se sortea entre escenas de acción y detalles que van aclarando sospechas, y que a su paso van humanizando a sus protagonistas. Una escena a citar es sobre el asalto y escape a una fortaleza, la cual desata una persecución de autos muy bien hecha, algo que solo se logra con una buena edición y mucho presupuesto. El resto de la película cumple con entretener, tal como la misma interpretación de Denzel Washington.

lunes, 19 de marzo de 2012

Incendios

Ciclo "Cine en Francofonía"

Las guerras y los conflictos civiles, por Historia, nos han enseñado que no existe espacio para el olvido y la ecuanimidad. Son, en su lugar, las remembranzas y la impunidad –marcas del pasado –las que trascienden en el tiempo y en sus víctimas, y las que después de todo nos harán recordar que no hay manera de obtener beneficio alguno cuando el maltrato físico y psicológico sea uno de los medios para llegar a solución alguna. Incendios (2010) es el grupo de varios testimonios de guerra. Por un lado, el de una madre y sus peripecias durante un conflicto armado en el Líbano, y por otro, el de dos hijos rastreando las huellas de su pasado y el de su madre muerta. Tiempo ignorado por los jóvenes y que ahora tendrán que investigar como última petición de la recién fallecida.

El director Denis Villeneuve realiza un filme sórdido y cruel, estados propios de un contexto donde el fanatismo religioso y político está en plenas ascuas, y que tendrá como resultante casos de muerte, ultraje y demás comportamientos inhumanos. Incendios narra esencialmente el peregrinaje de los gemelos Jeanne y Simon, en busca de su padre al que creían muerto y el de un hermano del que no sabían su existencia. Es la ruta de Canadá al Líbano, el retorno a un mundo aparentemente ajeno, patria de su madre; mujer que hasta el último día de su muerte ha callado lo que sus hijos no vivieron, pero que ahora tendrán que conocer y sobrellevar por sí solos. Un dato a poner atención es que a pesar de ser ajena e ignorante de la cultura libanesa, Jeanne –la más comprometida con este viaje –percibe una especie de conexión entre esa tierra agreste y su persona luego de su llegada a dicho lugar extraño, un nexo que la conmueve como si percibiera más un retorno que una bienvenida. El filme pone en evidencia que existe algo más allá e intangible que no separa por completo al hombre y su naturaleza, la misma que tiene una historia y, por lo tanto, un pasado.

Incendios tiene la oportunidad de ser un relato detectivesco sobre dos hermanos que van en búsqueda de dos seres anónimos, sin embargo, a medida que se va creando la historia de la búsqueda, se va intercalando la historia de los hechos. Denis Villeneuve adapta el filme de manera que seremos testigos de lo que sucedió en el pasado y lo que sucede en el presente. Por un lado, las vivencias de Nawal, la madre de los gemelos, desde su destierro de su pueblo natal hasta el destierro de su nación. Mientras por otro lado, los gemelos desde su salida a Canadá y el retorno al mismo lugar. Lo detectivesco se desvanece a partir de que el pasado siempre se le adelanta al presente, es decir, las respuestas que van consiguiendo los hermanos ya se han ido infiriendo a medida que vamos siguiendo la historia de Nawal. Una forma de narración adecuada para el este tipo de relato, ya que luego que sufrimos el drama de la madre, nos acercaremos más al drama de los hijos; uno que está sostenido tanto por el drama maternal como el de ellos mismos. Es partir de esto que no cabe la posibilidad de intentar razonar cuál de las dos situaciones es la más trágica.

La película de Denis Villeneuve recurre al discurso testimonial por el realismo, el detalle, la crudeza y la veracidad de los hechos que ocurren y han ocurrido a toda una nación entera. Incendios no solamente captura los testimonios de una familia escindida por lo guerra, es también la recolección de pequeños testimonios de habitantes intentando esconder su pasado a través de un mutismo propio del miedo y la sangre derramada. Es el lado que vanamente intenta olvidar lo que ha quedado impreso en su realidad. En opuesto, es además el lado que no calla y que comunica a modo de “entender” el pasado. El diálogo como medio de aprendizaje. Incendios es el panorama imborrable que sirve para muchos como un ejemplo a no incentivar; un filme de corte crítico y didáctico.

domingo, 18 de marzo de 2012

Los amores imaginarios

Se ha dado inicio, del 15 al 30 de marzo, el ciclo "Cine en Francofonía". A continuación, iremos posteando algunas críticas de las películas que forman parte de esta muestra.

