jueves, 29 de abril de 2010

Paraíso


Paraíso narra la vida cotidiana de cinco adolescentes de un barrio pobre, terreno hostil y agreste, que es testigo de una realidad que no apremia a los individuos de su naturaleza, una que está rodeada de la fantasía representada por la vida escolar o la del pandillaje. Sus personajes aparentemente se dejan arrastrar por lo que les toca vivir dentro de ese mundo de escasas oportunidades. Ellos son segunda generación de los migrantes ayacuchanos, aquellos que escaparon de los terrucos, de los cachacos, de la guerra sucia, muy a pesar el espanto y las nostalgias no han sido heredadas a sus hijos que confrontan sus propios temores.
Héctor Gálvez ha co-dirigido anteriormente el documental Lucanamarca, se entiende entonces porque Paraíso tiene ese aire documentado que se concentra en sus cinco personajes adentrándose a su intimidad lo suficiente para saber qué está surgiendo en su alrededor. La historia no exige que se conozca a estos jóvenes sobre su psicología o sus propios sentimientos. El mismo pueblo parece ser hermético. Los mayores guardan celosamente un luto que queda para la memoria, mientras que sus hijos meditan en voz baja compartiéndose muy pocas veces sus deseos o preocupaciones. Son apenas las miradas o los primeros planos los que nos ofrecen alternativas a interpretar. La película posee situaciones de corta duración, las secuencias son cortas, los encuadres son en conjunto o enteros –Paraíso siempre es visible y partícipe a pesar de ser baldío –. Los momentos más activos son una mención que no merece ser expresada. Paraíso es contemplativo, no busca ofrecer un mensaje, se resiste a emplear métodos de enganche o de nudos de acción.

El mundo de sus jóvenes está compartido: el interactuar dentro de su mundo (asistir a la escuela, reunirse con los amigos, tomar unos tragos, recurrir al pandillaje) y el convivir consigo mismos, que es dejarse llevar por sus deseos o sus sueños. Paraíso es soñar con un mundo mejor que ese. Es ver el mundo de otra forma, y no solamente porque algunos de estos adolescentes son socialmente conscientes, sino que es la misma situación los que les obliga a romper con su mundo fantasioso creando sus propias fantasías. El poder volar es imposible, pero estar colgado a los aíres mientras que la gente te aclama está cercano a sus sueños. Paraíso está localizado en tres tiempos: el pasado, el presente y el futuro. El pasado está representado por la violencia, tanto política como social, representadas en Sara –una de las jóvenes del grupo – y en la muerte de “Che Loco” – un amigo del grupo que cayó víctima del pandillaje –, respectivamente. El presente es el pueblo de Paraíso, el desempleo, las borracheras, las malas juntas, los días de colegio. El futuro son sus sueños, las ganas de ser mejores o de ser otros.
Los personajes de Paraíso viven su presente pero conservan una memoria, muy a pesar, eso no les evita poder soñar con un futuro diferente al suyo, aquel que está impuesto en la realidad, más no dentro de sus mentes: la fe de tener una piscina, de volar por los aires o de tener una carrera profesional. La sutilidad que Gálvez otorga a su película es la de conservar la calma ante la entrega de un mensaje, muy a pesar Paraíso transmite mucho de eso. Los diálogos escasos se vuelven temas de conversación vastos que prontamente son reemplazadas por otras situaciones. El espacio minimalista resulta ser tan simbólico, y la simple vida de sus personajes tan significativa; tan anecdótico como un árbol vivo en medio de un desierto. Paraíso es una buena película. Es un claro ejemplo de lo que nos está ofreciendo el nuevo cine peruano aún en formación.

lunes, 26 de abril de 2010

Polémica sobre la crítica de cine en el Perú

Ricardo Bedoya a posteado en el blog Páginas del diario de Satán un artículo de Rafael Zalvidea titulado “¿Para qué sirve la crítica de cine en el Perú?”; un tema polémico que es preciso discutir.

