lunes, 28 de septiembre de 2015

Knock knock

No es habitual no referirse a la fílmica de Eli Roth sin hacer cita al gore en un estado demencial y masoquista. Knock knock (2015) es de lejos la incursión más mansa del director, y no hay razón para desprestigiar esto. Lo decepcionante surge, sin embargo, para cuando su trama no logra presumir el carácter dramático por el que se ve envuelto un padre de familia “modelo”, quien erróneamente cae en la trampa de dos sensuales jóvenes. Roth nuevamente apunta a una historia de personajes de paso. A diferencia de sus anteriores películas, estos no juegan a ser las víctimas, sino más bien los verdugos,  las cuales acosarán y castigarán a un cándido Keanu Reeves. Basada en la película Death game (1977), Roth reformula su trama en un área residencial en plena temporada de viajes. El solitario Reeves recibirá la súbita visita de dos mujeres a la deriva en una noche lluviosa. Es el auxilio voluntarioso y sin malicia, que luego abre paso a un jugueteo sensual.
Lo rescatable de Knock knock tiene que ver con esa primera parte. Las jóvenes ¿adolescentes? invadiendo la privacidad del “buen padre”, husmeando por las narices de los retratos de la familia perfecta que adornan por toda la casa, tocando y preguntando lo que no deben y relacionando todo tema con el libertinaje sexual. Es decir, preparan el terreno para el inocente Reeves quien constantemente se escabulle, guardando siempre su distancia a cualquier insinuación de alguna de las jóvenes. El montaje, sin embargo, va surtiendo efecto. El tramo se va tornando un juego erógeno, que a ojos del protagonista parece funcionar a modo de fantasía o remuneración sexual luego de una larga veda de sexo conyugal. Lo que sigue es el timo, la difamación y el juego villano. Knock knock decepciona a medida que esta película que apela al castigo y la humillación está a un nivel de principiantes. Los acontecimientos no provocan ni la compasión ni sacan a flote lo perverso. Así como en la etapa de seducción, las adolescentes parecen seguir armando sus travesurillas.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Venice Sala Web: Tempête

Pocos son los dramas que logran motivar la sensibilidad a través de una mirada que se libra de la puerilidad dramática. Tempete, del director Samuel Collardey, es un claro ejemplo de ello. La historia de un padre y sus complicaciones en relación a sus lazos familiares y laborales se despliegan con honestidad y sin maquillaje alguno. El drama en este relato no apela a lo trágico ni tampoco al milagro provocado por algún efecto Deus ex machina. Los sucesos que ocurren en este relato son producto de las circunstancias y no de malas jugadas del destino. Todo lo que sucede aquí está en base a un razonamiento natural. Son cosas que pasan, y nada más. La vida de Dom (Dominique Leborne), un marinero de un barco pesquero, se verá interrumpida por el prematuro embarazo de su hija de apenas dieciséis años. En paralelo, tendrá que lidiar además con la renovación de la custodia de esa misma hija y un segundo.

Tempete se inicia con una introducción a la historia. Es el antes en la rutina de Dom. Es su retorno luego de estar internado por semanas en el altamar. Lo veremos recoger a sus dos adolescentes hijos. La camaradería entre ellos trasluce a primera vista. Hacen fiestas, miran películas, duermen juntos. El ambiente es de fotografía. Tiempos de calma atraen tiempos de tormenta. Al regreso de una nueva faena laboral, Dom se encuentra con esa nueva noticia. Su hija lleva cuatro meses de embarazo. Hay además un riesgo en la salud del niño en concepción. A esto se le suma el otro riesgo, de que Dom pueda perder la custodia de sus hijos frente a su esposa, una de la que se interpreta no ha sido muy maternal durante la época en que eran una sola familia. El marinero tendrá que ajustar entonces sus horarios, evaluar un nuevo proyecto de trabajo a fin de atender a sus hijos. Los retos se asumen con optimismo. Es la benevolencia de un padre sostenido por una confianza ante un posible fracaso.