Jules y Jim (1961), de Francois Truffaut, contaba la historia de un triángulo amoroso. El relato de dos amigos enamorados de la misma mujer; la bella y deseada Catherine, esposa de Jules, aunque enamorada también de Jim, y a veces de ninguno de los dos. Truffaut transmitía los postulados de la nouvelle vague al hablar sobre el amor, un sentimiento que hurga el lado complaciente y que no recrimina. El amor –hacia alguien –como comportamiento de libertad. Jules y Jim es el relato de dos amantes que comprenden la volubilidad de la mujer que aman, como también la fidelidad indesligable de dos amigos inseparables. Los amores imaginarios (2010) es un filme que parece remontarse a este clásico del cine francés al narrar la rivalidad que surge entre dos amigos, luego de enamorarse de la misma persona.

El precoz director Xavier Dolan-Tadros realiza un filme que aspira a ser un relato que habla sobre el amor y el desencanto, sobre la amistad y la enemistad. Marie (Monia Chokri) y Francis –interpretado por el mismo director –son dos buenos amigos de Montreal que un día coincidirán en una reunión con Nick (Niels Schneider), un mozuelo que ha llegado del campo para pasar un largo tiempo en la ciudad. Es desde este primer encuentro que la pareja de amigos se verán obsesionados con la presencia de este “adonis” de cabellos dorados y sesgo apacible. Los amores imaginarios es como Jules y Jim en su versión moderna y extravagante. Dolan-Tadros promueve personajes que parecen sacados de portadas de revistas. Criaturas bellas que presumen vestuarios en moda vintage o retro, de perfiles perfectos, pieles radiantes y cabellos que cambian de estilo y forma; al menos eso sucede con Marie y Francis, los que día a día confrontan uno al otro tratando de lucirse para Nick, personaje que curiosamente siempre lleva el mismo look, vistiendo de casual, casi improvisando.

Nick es lo relativo a la belleza natural, la que no precisa de decorados para llamar la atención. El director Dolan-Tadros recrea lo que se conoce como un “objeto del deseo”, una figura en un pedestal que al paso de parecer inalcanzable es más ansiado. Los amores imaginarios se observa como la versión moderna del clásico de Truffaut al ser los dos amigos unos obsesionados, algo que no es correspondiente a la naturaleza de los amigos Jules y Jim. La película de origen canadiense hace lectura del amor en tiempos del ego y la banalidad, tiempos en que no existe el “pacto de caballeros”, reemplazada más bien por la mirada agresiva, los comentarios hirientes e incluso hasta llegar al golpe físico. Es el combate campal entre dos personas que además se sienten cortos frente a su ser amado, uno que sentimentalmente se comporta de manera silente y estratégica; capturando a su presa y manipulándola por completo. Catherine, de Jules y Jim es a la libertad, como Nick es a la opresión. Son otras dinámicas las que se manejan en esta época. Tiempo en que no existe diferencia entre el campo y la ciudad, donde la naturaleza bucólica deja florecer las peores pasiones.

Desde esta perspectiva, Los amores imaginarios es interesante porque observa el tema del amor en una faceta humanizada, una formalidad que no adiestra sino que contempla a modo de una rutina interminable, propio de la juventud y la inexperiencia. Xavier Dolan-Tadros, sin embargo, a veces hostiga al momento de intercalar testimonios de personas que van recalcando lo que la historia por sí sola deja entender. Estéticamente, la película crea un ambiente de passarela redundando los movimientos en cámara lenta, el uso de vestuarios encendidos, la corporalidad que toma forma y volumen, ejercicios que corresponden según la trama de la película. Las escenas de sexo son más bien las que desconciertan al momento de modular colores y tonalidades que lucen presuntuosas e indescifrables, algo que se puede reflejar también en el citado de los fondos musicales, unos bien ubicados, mientras que otros parecen usados por puro gusto, agrupando géneros que desde Bach hasta el hip-hop.

