viernes, 28 de octubre de 2016

14 Festival de Morelia: Tempestad

Lo que motiva de Tempestad (2016) no es su modo narrativo empleado, este compuesto por una dinámica de imágenes independientes a la voz en off que por ejemplo también se aplica en otro documental como Miedo al 13 (2015) o en la película de ficción La última vez que vi Macau (2012). En su lugar, lo que estimula son las historias dramáticas de las dos mujeres que testimonian para la directora. Tatiana Huezo registra dos dramas que hallan su relación en un mismo contexto. Son a partir de estos relatos que la sociedad pública y las del orden en México manifiestan su peor rostro. La injusticia parece tocar niveles absurdos.
Existe pues una coalición entre los que supuestamente custodian a una nación y los que la degradan a través de la violencia y el narcotráfico. Al menos en una de las historias se descubre con claridad a estos como los responsables de cierta coacción. Respecto a la segunda, no hay necesidad de armar una ardua pesquisa para comprender que ese asalto viene de un mismo agresor y mismos cómplices. Tatiana Huezo se desapropia de las imágenes que alientan el dramatismo o cualquier exceso, y en su lugar deja que las voces de dos mujeres declaren y denuncien. La tempestad se arma por sí sola.

jueves, 27 de octubre de 2016

14 Festival de Morelia: Todo lo demás

Todo lo demás (2016), de la directora Natalia Almada, es una lectura a Jeanne Dielman (1976). En el filme mexicano veremos a la actriz Adriana Barraza inmersa en la rutina de una solitaria empleada pública. Los espacios que recorre en su mayoría son lugares públicos; es decir, áreas abarrotadas por una gran colectividad. A pesar de esto, vemos a la protagonista luciéndose extraviada en el vacío. Su interacción con el resto no se ajusta más que a lo acostumbrado. Tendrá que suceder un acontecimiento en la intimidad de la mujer para que recién ponga atención a esa carencia. Entonces se mantendrá en vela y atenderá más a ese sueño recurrente (o tal vez pesadilla), se maquillará, se esforzará por interactuar con el mundo.
Así como en el filme de Chantal Akerman, en Todo lo demás la angustia habla sin mediar tantas palabras. La afección del filme, sin embargo, se ve cuando la directora se dispone de los atajos que harán más “palpable” dicha angustia. Esto, lastimosamente, sucede desde el principio de la película. Un gato, los programas anticuados en la televisión, la lluvia, los mismos sueños. Natalia Almada se ve además en la obligación de revelar algo de la coyuntura de su país. Es esa necesidad por responder a una colectividad; en este caso, gesto innecesario dentro de un mundo que apuntaba a la gráfica individual.

14 Festival de Morelia: Mexicanos de bronce

En estos días estaremos posteando algunas películas que se están presentando en el 14 Festival de Morelia.

En el documental Mexicanos de bronce (2016) el director Julio Fernández Talamantes se infiltra en una de las cárceles del país norteño con la intención de explorar la rutina de un grupo de reclusos dedicados al rap. En la introducción del filme conoceremos el perfil de algunos de sus integrantes. Poco se comenta sobre sus delitos o antecedentes penales. Lo esencial en este inicio es el ascenso optimista de cada uno a propósito de esa práctica musical que adoptaron tras las rejas y que además resulta ser un empuje moral para un futuro escrito (ante una larga pena por cumplir) o uno incierto (ante una próxima salida).
Para una siguiente parte, la historia parece centrarse a un solo personaje. A partir de entonces el documental comienza resultar algo disperso. Mexicanos de bronce por momentos luce como un documental sobre un colectivo, sin embargo, se siente más inspirado ante un testimonio individual sobre ese mismo optimismo que se agota o que se convierte en fantasía dentro de “lo real”. Su final parece rememorar a los de documentales como Streetwise (1984) o La vida loca (2008), en referencia al pronóstico trágico e incorregible.