El artículo de Rafael Zalvidea:

http://paginasdeldiariodesatan.blogspot.com/2010/04/para-que-sirve-la-critica-de-cine-en-el.html

En definitiva la opinión de Rafael Zalvidea es valorable, más que consciente frente a una realidad que está desalentando a todos aquellos que tienen deseos –y además de los que ya están dentro de la materia –de crear cine específicamente dentro de nuestro país. La obra del crítico de cine es a veces una de las creaciones artísticas –desde ya lo digo, la opinión del crítico es artística –más crueles y viles que pueda existir. El crítico, que es la voz mediática, manipuladora, enceguecedora, como queramos llamarla, es la que comunica en una determinada población lectora sobre si debe o no debe ver una película en la presente cartelera. De aquella población un grupo podrá hacerle caso, y otra tal vez no lo haga. Es así como el crítico ha hecho un labor maligno, el de provocar malicia frente a una película que no ha sido vista por un público determinado, pero sin embargo este ya tiene un juicio frente a esta: “la película es un bodrio, es lamentable, es de principiantes”, etc. O sea, el público ha juzgado algo que nunca ha observado, y esto en ocasiones es una reacción en cadena pues estos sumisos les comentarán a sus amigos que no vean la película “X” porque han leído, o le han comentado, que es mala. Entonces la lista de personas que se privarán de esta cinta se va extendiendo. El crítico de cine así entonces se gana la corona al ser más repugnante que existe, de hacer mal a quien quiere hacer las cosas de muy buena gana, tal vez no de muy buena forma, pero en fin, hace lo mejor que puede, o tal vez cree hacer lo mejor que puede, eso cada vez que ejerce una crítica negativa al caso.

Entonces, repito, la opinión de Zalvidea es valorable, muy razonable, eso que no quepa dudas, pues ha esclarecido en su mismo artículo que los críticos nacionales tienen una facilidad de crear un malestar frente a toda una generación de jóvenes productores –y estoy seguro que Zalvidea también se refiere a los viejos, los que inclusive también tienen nombre dentro de la cinematografía peruana – que están con muchas ganas de empezar a crear cine nacional, pero que son desalentados y vapuleados por las duras palabras de una reseña que es dictaminada por el público como la verdad. Es así como empieza la era de la frustración de un creador y se alza al crítico en hombros por haber ahorrado a un espectador el tiempo y el dinero que podría “malgastar” en una sala de cine. Pero vayamos siendo neutrales, con lo mencionado podemos inferir que este joven aspirante depende de solo una cosa, o más bien de una sola persona que le pueda ayudar a promover su opera prima –o en otros su segunda o tercera o cuarta o vigésima película –: es el crítico de cine. Pero este no hace más que desdeñar, ningunear, por lo tanto, acaba con las expectativas de un director de cine, observando de pronto las salas de cine escasas de público y muy pronto verse fuera del mercado, y todo por qué. Y aquí viene mi primera pregunta que va en defensa del crítico de cine: ¿qué se le cruza por la cabeza a un crítico al momento de hacer una crítica?