jueves, 15 de marzo de 2012

Apollo 18 y Proyecto X

Hasta hace unas semanas se había estrenado Poder sin límites (2012), una película grabada en calidad de found footage con un corte genérico de acción y efectos desplegados por un trío de jóvenes superhéroes. Ha este año se han sumado dos nuevos estrenos bajo el uso del mismo estilo de grabación y, curiosamente, centrándose en tres personas como principales protagonistas: Apollo 18 (2012) y Proyecto X (2012). La primera, dirigida por el español Gonzalo López-Gallego, cuenta los “verdaderos” sucesos ocurridos en el transbordador del mismo nombre, y lo que realmente les habría pasado a los tres astronautas que fueron parte de esa misión, un diciembre de 1972. El found footage originalmente es un estilo que ha sido explotado por el género de terror; esto con la intensión de que a partir de una filmación no estática y un alumbrado limitado por una modesta calidad de video, se logre provocar el vértigo, la distorsión de imágenes y la paranoia contagiada por un grupo de personas que salen del enfoque y que le van susurrando a la cámara cada vez que se encuentran en peligro.

Apollo 18 no pasa de ser una película lamentable al no aprovechar esa facilidad básica del found footage. Películas como El proyecto de la bruja de Blair (1999) o la no tan lejana Actividad paranormal (2007) – la original –hacen el uso de largos silencios para provocar el miedo y la repentina irrupción de ruidos agudos, golpes secos, estos breves y no chillantes, largos y continuos como las interferencias de un comunicador de una nave que bien podría ser interpretado como una falla mecánica. El desuso de la manifestación del enemigo o ente que va rondando el bosque o la habitación es otra buena forma de provocar la paranoia, algo que Apollo 18 no hace caso y en lugar de ello usa efectos para crear a seres extraterrestres que se lucen “zancudamente” indefensos. Proyecto X, por su lado, suscita lo que Poder sin límites también ha logrado. Arrebatar el estilo del found footage al género de terror y reemplazarlo por un género que roza con la comedia y la crónica de un trío de jóvenes – típicos perdedores –queriendo armar una fiesta épica.

Proyecto X es una mezcla de desenfreno y escenas que atentan contra el estilo del found footage al interponer fragmentos en que la fiesta luce más bien como un video de música electrónica o de danzantes de hip-hop. El director Nima Nourizadeh – director musical –junto al productor Todd Phillips – director de “juergas” –, realizan lo que para los años ochenta era muy de moda. Recrear las fiestas más salvajes; aquellas donde el sexo, el alcohol, las bromas y unas cuantas drogas, a manos de adolescentes, salían fuera de control. En cierta forma, la película es simpática por el comportamiento burlón e improvisado de tres muchachos que solo desean ser populares en base de la fiesta que irán a producir, pero lo cierto es que la película se encamina más a hacer de “la fiesta” la protagonista principal. Es en estos espacios donde la película se torna más contemplativa al desapropiarse de una trama, algo que bien podría provocar querer ser parte de la fiesta, como aburrir por la falta de protagonismo. Proyecto X, en conclusión, no trae novedades, salvo el uso del found footage dentro de su género, estilo que como mencionamos es transgredido una y otra vez, y que de alguna forma pudo haber funcionado mejor si se hubiera hecho en completa ficción. Divertida y para pasar el rato.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El misterio del Kharisiri

Los buenos momentos de El misterio del Kharisiri (2004) son aquellos en que la película provoca un ambiente tétrico y baldío. Escenas donde un joven periodista va indagando por lugares ajenos de una ciudad que no sabe nada sobre la desaparición de su colega. El ingreso a una iglesia donde la fría y barroca inmensidad de ese recinto se enaltecen, donde un cura hippie revitaliza humildemente una historia vetada por el miedo, y una cámara digital es usada como primera herramienta que registra lo intangible por la vista de un foráneo, ignorante de tradiciones y demás creencias. El director puneño Henry Vallejo relata una historia de pueblo, sobre desaparecidos y ritos macabros a manos de curanderos. La película gana sus méritos al recurrir en un principio a historias que se dividen: la de unos contrabandistas, la de una infeliz mujer y la de una pareja de reporteros. Es esta última historia la que luego tomará mayor protagonismo, la que dará origen además a ese “misterio”, y la que finalmente reunirá a todos los protagonistas antes citados.

