Un documental que hace un duro registro sobre la negligencia estatal en el país sudamericano. El protagonista de este filme es el pueblo de Congo Mirador, lugar que, según uno de sus habitantes, hace años fue poblado próspero, no en vano se ubica a unos kilómetros de las principales zonas de reserva de petróleo del país. El hecho es que nada de lo que describe el anciano se transcribe en el territorio ahogado por la sedimentación. Así inicia Érase una vez en Venezuela (2020). La directora Anabel Rodriguez desde un principio ya da sentido al título de su película. El pasado y el presente de este territorio expresan un contraste de realidades. Somos testigos de familias resistiéndose al éxodo. A pesar del panorama inhabitable producto de la precariedad sanitaria, un ánimo optimista se extiende en toda esta comunidad. La población ha migrado considerablemente, sin embargo, la vida sigue en el Congo. La pesca, los certámenes de belleza, la rutina en general sigue su marcha, así como las funciones de dos órganos, los cuales parecen dar sustento a la resistencia comunitaria.
miércoles, 26 de agosto de 2020
24 Festival de Lima: Érase una vez en Venezuela (Competencia Documental)
24 Festival de Lima: El cuidado de los otros (Competencia Ficción)
Una película que crispa a causa de la ansiedad de su protagonista. La tranquilidad de Luisa (Sofía Gala) se ha comenzado a venir abajo desde que el pequeño a su cuidado ingresó a clínica luego de un descuido de su parte. El filme de Mariano González relata la historia de una enfrenta únicamente registrada desde un lado. Como si se tratara de alguna película de los hermanos Dardenne, la cámara se adhiere a la protagonista para registrar sus acciones, en gran parte, poco trascendentales, con el fin de atender a su vulnerabilidad emocional y a un hecho puntual. Es también un derrotero que estimula una alarma ética. ¿Es acaso un acto de negligencia o una cadena de ligeros infortunios el caso de Luisa? El relato no lo expresa, sin embargo, estamos seguros que la joven está bloqueada por un debate moral. No se sabe a ciencia cierta si la mujer reconoce los hechos como un acto de negligencia o algo fruto de la casualidad. Lo que sí es seguro es que Luisa asume la postura de los padres del niño afectado como un indicio de que su situación pasará a mayores.
24 Festival de Lima: Blanco de verano (Competencia Ficción)
Una película de fuerza actoral. A propósito de las secuencias iniciales, la historia del director Rodrigo Ruiz define un vínculo especial entre una madre y su hijo a partir del acercamiento físico que bien podría asociarse a un complejo de Edipo. Blanco de verano (2020) consta sobre el desajuste de esa sociedad a propósito de la introducción de un tercer personaje. Desde que su madre le presentó a su “amigo”, la actitud de Rodrigo (Adrián Ross) ha comenzado a expresar un lado hostil que expurga fuera de casa y que contiene dentro de ella. Lo que veremos en el transcurso, será el incremento de ese conflicto interno que hasta cierto punto no será capaz de reprimir. Esta película mexicana hace esquema de un menor viendo a su madre renovando una nueva alianza amorosa y que, en consecuencia, comienza a experimentar una etapa de celos, un estado alucinatorio y nocivo que su dócil mente fabrica y es incapaz de corregir por sí solo.
24 Festival de Lima: Fico te devendo uma carta sobre o Brasil (Competencia Documental)
La búsqueda sobre el historial político del padre se convierte en un homenaje al compromiso de la abuela. La premisa del documental de Carol Benjamin es descubrir los detalles del proceso de tortura, encarcelamiento sin juicio y exilio forzado que su padre experimentó durante la dictadura en Brasil. Ante la negativa del mismo a participar del filme, la directora concientiza que todo lo que sabe sobre los antecedentes de su padre, se lo debe a Iramaya, su abuela materna, quien promovió una lucha para la liberación y amnistía de su hijo. En Fico te devendo uma carta sobre o Brasil (2019) nos enteramos de la “memoria” del padre construida a partir del testimonio de la abuela. Es decir, se habla del caso del preso político desde el punto de vista de un testigo cercano. Esto implica que involuntariamente se sabrá más de la abuela que del padre y que sabremos más de lo que pasaba al exterior de la cárcel que del interior de la misma.