Dom hará lo que es necesario para no perder a sus hijos, no perder el sustento económico y, sobretodo, no perder la cordura. Tempete despliega la imagen de un hombre emprendedor. A medida que se va esforzando por planificar su nueva vida, ciertos percances lo irán frenando. Muy a pesar, para un camino existen otros más. Collardey define este drama personal mediante la historia de un personaje que es constante. Hay una honra y tributo al compromiso paternal. Uno que no necesariamente se define por las acciones finales, sino por las intenciones que lleva a cabo. Tempete modela los gestos de humanidad, más reduce lo dramático. Para los momentos de desesperación o fracasos no habrá un padre perdiendo los estribos ni tampoco unos hijos reclamándole con bravura. Existe incluso una historia de amor que a Samuel Collardey no le interesa convertirlo en un melodrama. El filme, en su lugar, prefiere contemplar las etapas. Son las idas y venidas, los altibajos del que nadie está libre. En ese sentido, el optimismo y la dignidad nunca son derrocados. 

jueves, 10 de septiembre de 2015

Venice Sala Web: Mate-me por favor

Una ola de muertes está sucediendo en una localidad. Mujeres han sido mancilladas y masacradas. Un asesino anda suelto. Nadie sabe nada, pero los estudiantes de un colegio aledaño han comenzado a hablar al respecto. Entre ellos comparten sus propias hipótesis. Versiones que de repente se confunden con sus sueños y fantasías que, al igual que los asesinatos, apuntan a lo grotesco. Mate-me por favor es un filme sórdido que evoca por momentos a una atmósfera slasher. Son pues los personajes enteramente conformados por adolescentes en pleno despertar sexual en instantes en que se está gestando una ola de homicidios. La ópera prima de la directora brasilera Anita Rocha da Silveira hace coincidir los tópicos del sexo y la muerte a fin de crear una convivencia que se verá reflejada en la rutina de su protagonista principal.

El sexo de pronto no está lejos de la muerte, parece asumirlo Bia (Valentina Herszage), quien, al igual que sus compañeros, cree pensar que el primero está subordinado al segundo. Retomando el comportamiento de un slasher, este género reza que los adolescentes quienes cometan actos sexuales son los aspirantes a víctimas fatales. Mate-me por favor no está lejos de dicha dialéctica. Bia, cándida y enamorada, de un momento a otro se encuentra inmersa en una curiosidad púber que apunta a la perversión. Son las pulsiones violentas que ha adoptado la adolescente al punto de inclinarse a una pulsión de muerte, como cuando se produce herida, por ejemplo. En paralelo que van sucediendo nuevos casos de violaciones, Bia va yendo en búsqueda de su goce sexual. La adolescente parece sentirse atraída por lo que piensa el verdugo sexual ¿Qué es eso que busca el asesino? ¿Es el placer sexual o el placer por la violencia? ¿O es acaso ambos? El caso de una víctima masculina impulsa a Bia a una repentina fijación por las de su mismo género. En un extremo, la adolescente comienza a sentir una atracción morbosa por circular en la zona en donde se perpetraron los hechos. Es como si ella desease “experimentar” de esa violencia a primera mano.

En Mate-me por favor no hay padres. Al igual que en los slasher, de pronto la presencia de la autoridad está ausente. Son los adolescentes mismos quienes se las ingenian para enfrentar sus miedos o aprender sobre lo que no conocen. Caso en la película de Rocha da Silveira, es la fijación distorsionada del descubrimiento sexual. El sexo y la muerte simpatizan en base a un efecto coyuntural. Esto puede ser asimilado por el espectador como crítica social o simple testimonio de un comportamiento sexual desalineado a una perspectiva conservadora. Mate-me por favor, además, tiene ciertas coincidencias con otra película también seleccionada en la Competición Orizzonti. En The fifts, película de Anna Rose Holmer, sucede también una suerte de paranoia que a medida que avanza se va convirtiendo en una obsesión casi sombría. Son el grupo de adolescentes abiertos a esta experiencia fuera de lo normal, una que incluso genera un colapso o daño físico. Al igual que Mate-me por favor, el final cierra con una experimentación colectiva.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Venice Sala Web: Wednesday, May 9