Es a partir del encuentro de la desaparecida que la película deja de ser interesante. El proceso de curación de la mujer enferma es más bien el compromiso a explicar más sobre la naturaleza de estos sacerdotes, lectores de coca, sobre la batalla entre los que hacen el bien y los que hacen el mal, la simulación de un combate que recoge una perspectiva épica y que de hecho el que desconoce del tema estará más que desconcertado. El final de El misterio del Kharisiri en realidad sucede –o debería suceder –muchos minutos atrás. En técnica, Vallejo hace buenos esfuerzos por provocar puntos de vistas con la cámara: ángulos en picado perfecto, planos que observan el ambiente solitario de un poblado. Una fotografía saturada en el contraluz o cuando la luminosidad es escasa. La película hace buen intento al retratar un thriller que dialoga con lo fantasmal, que poco tiene que ver con el terror, y que reemplaza por un suspenso que se sostiene de la sumisión de su protagonista principal y su obsesivo deseo por encontrar a la mujer que ama. 

viernes, 9 de marzo de 2012

En un mundo mejor

Michael Haneke –un director obsesionado con la temática de la violencia –realizó La cinta blanca (2009) con la intención de conocer de dónde y en qué momento podría surgir la violencia. El director alemán parte de un contexto específico para demostrar que en tiempos de terror hasta el individuo más inocente puede ser perturbado gracias a lecciones nocivas que va asimilando, gestas que si bien no poseen ese lado agresivo, son de la misma forma señas infrahumanas. En un mundo mejor (2010) es una película que intenta realizar lo mismo pero bajo evidencias descaradas. Eventos provocados por realidades trágicas como la “ley del más fuerte”, el ascenso al poder político, los dramas familiares y la misma muerte. La directora danesa Susanne Bier indaga el lado íntimo y el lado social de dos familias que son incapaces de controlar lo que se asoma en principio como incontrolable.

Bier es especialista armando tragedias íntimas, aquellas que rozan con la ética y la moral, espacios y dilemas que confrontan, por ejemplo, la tensa relación entre dos seres queridos, tal como ocurre en su película Hermanos (2004), filme que luego Hollywood recrearía su propio remake. Lo cierto es que En un mundo mejor no es sutil al momento de argumentar, citando dramas gratuitos sobre niños que descargan sus penas agrediendo a otros compañeros, producto de la ausencia de un ser querido, sea paternal o maternal. Un hombre que lucha frente a una neutralidad que tiene que compartir tanto en su zona laboral como en su propio hogar. El contraste de contextos, por un lado Dinamarca y por otro África, no es equilibrada por el mismo hecho que solo en el continente árido se está hablando de solo uno de los protagonistas. Por último, Susanne Bier confunde el tema de la moral con el moralismo. Su película es una alegoría a los happy endings, con dedo aleccionador y de flojo relato.

miércoles, 7 de marzo de 2012

El Tunche

El día de ayer se dio inicio al "Ciclo de Cine Regional Peruano" emitido por Tv Perú, gracias al apoyo de la Dirección de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura. Es así como todos los martes se irán proyectando películas fuera del ámbito limeño, los cuales iremos redactando sus respectivas críticas luego de la emisión.

Lo más llamativo en El tunche (2006) no es exactamente lo que se presenta en el filme, sino más bien lo que no se presenta. Con esto hago referencia a lo que usualmente se podría manifestar dentro de un filme regional; es decir, me refiero al anémico modo de expresar los diálogos, la excentricidad y teatralidad de actores recitando sus líneas, la confusión entre hacer un filme paisajista y otro que “promueve” turismo. Dentro de la precariedad de sus recursos fílmicos, el director huancaíno Nilo Inga, sabe tratar su película de un modo que no se quiebre la historia en el transcurso de llegada hacia su temática principal; en este caso, adaptar una leyenda, que es la del “tunche”, y volcarla al género de terror narrando una serie de asesinatos a un grupo de forasteros que han irrumpido la “tranquilidad” de la selva.