24 Festival de Lima: La restauración (Competencia Ficción)
Aseguraría que al cine peruano comercial le haría bien esta línea de películas al no subestimar al espectador a propósito de su historia aparentemente original que además no carece de un trasfondo reflexivo, tanto social o ético, claro, sin ser aleccionador, sino sugerente, aunque sucede que no deja de incomodar que la ópera prima de Alonso Llosa esté poseído por una personalidad pesimista que la orienta a un discurso pasadista. La restauración (2020) tiene como protagonista a Tato (Paul Vega), que por mucho carisma que tenga es una paria social que comienza a difundir la idea que el Perú es al consumo de la cocaína y vocifera que todo está mal sin verse al espejo. Mucho de Tato me recuerda al resentimiento social que parte del cine peruano explotó durante la década de los noventa. Es decir, no estamos tratando con un mártir de la moralidad, sino con alguien que, además de estar engatusado al polvo y la desidia, descubre un perfil hipócrita al “vender” su alma a un bando que él mismo describía con desdén.
24 Festival de Lima: El agente topo (Competencia Documental)
Luego de una dieta de cine negro que inicié desde el principio de la cuarentena, no puedo dejar de asociar el documental de Maite Alberdi con ciertos tópicos de este clásico género. Sergio, un octogenario, ha sido contratado por una agencia de espías para ser un infiltrado en un retiro para ancianos. La capacitación es anecdótica. Es la lidia entre el experto detective versus la memoria del nuevo agente, esencialmente, complicado por el uso de la tecnología. Ya dentro del recinto, el “topo” se enfrenta con un dilema típico del noir: una coqueta mujer se le ha enamorado. ¿Esto pondrá en riesgo su identidad? Se me viene a la mente al Fred MacMurray de Borderline (1950), agente encubierto que se enamora de la “cebo”, menuda disyuntiva porque sabe que al final tendrá no solo que romperle el corazón, sino que también arrestarla. Claro que esto es solo una fantasía en El agente topo (2020), pues Sergio parece estar enfocado a este oficio que rompió su racha de hombre retirado, ¿o es que simplemente no cede a los encantos de la mujer porque su mente piensa en su fallecida esposa?
martes, 25 de agosto de 2020
24 Festival de Lima: Emilia (Competencia Ficción)
Emilia (Sofía Palomino) ha retornado a su pueblo natal para mudarse junto a su madre. Ella acaba de terminar con su pareja. Ahora, lo que se supone sería su retiro de sanación, es todo lo contrario. Emilia (2020) nos presenta a una mujer de un proceder curioso. No se sabe con seguridad si su actuar deviene de su naturaleza o del duelo que ha provocado su rompimiento sentimental. Lo que sí es seguro es que ella, en lugar de empeñarse a restablecer algún vínculo afectivo saludable o asentarse a una nueva rutina que apremie a su tranquilidad, expresa un gesto lánguido hacia el espacio y los que están dentro del mismo, y de paso genera fricciones. Si bien vemos a Emilia relacionándose, estos actos o afectos son para ella casi un gesto autómata, comportamientos que ponen en duda su discernimiento, haciéndola irreflexible e incluso convirtiéndola en un agente nocivo, porque sus acciones la posicionan en una situación delicada e impertinente. Sucede que desde que llegó esta joven a su antigua comunidad, ella ha comenzado a diseminar el caos, aunque no ciertamente con un ánimo de mortificar al resto, sino a sí misma. Algo de su ejercicio desordenado, así como ciertas secuencias en donde se desplaza en solitario, parecen insinuarnos que estamos tratando con el derrotero de una mujer dejándose arrastrar por la depresión.