La respuesta es, se le cruza miles de ideas, pero de todas esas selecciona unas cuantas, y de esas cuantas se reducen a unos pares de ideas, y este por último se reduce a su opinión. Por ende el crítico de cine cuando hace un artículo plasma su opinión, este no una universalidad, sino un mero comentario, un lo tomas o lo dejas. Esta opinión empuja a dos opciones, o es positiva o es negativa frente a la película en cuestión, no puede ser neutral, si lo es, entonces estamos hablando de cualquier cosa menos de un crítico, porque el crítico critica, esa es su labor, decir algo, bueno o malo pero dice algo. Ahora si eso lo hace con una intención que es externa a una valoración artística, pues eso ya es otra cosa. El crítico al comentar una película, que es de por sí una obra de arte, está opinando de una obra de arte, más claro, está siendo un crítico de arte, está siendo entonces parte de ese ciclo artístico; el creador crea el arte y el crítico valora el arte. El Romanticismo nos dejó una herencia que ha roto los esquemas clásicos, dar libertad al arte, esto infiere que el director de cine tiene la libertad de crear lo que se le plazca, pero esto no infiere que pueda escapar de su juicio –lo que el círculo de Jena decía, tener libertad de crear pero con un juicio artístico de parte del artista –como del juicio del crítico de arte. Son gajes del oficio el ser juzgado, positiva o negativamente. El crítico, hablamos de uno que tiene una experiencia por encima hacia la materia, está en el derecho de opinar de una obra de arte, de dar a expresar sus razones si el producto creado está dentro de los parámetros artísticos; aclaro, hablamos de un crítico que en este caso ha visto cine, sabe de cine, ha estado en contacto con este, y por qué no, haber tenido la oportunidad de darse el gusto de ser un día el creador, pero de hecho, nunca dejará su túnica de crítico de arte. Para ser creador siempre tuviste algún día que ser crítico, entonces, no es que primero tengas que ser creador para poseer el verdadero toque del crítico de cine, tal vez te pueda dar mayor agudeza o visión en ciertos detalles, encontrar nuevas perspectivas, pero de ahí que eso exclusivamente te convierta en crítico, absolutamente no. Aclaro esto en caso Zalvidea trató de decir lo contrario.

Punto a parte, a continuación un ejemplo citando el caso de Furia de titanes. Los críticos se han pronunciado con su negativa frente a esta película e independientemente el público en su mayoría ha dado también su voto de negativa –estoy haciendo una tentativa según hasta donde ha alcanzado mis oídos –, eso quiere decir que la película en realidad ha sido mala según tentativa encuesta, en ese caso surge otra pregunta: ¿Cuándo el crítico de cine tiene la razón? Que quede claro que el acertar lo que dice el público no hace al crítico. De hecho el crítico de cine debe de pensar en parte como el público, debe de conocer al público, lo que le gusta o lo que no, pero eso no quiere decir que se desprenda de su valoración personal, y esa valoración personal está impregnada de su conocimiento artístico. El crítico de cine se hace según que tanto él aporte al arte. Una crítica de cine entonces podrá ser la que diga esta buena porque o esta mala porque, ese “porque” está sobrecargado de una opinión artística, y de ahí pueden salir estudios, ponencias e inclusive se puede crear hasta una teoría. Ese es el valor del crítico de cine, el aportar al arte. El que diga que está buena o mala la cinta no es suficiente, tiene que dar razones, tiene que darnos información por qué tuvo esa decisión, cuál es su postura. El crítico mediocre, no estoy seguro si existe. Llamo mediocre a aquel que escribe con una sola intención, tiene que crear mercado y buena o mala “yo tengo que recomendar la película”. Desde ya ese no es crítico, pues no tiene opinión. Dicho esto se me viene a la cabeza la clasificación de Zalvidea sobre los dos tipos de crítica: una académica y otra periodística. En el primer caso la crítica es más profunda y teórica, un circuito más hermético, y la segunda es para un público en general, sin teoría. Surge una pregunta, ¿qué es ser académico? Es estar nutrido de una información, en este caso, artística. Hasta para hacer un artículo periodístico se debe ser académico, que no se confunda los términos. El que no aplique teoría en un artículo no significa que deje de ser académico. La diferencia que yo observo entre un artículo de un semanario y un estudio que aparecerá en la revista de cine “Z” es que en la primera seré conciso y claro, sin ambages y mi punto de vista será en general, la película es buena por esto, la película es mala por esto –e inclusive no hay que ser fatalistas, el crítico también tiene grados de apreciación –. En la segunda si seré más metódico, hablare lo mismo, pero con un lenguaje más complejo, llamemos a esto teoría, y además me profundizaré en un tema en específico o tal vez desarrollaré muchos temas que darán cuerpo a mi hipótesis, etc., hay múltiples formas de hacer crítica de cine en este circuito cerrado, por ejemplo el crítico hará a veces el labor de investigador –esto no quiere decir que dejará de ser crítico, hasta para seleccionar información hay que ser crítico que va y que no–. Entendido los dos espacios del crítico o las dos formas de crítica, según Zalvidea, entonces podemos formular una pregunta exclusivamente para la crítica de circuito abierto: ¿Cuál es el compromiso de este crítico de cine?, pero seamos más específicos haciendo caso al tema en debate ¿cuál es el compromiso del crítico de cine para la cinematografía peruana?