Nilo Inga crea historias introductorias sensatas y personajes que van ganándose sus perfiles: el gracioso, la temerosa, el más cuerdo del grupo. Reynaldo Arenas y Gustavo Cerrón son los rostros más conocidos y, por lo tanto, con mayor experiencia. Sin embargo, el equilibrio interpretativo del resto del elenco ofrece veracidad a la historia, la cual fluye sin algún tipo de ambages narrativos o en sus diálogos. La película de Inga no se va por las ramas ni se olvida a medio camino aclarar algunos detalles de su historia. Ya con la aparición del personaje principal, “el tunche”, es inevitable no recordar la película Depredador (1987), donde un ente camaleónico usaba la selva como modo de protección, y ese mismo contexto frondoso desorienta y provoca pánico. El tunche flaquea en sus efectos de imagen, muy aparte de eso, la película vale la pena verse porque entretiene y no provoca bostezo.

domingo, 4 de marzo de 2012

Siempre el mismo día (o One day)

La directora danesa Lone Scherfig, a pesar de haber cambiado de aires abriéndose a la industria en habla inglesa, su temática fílmica sigue rondando un interés por descubrir historias de personajes dispuestos a experimentar de la vida, a ir conociendo y reconociéndose a sí mismos al riesgo de fracasar o motivarse en el camino. One day (2011) cuenta la historia de dos amigos, Emma (Anne Hathaway) y Dexter (Jim Sturgess), y su anecdótica relación que vacila entre una amistad y un amor platónico, teniendo como única fecha de referencia el día que se conocieron: el 15 de julio. Lo más llamativo de este filme es sobre su formalidad narrativa. Scherfig husmea las vivencias y sentimientos de estos dos personajes al correr de los años. Es así como vemos a cada uno cambiando tanto en su aspecto físico como en su razonamiento, sea pasando por buenas o malas etapas. Cada uno viviendo por separado, aunque siempre conectados a pesar de la distancia mediante llamadas o breves encuentros; siempre uno dependiente del otro.

Al igual que en su anterior película, An education (2009), Scherfig habla de los cambios; del paso de la jovialidad a la madurez, en algunos casos, a la fuerza; de personas expuestas a las experiencias, unas cediendo y otras razonando. Emma y Dexter son dos personajes que van tomando rutas distintas. Uno mundano, la otra idealista; él viviendo a cada paso, la otra aguardando al amor. Existe además un estado que los tiene intrigados a ambos: la posibilidad de estar juntos. One day se acoge a la frase de “vivir como si fuera el último día”. La directora hace de su filme un melodrama aleccionador donde son las acciones iniciales de esta pareja las que terminarán prevaleciendo hasta el final. One day tiene las mismas debilidades de An education, un drama convencional de tintes light, aunque logra alcanzar mejores expectativas que la nominada al Oscar. El cine de Scherfig parece estar embaucado por la ruta de la moralidad y el aprendizaje, dejando de lado una mirada más íntima o romántica. One day se eleva por lo superficial, lo imaginable, la tragedia fácil y el cierre de postal.

viernes, 2 de marzo de 2012

El artista

Observar con atención la corta filmografía de Michel Hazanavicius, es admirar a un director apasionado por el cine. Tanto La classe américaine (1993) como su saga de espionaje OSS 117, son un colectivo de señas de un cinéfilo que ha disfrutado de una suma de películas que no se limita a un ritmo genérico o temático específico. Hazanavicius hace de sus películas una resultante de un observador embelesado por el séptimo arte, tomando como idioma al mismo cine, específicamente el estadounidense. Es desde este perfil entusiasta que El artista (2011) sale a la luz; una película que recrea con gran énfasis al cine silente y al sonoro también. Sobre sus personajes ficticios y la colectividad de emociones que muchos o pocos han podido percibir al ver una película, y que el director francés dispone a manera de apreciación y nostalgia. Su filme es sin duda un acercamiento a lo que posiblemente una gran mayoría desconoce en la actualidad.