Artículo publicado en Cinencuentro.
El actual cine iraní, en gran parte, se ha visto influenciado por dos factores. Uno tiene que ver con un carácter de protesta. Es, por ejemplo, el cine de Jafar Panahi. Un cine socialmente comprometido, desaprobando la represión que llega tanto del Estado como de las normativas sociales. Lo segundo tiene que ver con un carácter humanitario. Es, por ejemplo, el cine de Abbas Kiarostami, no el más reciente, sino específicamente el de la década de los 90. Un cine sensible que a partir de la rutina se emergen historias ejemplares. Wednesday, May 9 se podría decir que acoge ambas motivaciones. La ópera prima del director Vahid Jalilvand narra la historia de un aviso al público anunciando el desinteresado donativo que irá a nombre de algún necesitado. Esta será la excusa para descubrir tres historias, cada una sosteniendo sus propios dramas y a la vez revelando el lado trágico de la realidad en dicho país.

Jalilvand tiene esa influencia del cine de Kiarostami en base a cómo un móvil va desmantelando a otros personajes o historias. No existe un protagonista central. En su lugar existen personajes que coinciden dentro de un mismo contexto opresivo que genera frustración. Wednesday, May 9 cuenta la historia de Jalal, autor del aviso y donante de esa considerable suma de dinero, y dos mujeres, ambas aspirando a conseguir la donación a fin de curar sus dramas. La película a medida que va adentrándose en estas tres historias, va manifestando acciones, comentarios, sucesos que en cierto modo no son transcendentales dentro de la trama, pero que sin embargo generan una visión del contexto. Parece ser que no solo son los dramas que viven estas tres personas las que los ha dañado o sensibilizado. Es más bien un todo. Por ejemplo, las vivencias que desatan comentarios tiránicos, la vigilancia estatal siempre mirando con desconfianza o el machismo tan punzante que castiga tanto a mujer como hombre.

Wednesday, May 9, en respuesta a esto, tiene una postura utópica. Jalal es un altruista producto de la impotencia de la que fue víctima en un pasado y que no deja de observarla a través de los demás. Este protagonista es una suerte de mártir que incluso se inmola aunque no literalmente. Este personaje absorbe la tragedia ajena, haciéndola suya por su abuso de compasión hacia los necesitados. Jalal cura a los demás a fin de curar sus propias heridas. Vahid Jalilvand crea a un individuo que se mitifica a medida que va percibiendo las angustias generadas por la coyuntura. A pesar de esa presencia benevolente y desinteresa, Wednesday, May 9 no deja de expresar el lado dramático. Es por un lado los rezagos de la caridad, algo que genera tensiones en la vida personal de Jalal. Está también esa imposibilidad de asistir a todos. No es gratuito que esta filantropía llegue de una persona común. Es el compromiso estatal aún irresuelto.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Venice Sala Web: Pecore in erba

Artículo publicado en Cinencuentro.
Leonardo Zuliani tiene pegado en su habitación un afiche de This is Spinal Tap (1984). Faltaba más. Y es que este clásico del género mockumentary sirve de gran inspiración para la película de Alberto Caviglia, filme que sobretodo configura a un romántico. Al igual que los rockeros de la película de Rob Reiner, Zuliani será un famoso de poca monta, pero que sin embargo es –desde una clasificación de libros de autoayuda– un emprendedor nato. Pecore in erba enteramente relata el biopic de un antisemita, xenófobo, político radical, enemigo de los judíos o de algún grupo terrorista fundamentalista, el “odiado de turno” por la sociedad, huérfano de padre a quien odia con pasión (lo que le produjo una prematura disfunción eréctil, afirma su psicólogo de cabecera); y así sigue la lista. Es decir, un perverso, resentido y defectuoso por excelencia, pero que a pesar de todo fue líder nato, caricaturista, fundador de un grupo político y de un círculo literario, filósofo, inventor, autor de algunos libros y de una franquicia de comida rápida. Lo cierto es que Zuliani fue mucho, aunque nada.

