lunes, 29 de diciembre de 2014

Mis Favoritas del 2014

Una ampliación de mi lista aparecida en Páginas del Diario de Satán.

Ante todo, es preciso comentar que este año tuve un gran descuido respecto a los estrenos de cine nacional, es por ello que omito un comentario general. De las que vi (tanto de los estrenos comerciales como estrenos alternativos) si me gustaría comentar algo sobre Mecanismo velador, de Diego Vizcarra, un corto experimental que se entabla al género found footage al recolectar una serie de tráiler en donde toda “imagen” (por así llamar a las secuencias de la película en sí) es marginada y en su lugar tan solo se agrupan los rótulos, específicamente los mensajes tipográficos inclinados a construir la expectativa del espectador. Básicamente es eso lo que este corto construye; crear un discurso de la expectativa, cuestión que adrede se torna repetitiva y que vanamente va alimentando la curiosidad mediante una sucesión de “Coming soon” que por efecto nunca logra llenar. Qué es sino el cine un mecanismo dialéctico entre la pantalla y el espectador, uno que desde el ámbito comercial también obedece a esas leyes de consumir lo repetido o reciclado.

A continuación, mi lista de preferidas según el orden en que se estrenaron o programaron.

Cartelera
Blue Jasmine (Woody Allen)

Her (Spike Jonze)


La novia ideal o Dark Horse (Todd Solondz)

Boyhood (Richard Linklater)

Perdida (David Fincher): Un punto clave y a la vez efectivo de esta película tiene que ver con el modo de construir un caso. De pronto el espectador es como el detective al que se le dispone de toda una serie de evidencias que invitan a la precipitación, es decir, de fabricar con antelación hipótesis y asumir “presuntos culpables”. Es también un primer plano a los perfiles perversos de personajes obsesionados. Aunque ya conocido, no deja de fascinar ese amante que aprisiona y amolda con sutileza a su “objeto del deseo”. Y, por último, Fincher no deja de mencionar su fascinación por personajes presas del pánico. La tensión del acecho es un motor más de su película. Lástima que cerrara con un final pasional de telenovela.


Festivales
Los corceles de fuego y El color de las granadas (Serguei Paradjanov)

The missing picture (Rithy Panh)

Norte, The end of History (Lav Diaz): Diaz crea personajes con ideas y los pone a dialogar con la historia de su nación, esta misma contemplada como un fracaso. El resentimiento, la frustración y el conformismo se desplazan en la trama, gestándose una mirada trágica. La dialéctica de "Crimen y castigo" se desarrolla, donde lo humano se emprende en el lugar menos esperado, y mientras tanto lo inhumano lucha por la reivindicación y fracasa. La historia es cíclica.

Cold in July (Jim Mickle)

It follows (David Robert Mitchell): Cual película de terror ochentera, Robert Mitchell revive la vieja fórmula del género al promover una cacería de adolescentes en plena ebullición sexual. La trama es simple: el sexo será la vía para adquirir o pasar la maldición, una que invocará a un ente sin rostro (Michael Meyers) que pondrá en vigilia a sus víctimas (Freddy Krueger). Gran tributo al género slasher.

The tribe (Miroslav Slaboshpitsky)

Jauja (Lisandro Alonso)

Algo mejor que la muerte – Dreileben I (Christian Petzold)

La princesa de Francia (Matías Piñeiro)

Buzzard (Joel Potrykus)


Otras vías
Blue ruin (Jeremy Saulnier): Lo grato de esta película tiene que ver con la construcción de su héroe y el dilema en el que se encuentra. Como si se tratase de una western, será el inexperto pistolero que tendrá que hacer frente a toda una horda luego de perpetrar su venganza. Una película sobre los lazos de sangre que genera un ambiente pesado, al igual que su coetánea Cold in July, y que además recuerda a una versión torpe del cazador en No country for old men.