De hecho que debe de haber un crítico comprometido al cine peruano, comprometido a que exista un verdadero cine peruano y para esto su labor será la de aportar ideas para mejorar nuestro cine. Él como conocedor de cine tiene el derecho y el compromiso de calificar sea positiva o negativamente a una película peruana en pos de una buena causa; que se pueda reconocer en el público nacional una voz de satisfacción. Es ahí cuando el crítico piensa en el público. Esta, como toda crítica, además debe ser puramente académica, o sea debe de estar ajena de calificativos u ofensas tanto hacia el producto como a su creador. El compromiso es promover, que es motivar y no lo contrario. Lo que se hace es criticar con razones, con la inteligencia y no con resentimientos sociales o políticos. A un lado está la crítica de cine y a otro lado los críticos socio-políticos. El hecho de haber visto cine no da derecho de autonombrarse crítico de cine, es más que eso, ya está explicado. Tómese entonces las críticas negativas como un aporte de parte del crítico de cine a lo que está fallando en las producciones peruanas, lo que debe de corregirse, lo que debe de mejorar. Las críticas negativas deben ser así, académicas y no convertirse en rabietas personales. Por último una aclaración más, la labor del autor de cine y el crítico de cine está relacionada en que ambos aportan al arte. El proceso se inicia cuando el director desea expresar algo; se crea la película, con un lenguaje del director, con su postura, su forma, su creatividad. El creador y su creación en un momento llegan a ser una sola cosa, la creación es el mismo creador, y la creación la voz del creador. Luego que este producto sale al mercado, siempre y cuando lo desee el autor, ambos dejarán de ser uno solo. Es ahí cuando la obra deja de ser del autor y forma a ser parte del espectador. El director se convierte en emisor, el público –tanto el común como la crítica – en receptor y la película en mensaje. Como todo mensaje, su naturaleza va a ser relativa desde un punto de vista pragmático, eso quiere decir que el crítico no está errando al dar un significado diferente del original –o de lo que trataba de comunicar el director –sino está interpretando desde su punto de vista, y como se puede entender, mientras más puntos de vista o perspectivas tenga la crítica, más oportunidad en aportes al cine tendrá la película, sean las aserciones positivas o negativas. Esto quiere decir que la participación del crítico de cine es fundamental para promover un mejor cine, que es después de todo una motivación para un próximo proyecto. Hablamos de críticos morales y no amorales. Ahora si hablamos de motivar a ver una película, primero esta tiene que ganarse dicha aprobación.

En realidad si existen algunos seudo-críticos que desdeñan al cine peruano, alimentando la insatisfacción de un público que se deja manipular fácilmente privándose posiblemente de una película que podría ser un deleite e inclusive una inspiración. La crítica de cine en el Perú debe servir al cine nacional, ha observar sus errores, si es que los hay, o a valorarlos si en caso sea meritorio hacerlo. Queda claro además que el crítico de cine tiene una postura y será cercana o hasta contraria a la de otros críticos. Nunca se encontrará una aprobación total, ni del público en general ni de la crítica frente a una película. Algunos tomamos a Hitchcock como un ícono, pero estoy seguro que eso no es universal. Siempre habrá divergencias ya que sin ellas no existiría la crítica, por lo tanto no existiría el cine o las artes, y el mundo entonces sería aburrido.