Pecore in erba inicia con un noticiario anunciando la desaparición del joven italiano. No solo su familia, sino toda Italia está consternada. ¿Dónde está? ¿Fue acaso un escape o un secuestro? Multitudes claman la liberación de este joven incomprendido que desde pequeño, casi por naturaleza, sometió al bullying a su compañero judío. Desde ese momento, Leonardo Zuliani no dejó de impartir esa causa/odio hacia la comunidad judía como extranjera. Caviglia promueve la sátira partiendo de un personaje que tiene una lógica que rompe un tabú tan antiguo como moderno, pero que en cualquier momento de la Historia de la Humanidad fue carente de lógica. Es en base a ese absurdo que el director italiano se imagina a este individuo increíble. Cual Forrest Gump, este se va desenvolviendo en muchas áreas especializadas. Las políticas, las académicas, las mediáticas, las empresariales. En cada una de estas, Zuliani irá manifestando su discurso del odio. Muy a pesar, la frustración es inevitable.

El viaje comprometido de este héroe o antihéroe, como se le quiera ver, es la de un destinado a la frustración. Es decir, intentando exterminar algo tan arraigado como el conocimiento judío, tan trascendental e imperante en el mundo occidental. Cada corriente filosófica o estrategia de marketing que haya triunfado y promovido Zuliani, no será más que una suerte de ilusión, algo efímero. El efecto boomerang no se deja esperar. Justo cuando el protagonista principal ya se sentía en la cima del mundo, el piso se remece (o la Historia se acomoda) y la humillación asalta al joven romántico. Entonces nuevamente lo vemos aislado en su dormitorio. Sentado sobre su cama, justo al costado del afiche de los rockeros que al igual que él, su historia sirve como una suerte de radiografía de una época. Pecore in erba piensa en base a los comportamientos de una sociedad. Es irónico ver como las masas son tan volubles. Por momento odiando a este antisemita, al otro día comprando sus productos, luego odiándolo otra vez, y al final invocando a su reaparición. Queda, sin embargo, en la coda del relato ese sabor a triunfo y redención humanitaria; algo que en la actualidad resulta ser tan utópico. Alberto Caviglia es otro romántico.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Venice Sala Web: The fits

Artículo publicado en Cinencuentro.
The fits se inicia con la figura “masculinazada” de una niña. Su presencia rodeada de testosterona y prácticas de boxeo de inmediato contrasta con ese otro sector ubicado en el mismo complejo deportivo, uno que está conformado por el grupo de chicas, en su mayoría adolescentes. En paralelo, veremos a la protagonista de la película ejerciendo las mismas labores que las de su hermano mayor, sea ayudando con los tareas como empleado del complejo o haciendo rutinas de entrenamiento propio de un aspirante a boxeador. La ópera prima de la directora Anna Rose Holmer en principio parece apuntar a un drama de identidad, sobre la niña que siente curiosidad por ese club femenino de danzantes urbanas. Hay algo que le atrae de esta práctica. Es tal vez la naturaleza de compartir lo mismo que los de su mismo género. La película, sin embargo, apunta a una naturaleza más compleja.

Lo que parecía lejano a la niña, de pronto forma parte de su nueva rutina. La menor cuelga los guantes y pasa a formar ahora parte del grupo de chicas practicando coreografías que son todo un reto para la recién integrada. Junto a ella, se unen otras de su edad, quienes junto a las más mayores serán entrenadas para un próximo desfile. Algo inesperado, sin embargo, sucedió en la primera práctica. Una de sus líderes ha sufrido un repentino ataque de convulsiones. Las noticias no son claras de lo que sucedió, pero tal parece que no fue nada grave. Las sesiones de baile siguen su curso. En el transcurso, un cambio se percibe. Es el del divorcio fraternal. Es la niña pasando cada vez menos tiempo junto a su hermano mayor. La distancia es cada vez más notoria, aunque sin dramatismo. ¿Es acaso ese el conflicto de la historia? Una nueva víctima de convulsiones afirma que no lo es.