Calvario (John Michael McDonagh): Otro que recibe un ultimátum. La fe y el temple de un cura puesta a prueba. Brendan Gleeson será provocado de inicio a fin por una serie de irritantes personajes y eventos desafortunados. Es el héroe contra el mundo, uno que lo golpea con sarcasmo y pinta de melancolía al pueblo que intenta proteger con abnegación. La comedia negra para Michael McDonagh como límite entre la burla y la clemencia.

Locke (Steven Knight): Como si se tratase de un estratega orquestando desde su base de mando, un padre de familia desde su vehículo en marcha hará maniobras para evitar el colapso de su entorno. Tom Hardy ofreciendo una de las actuaciones del año desde una cabina en donde el estrés y la ansiedad corren a medida que el tiempo y la meta del conductor se acortan.

Haewon, hija de nadie (Hong Sang-Soo): Sugerente desde su título, uno que remembra a los melodramas clásicos sobre mujeres anímicamente intempestivas, puramente racionales, que juegan a ser el centro vital de la masculinidad que en contraste son más pasionales. Hong Sang-Soo les brinda a sus personajes un itinerario reiterado. Son los mismos contextos que parecen predecir una rutina inmutable.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Polvo de estrellas (o Maps to the stars)

El cine de David Cronenberg dicta historias sintomáticas. Son pues personajes ocasionalmente enfrentados a “experimentos” que en un principio observan con desconfianza o incluso hasta con cierta repugnancia. Más adelante se abrirá paso al juego de la perversión, es decir, a ceder ante aquello que en un inicio se resistían. Lo que a comienzo de la historia era la erradicación o cuestionamiento de ciertas acciones, tales como el uso de videojuegos orgánicos, la (re)adopción de la violencia o la aplicación de terapias psicosexuales, a posterior se convertirá en fascinación; un síntoma de liberación de lo reprimido. Es la transformación de la personalidad de un individuo luego de hacer práctica o exponerse a dicho “experimento”. Maps to the stars (2014) al seguir este patrón, no aspira ni a la sátira ni a la comedia. Dicho esto, no es más que una historia sobre personajes aguardando a que se cumpla ese rol sintomático.
En su trama, protagonizado por gurús de autoayuda, artistas de cine y servidores de estos mismos, Cronenberg desarrolla una nueva teoría de la perversión, cuestión que se alinea a lo que antes ya había evocado en Una historia violenta (2005) sobre “fantasmas del pasado” que retornan para renovar cuentas pendientes. Caso el de Maps to the stars, son los viejos traumas familiares que renacen. En medio de la banalidad o la rutina despreocupada, estos personajes –de alguna forma emparentados con la fama– cobijan un lado infausto. Ellos son víctimas de viejos tormentos, malestares provocados por herencias familiares que han ido reprimiendo por años, pero que de pronto serán liberados por razones circunstanciales, sea a consecuencia del retorno de una hija un día desterrada por sus padres o la oportunidad de que una actriz interprete un antiguo papel que perteneció a su madre.

Los personajes de Maps to the stars afirman ser pacientes rehabilitados, muy a pesar esto es aparente o a lo sumo provisorio. A medida que conviven con sus terapias y medicaciones, estos son víctimas del acoso de sus “fantasmas”, presencias que se cristalizan y traen de regreso lo reprimido. Como respuesta está la resistencia a no volver a recaer o simplemente a no recrear lo que un día sus progenitores hicieron. Es la vana negación a (re)experimentar algo que genéticamente está en ellos. Cronenberg no deja de reflexionar sobre las dinámicas perversas de la naturaleza humana. Sujetos que cansados de escapar de sus genes, poco a poco van cediendo ante lo que un día ellos mismos aborrecían. El síntoma se cumple luego que iremos viendo cómo los protagonistas de esta película serán presas de la degradación.
Maps to stars, al igual que en la mayoría de los filmes de David Cronenberg, en su proceder irá dinamitando una serie de fetiches sexuales o sobre pieles atrofiadas, comportamientos que siempre viran hacia una inclinación de fascinación perversa. Un ejemplo de esto es sobre el tema del incesto, cuestión que se concibe de distintas maneras, desde la violenta, la no premeditada o viceversa; las cuales sujetan a sus personajes a una especie de círculo vicioso.