martes, 25 de octubre de 2016

El contador

Existe un puñado de películas de acción que han combinado el espionaje y tomaron como personaje crucial a un niño autista y prodigioso, pieza clave, por ejemplo, para descifrar algún complejo código que solo el Gobierno debería conocer. En El contador (2016) este personaje no precisará de un héroe de los noventa para salvarse de los malos. En su lugar, este mismo será un adulto y protector de sí mismo y, de paso, el de algunos otros. La película de Gavin O’ Connor parece aludir a los antecedentes de un superhéroe, precozmente entrenado, tanto física como psíquicamente, para el combate; toda una máquina de matar, aunque siempre mellado por un “talón de Aquiles”. Como el Batman de Nolan, Christian Wolff (Ben Affleck) ha tenido que viajar hasta lugares retirados para aprender sobre el mundo (o su propio mundo), mientras dominaba el manejo de armas y lucha.
El contador se desplaza entre dos tiempos. Es la vida apacible y de corrección obsesiva de un contador en un presente. En paralelo, se manifiestan sus recuerdos del pasado en cuanto a su “educación”, las cuales justifican sus habilidades que tendrá que exponer para cuando se encuentre implicado en una trampa fiscal. La película de O’ Connor combina también la acción y el thriller. A esto se suma el carácter dramático en referencia a una biografía que, más que discutible o ejemplar, peca de exceso. El contador en cierta forma se construye sobre argumentos fabulosos, además de predecibles y reiterados en el cine de acción. Al poco de desarrollarse la trama, ya se sabe quiénes son los malos y quienes los buenos. Su mismo final es posible de descifrar bastando algunos minutos de reflexión. En tanto, hay una intención forzada por promover un mundo optimista en donde la criminalidad se justifica y los padecimientos descubren en su mayor proporción ventajas extremas.

jueves, 13 de octubre de 2016

Horizonte profundo: desastre en el Golfo

Lo mejor de Deepwater Horizon (2016) es el antes del gran climax. Peter Berg en esta nueva película de sobrevivencia marca el estado de ansiedad a consecuencia de una negligencia que es "palpable". Más allá de lo que pueda predecir un ave estrellándose en un helicóptero, es la lista de pendientes críticos que acontecen en la plataforma marítima las que provocan una severa inquietud de lo que está pronto a suceder. Berg promueve una bomba de tiempo a punto de estallar, y lo que desespera es que el azar parece darle la razón a los agentes del desorden, como el que representa el personaje protagonizado por John Malkovich, indolente supervisor a cargo y vigilante de la austeridad y demás intereses de la corporación petrolera. Ya cuando la Divina Providencia no soporta más la responsabilidad, el colapso de la torre de naipes es catastrófico. Al final queda el caos, víctimas, la descompensación de los que sobrevivieron, escándalo e impunidad.

viernes, 7 de octubre de 2016

Visiones extrañas (o Before I wake)

La premisa que emprende Mike Flanagan en Before I wake (2016) es muy conocida dentro del género. Un niño huérfano pasa a manos de una nueva familia, situación que ya había experimentado en varias ocasiones. Este no tendrá algún problema de actitud, sin embargo, tenemos por entendido (a propósito de su introducción) que algo inusual sucede a su alrededor. La recién formada familia emprende su nueva rutina a medida que cada miembro se recupera de su propio drama; el niño de una vida sedentaria, los padres de una reciente pérdida. Flanagan registra el cuadro de la pareja de esposos con un aire de aflicción. El luto de su hijo trasluce heridas aún abiertas. La presencia del nuevo hijo servirá, en tanto, como parte de una terapia necesaria. A la llegada del primer evento sobrenatural, entre mágico y espeluznante, comienza a nutrirse el dramatismo y se reserva el terror a fin de no adelantar los hechos.
Se podría emparentar The Babadook (2014) con Before I wake. Ambas películas de terror de pronto ejercen sus mecanismos mediante la manifestación de alucinaciones infantiles, las mismas que van tomando terreno dentro de la rutina de los adultos. La gran distinción tiene que ver con la atmósfera. En el filme de Jennifer Kent el idioma siempre es sombrío, mientras que en el de Flanagan hay algo de júbilo. De aquí por qué el drama de los padres precisaba de una esquematización necesaria. Son esos hechos mágicos los que de pronto comienzan a enmendar en el luto de los adultos. Es decir, el intruso maligno sin querer comenzó a retribuir y consolar. Queda pendiente entonces a qué precio y hasta cuándo durará. Esto también gesta un sesgo enfermizo, caso el de la madre. Es el agente obsesivo reaccionando ante la negación de un abandono prematuro. Ya después, para cuando esta misma se da cuenta del efecto colateral de dicha “ilusión”, es tarde. Es ahí cuando Before I wake desciende su interés al inclinarse a la búsqueda de respuestas y orígenes, así hasta esclarecer con puntualidad racional todo lo acontecido.