Para inicio de los años noventa Neil Jordan había logrado lo que algunos intentaron, y fracasaron, al querer renovar un mito o leyenda urbana. Entrevista con el vampiro (1994) nos mostró la nueva imagen del ser gótico que no había abandonado completamente los parámetros clásicos de Nosferatu (1922) de Murnau, o la genealogía descrita por Bram Stoker en su libro Drácula (1897). Los vampiros de Jordan eran seres hermosos, eran jóvenes y metrosexuales en sus facciones, estos representados por los sex-simbols de la oleada noventera. Ellos muy a pesar seguían siendo los negados por la naturaleza, los maldecidos por generaciones enteras, los mismos chupasangres condenados a cargar con su inmortalidad dolorosa. Jordan había creado la fórmula que unía calidad y marketing; su obra fue aclamada por no despegarse de los mentores vampíricos, y además porque se ganó a todo un público femenino que asistía a ver cómo sus íconos masculinos se convertían en engendros celestiales.
A partir de entonces los vampiros en el cine dejaron de ser los que lastimosamente cargaban sus años inmortales y su rostro se fue petrificando a una imagen jovial. Los productores de cine habían (mal)entendido que la táctica clave del consumo era la de mostrar a un vampiro sin arrugas, más atractivo, algo que los mismos consumidores –público adolescente –debían verse reflejados. Llegaron muchas películas que narraban la historia de jóvenes, y bien parecidos, vampiros que iban buscando un nombre de lo que sería la nueva generación de vampiros del nuevo siglo. Es así como la saga Crepúsculo revisitó una vez más a la raza del príncipe de las tinieblas creando un nuevo estereotipo. Los vampiros aquí son seres asexuados –o unisex –, con un tinte inerte tatuado en la piel, como si se hablase de una generación emo, fatalista o muerta en vida. Es lo poco que este nuevo vampiro ha heredado o aún no ha olvidado de sus abuelos. La diferencia con el vampiro de Jordan es enorme muy a pesar que aquí también la iniciativa comercial está muy estimulada. Lo que rompe esa afinidad es que la misma generación actual pide consumismo dentro de un canon que ha roto todos los paradigmas vistos y por haber, infiriéndose por ende que la tradición de Drácula y sus vampiros están comenzando a saborear el trago amargo de la mortalidad.
Criatura de la noche o Let the Right One In (que al parecer está más cercano a su título original) es una película del 2008, año en que Crepúsculo también se dio a conocer en las salas de cine. Criatura de la noche, del director sueco Tomas Alfredson, sería una proeza similar a la que el director irlandés Neil Jordan haría con Entrevista con el vampiro. Alfredson apoya a esa nueva imagen del nuevo vampiro, más sin negar por completo los cánones establecidos tal como lo respetaron Herzog o Coppola. El vampiro de Alfredson es una dulce niña de doce años –edad que mantiene desde hace mucho – llamada Eli, pero que no escapa a esa mirada diabólica, a esa palidez muerta que está en sintonía con la naturaleza gélida de los nevados suecos. El vampiro toma una vez más con seriedad su calidad de vampiro, de ser cruel e inmortal, de no dudar a matar a sangre fría por un poco de vida. Su naturaleza es la de estar alejada del otro, del humano, por ser este distinto a su ser, por ser su medio de sobrevivencia. Su oficio será robar vida para vivir. Criatura de la noche da un estudio certero del lado oscuro y triste de este ser vetado, representado como un ente solitario e incomprendido, alejado de cualquier tipo de sentimiento pues no hay prójimo que se lo extienda o sepa extender. La vida de Eli no sería una excepción, al menos hasta que aparece Oskar.
Oskar es un niño, también de doce años. Su vida está en el límite del abandono y la violencia. Sus padres están divorciados, en su escuela es víctima de abusos y además lleva una vida solitaria. Oskar es un adolescente que habita con la soledad y además con un aire de rebeldía. La primera está representada en su desnudez dentro de su habitación o en sus paseos por la nieve. La segunda en un cuchillo que siempre guarda consigo. Sus noches de soledad son momentos que Oskar aprovecha para poder soñar con sus deseos más malignos. Los deseos de venganza y de maldad están concentrados en el cuchillo que a veces se liberan contra un árbol. Sus diálogos unipersonales son prueba que Oskar es un ser reprimido por la impotencia de verse golpeado física y psicológicamente. Criatura de la noche es la historia de dos seres olvidados que se encuentran y se ayudan recíprocamente a calmar sus penas. En primer lugar dicho encuentro finaliza con sus días de soledad. Oskar por su lado es impotente ante los abusos de sus compañeros, más encontrará en Eli las fuerzas para poder luchar contra sus temores. El nuevo Oskar así tendrá una autoestima diferente a la que poseía. Pronto sus encuentros violentos con un viejo árbol se volcarán a sus mismos demonios. Su maldad escondida que parecía haber estado dormida se liberará de su prisión. Esto da paso a como Oskar ayuda desinteresadamente a su único problema de Eli; sobrevivir. La maldad manifiesta de Oskar pone a prueba que humano y vampiro no tienen mucho de diferencia. Sus naturalezas no son más que estereotipos pues se han percatado que tienen los mismos deseos y ahora ambos son complemento. Si bien Oskar no es capaz de matar, encontrará en Eli su ello, su lado perverso en el que puede liberarse mientras que la otra sobrevive a su maldición de vampiro.
Una de las temáticas de esta nueva raza de vampiros es la del amor y la correspondencia entre la naturaleza, tan opuesta pero similar, del humano y la bestia. A esto se suma la terquedad de sellar un rostro adolescente en estos personajes, pero que a pesar se encuentra en relación a las problemáticas sociales que se están haciendo cada vez más omnipresente dentro del contexto juvenil. Lo que sucedió con Eli y Oskar es posiblemente lo que sucede en una mente adolescente, aquella que observa en su realidad un mundo tan aglomerado pero solitario, pero que en el espacio más lúgubre y deshabitado encuentra la respuesta a sus pesares. Criatura de la noche es una película bien hecha no sólo por replantear en buena forma una temática explotada por estos momentos, sino por recrear una realidad patente dentro del mundo juvenil, tan solitario y confuso.
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