Son los años veinte y la carrera de George Valentín (Jean Dujardin), uno de los actores más célebres del cine mudo, se ve derrumbada con la llegada del cine sonoro. En paralelo, Peppy Miller (Berenice Bejo), una actriz aspirante, ha encontrado en el cine sonoro la oportunidad de alcanzar esa fama que poco a poco se ha ido extinguiendo en la imagen de Valentín. El artista, en trama, apunta a ser una historia dramática, sin embargo, Hazanavicius insiste en no encasillar a su película en una pendiente emocional. En su lugar, sus mismos personajes poseen un carisma innato, propio de la elegancia y algarabía que distintos intérpretes del cine mudo manifestaban. El cine antes que ser una historia era un espectáculo, es por eso que hay una vaivén de emociones. La película a pesar de ir adentrándose al lado triste de su historia, no duda en poner a bailar la encantadora imagen de Peppy o colocar a un can jugando a hacerse el muerto. El artista, en cierto modo, no es una película íntegramente en versión muda. Hazanavicius crea más bien un filme que nos transporta a un mundo donde todo pretende ser silencio, un espacio donde el habla y los sonidos diegéticos están suspendidos, y que en su lugar resuena una majestuosa banda sonora. Curiosamente una de las mejores escenas del filme es sobre el sueño de Valentín, reflejándose un mundo donde el sonido ha recobrado vida de una manera agresiva.

El artista es entretenida, tan entretenida como ver un capítulo repetido, de esos que nos gusta, pero a fin de cuentas repetido. Y es hasta aquí lo mejor que se puede decir de esta película, filme logrado pero a su vez sobrevalorado, tanto por el público como por la crítica. En cierto modo, El artista es admirada por hacer ejercicio de prevalecer ese gesto por promover una esperanza de vida y memoria al cine que muchos han olvidado, ignoran o desconocen; el mudo. Michel Hazanavicius recrea una película que hace ofrenda al cine original, pero con comodidades. El artista es “cine mudo para dummies”, un tipo de cine que puede ser asimilado con gratitud por espectadores que no están familiarizados con el tema, una mera estrategia para captar esa atención e interés que en esta época poco tendría que interesar a los consumidores masivos. Lo desconcertante es la pronunciación de la crítica, una que menciona a El artista como un retorno al tipo de filme mudo como en sus orígenes, a pesar de emplear técnicas como el travelling o una edición que fácilmente podría ser la de una película actual. Hay una gran celebración por retomar ese formato de 4:3, en blanco y negro, y efecto de película en baja calidad; pero de pronto varios se han olvidado que hasta no hace mucho el canadiense Guy Maddin (Brand upon the brain!, 2006) ha ido realizando películas en versión muda, que sí son las que siguen las reglas naturales de este cine.

Pero fuera de las observaciones rigurosas que el cine logra concebir, lo cierto es que El artista no posee una vitalidad propia. Michel Hazanavicius tiene las tendencias al cine de pastiche en su filmografía, y su último filme –hoy ganadora a Mejor Película en los Premios Oscar –no es una excepción. Super 8 (2011) de J.J. Abrams hace un homenaje al director Steven Spielberg, y qué mejor forma que recopilando personajes tipo, temas, escenas, técnicas, que el veterano director ha empleado a lo largo de su filmografía, pero sí aplicándolo a una nueva trama. Hugo (2011) de Martin Scorsese, hace de igual forma un homenaje, tanto al cine como a George Melies. Una historia de una novela adaptada de forma inédita al cine, y recreada además con una habilidad y un efecto que provoca nostalgia. Una escena donde el anciano Melies mira a hurtadillas una película suya que parecía haberse extraviado, es un gesto emotivo que refleja esa sensación que cualquier espectador pudo sentir al ver una película que por ejemplo no ha vuelto a ver desde su infancia.

El artista, sin embargo, si bien es un homenaje al cine mudo estadounidense de los años veinte, se basa en la primera versión de Ha nacido una estrella (1937) de William A. Wellman y al actor Fredric March en Los mejores años de nuestra vidas (1946), Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles, Cantando bajo la lluvia (1952), Vértigo (1958) de Alfred Hitchcock, al cine de Vincente Minnelli, todo un collage fílmico que se concentran en una sola película, que más que una historia propia, es propiedad de otros. En cierto modo, todo producto artístico no es original, sin embargo, lo citados en El artista son directos, con una mínima corrección que –de hecho, no se niega –causa simpatía al verse reunida, pero no provoca verla más como una parodia, muy a diferencia de los filmes de Scorsese o Abrams que poseen una originalidad más amplia. El Oscar nuevamente tropieza al cederle la estatuilla a un homenaje pomposo y gratuito, siendo el peor de sus lapsus, el premiar a un actor por su carisma más que por su interpretación.