The fits me recuerda a algunas películas de Serie B en EEUU durante la década de los 50, sobre las paranoias colectivas, hechos inexplicables que sacuden a un grupo de personas, especialistas y noticieros lanzando hipótesis que como espectadores estamos seguros son erradas. Ya después del segundo desmayo, el ambiente en la película de Rose Holmer se torna pesado. La banda sonora se manifiesta misteriosa y amenazadora. Lo desconcertante se expande para cuando comenzamos a oír los testimonios de las víctimas ya recuperadas, cada una explicando a su manera esa suerte epifanías. Tal parece que la experiencia se va convirtiendo en una moda y, como en el inicio, la protagonista ahora busca ser parte de esta. The fits sigue siendo en cierto modo un filme sobre la búsqueda de la identidad o la inclusión, muy a pesar lo enigmático desplaza cualquier huella dramática. Anna Rose Holmer en su debut de ficción recrea su propia versión de las modas adolescentes desde una lectura un tanto retorcida como mesiánica. Es por un lado el clímax grotesco producto de parálisis y desmayos, es por otro lado la señal que simboliza la cumbre de la perfección; ambos casos relacionados a la danza que de paso abrió las puertas de la adolescencia a una niña.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Venice Sala Web: Italian Gangsters

El 3 de setiembre se inicio el Festival de Venecia. Desde hoy estaré posteando algunas reseñas a las películas que forman parte de Sala Web, programa del mismo festival y que se transmitirá via streaming por Festival Scope. El precio para ver cada película es de 4 euros. Las reseñas serán publicadas originalmente vía Cinencuentro, media partners de Sala Web.


A diferencia de películas como Gomorra (2008) o Salvo (2013), el tema sobre la mafia en Italian gangsters (2015) se aborda desde una mirada fascinada por los rostros que décadas atrás fueron los principales decorados de las palestras mediáticas, los mismos que posteriormente el cine de Elio Petri, Mario Bava o Fernando Di Leo se encargarían de mitificarlos a través de épicas llenas de violencia que se perfilaban a una explotation. El documental de Renato De Maria tiene como propósito hacer una remembranza a estos individuos. Es a través de declaraciones y fuentes fílmicas, tanto reales como ficticias, que este filme va representando los perfiles y anales de un grupo de ex líderes de la mafia italiana, villanos que cometieron sus fechorías para la década de los 50 y 60. Es decir, una generación que nació y fue criada bajo el seno de la posguerra. Es en base a esto que la película se encarga de rememorar una época en crisis, aquella que engendró una prole desencantada con su realidad.

Bajo dicha perspectiva, Italian gangsters, además de ser asumida como una radiografía a esa primera mafia italiana, es una radiografía a la sociedad de la posguerra. De María para esto sienta en el banquillo a estas cabezas de la mafia, los cuales serán interpretados por actores. Es a través de estos testimonios en primera persona que se va manifestando en principio la testificación de habitantes por entonces comunes. Son los hijos de albañiles o comerciantes, víctimas del hambre y la miseria, viviendo entre las ruinas de un país devastado. La situación, sin embargo, solo es precaria para los pobres. Cual protagonista del neorrealismo italiano, estos abrazan con optimismo sus sueños. Muy a pesar, el trabajo promedio no amerita, las políticas proletarias parecen no funcionar y el fracaso cada vez más parece inminente. Es así como se da el origen de la mafia; según dictan sus propios autores. Todo es causa de un síntoma social o histórico.

Ya más adelante, los narradores cuentan sus primeros actos infringiendo la ley. De los inicios a este oficio se salta a sus momentos cumbre. La mafia ya es parte del cotidiano y algunos además se las arreglaron para que sus famas cruzaran las fronteras. Son en estos momentos en que los metrajes de ficción toman valor, los mismos que reproducen para cuando los locutores cuentan sobre tal robo o aquella fuga. Es el cine que va acotando sus dotes de la memoria, por ejemplo, al inmortalizar una temporada violenta. Italian gangsters no apunta a la crítica de una época ni tampoco crea una conexión con la mafia actual a fin de promover una reflexión. Renato De Maria prefiere indagar en la mafia italiana de forma contemplativa. El director inclusive cede a que las mismas biografías de estos personajes reales por sí solo se rediman. La película termina con una serie de epitafios. Son los mafiosos que pasaron una corta o larga temporada tras las rejas, tiempo que les sirvió para curar sus resentimientos, volcando sus fantasías a rutinas por fin divorciadas de la violencia. Es el caso de uno que se volvió un pintor e incluso ganó algunos premios por su arte.