Alerta de spoilers a partir del tercer párrafo
Vincenzo Natali posiblemente es uno de los directores que en un futuro se adhiera al máximo canon de los profetas filmográficos que citan la temática de la deshumanización dentro de un marco actual o futurista. Desde Fritz Lang hasta David Cronenberg, se ha congregado una serie de directores que han dado lectura al desarrollo de la complejidad tecnológica, sobre su transformación, su dinamismo, siendo en cada una de sus historias, sea fantástica, ciencia ficción, apocalíptica o cyberpunk, el humano su personaje central, creador de toda una serie de inventos e innovaciones que terminan por remitirlo o incluirlo dentro de la experiencia, a ser parte del proyecto de innovación, a ser un objeto más de la ciencia, un “conejillo de indias”. A esta temática se va complementando una serie de subtemas tales como las luchas corporativas, la manipulación de los productos mass media, el consumismo, etc., diversos puntos de vista que terminan por desencadenar la triste degradación del hombre.
El cubo (1997) y Cypher (2002), dos filmes de Natali, exponen sobre esta temática, uno sobre el ejercicio paranoico de la mente humana, mientras que el otro sobre la actitud perversa de una oscura corporación. El director de origen canadiense promueve la interpretación del razonamiento humano, uno que se encuentra al ritmo de la modernidad, una que lo empuja a manipular sus sentidos hacia la competitividad, sobre quién obtiene la exclusividad dentro del mercado. Ambas películas son buenas, muy a pesar, Splice o Experimento mortal (2009) resulta ser su película más interesante, y no nos referimos a que sea su película más lograda, sino es más bien su filme más sugerente, aquel que además aporta un tema de profundo cuidado como es la genética, un ejercicio real, polémico, también pernicioso e inhumano, tal como lo comunica Natali en este filme. Experimento mortal es además el intento del director por comunicar una postura; para dónde es que se encamina su intención filmográfica.
Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son una pareja de ingenieros genéticos que ha creado un "ser" que concentra los genes de distintos animales, siendo esta creación un intermediario para poder sanar distintos virus que afectan a las especies. La capacidad de estos dos jóvenes no romperá límites sino hasta intentar acoplar los genes de este espécimen con genes humanos, algo que les fue prohibido por la compañía farmacéutica que les provee los fondos de investigación. Ambos terminarán por crear en forma clandestina a Dren (Delphine Chaneac), una especie de humanoide hembra. Vincenzo Natali en Experimento mortal polemiza principalmente sobre la bio-ética, sobre el razonamiento científico que coloca en segundo plano el tema de la moral y el respeto a la vida en pos de la revolución científica y médica. Uno de los puntos más atractivos dentro de la trama es el comportamiento de Clive y Elsa hacia Dren, un comportamiento que se inicia con una fijación natural, luego muta o más bien se desarrolla, para luego mudarse hacia una visión innata, una visión real a los acontecimientos.
Dren, de un cuerpo precario y deforme, inicialmente se asemeja a un embrión con unas extremidades poco desarrolladas. Sus quejidos son insoportables y su comportamiento es revoltoso y salvaje. La creación es visiblemente fallida. Clive y Elsa tendrán que decidir. Como si fuera basado en la versión bíblica, Eva extiende la manzana a Adán para que esta fuera mordida por él. Clive al ver los resultados defectuosos del “invento” pedirá finiquitar dicha prueba exterminando al espécimen, sin embargo, la persuasión femenina puede más y ambos terminan por “adoptarlo”. Dren ahora es una niña (aún con defectos notables) como de cinco años. Ella tiene un vestidito celeste que Elsa se lo regaló. El amor maternal aflora en la mujer mientras que Clive se comporta como el ingeniero genético que es, aprovecha en investigar y conocer más sobre el comportamiento del espécimen. Dren es sometida a pruebas de memoria y razonamientos básicos. Para Elsa es un juego para la niña, para Clive es desarrollar las habilidades de la criatura. Dren desarrolla las tareas, Elsa la celebra, Clive toma apuntes. Ella es la madre cariñosa, él es el padre malo.
La niña comienza a tomar forma de mujer, una de encantadores ojos y de una sensualidad natural. Elsa, Clive y Dren ahora son una familia. La madre ha reemplazado los mimos por la educación, mientras que Clive ha dejado de ser el “gruñon” y se ha convertido en el padre cariñoso y condescendiente. Dren está pasando por la adolescencia y las rabietas son parte del cotidiano. Elsa la reprende y Clive la consuela. La pareja ha cambiado de roles. La situación se complica cuando Elsa termina por divorciarse de su figura maternal y una vez más es la ingeniera genética. Dren es víctima de amputaciones y maltratos a manos de la que fue un día su defensora, por otro lado, su relación con Clive es aún más complicada. El Complejo de Electra ingresa a escena. Clive y Dren unen cuerpos y todo parece ser casi como el inicio.
Experimento mortal es la degeneración humana, en este caso, de dos científicos que han “cosificado” a un ser viviente, Dren. El caso de Elsa es la de una mujer víctima de una frustración maternal y que logra volcarlo hacia Dren, quien a inicio la observaba con ojos científicamente oportunistas para luego adoptarla, criarla, amarla, ser su madre. Su fantasía se diluye cuando Dren muta de hija a un monstruo; un aguijón reluce, unas alas vampíricas. Elsa una vez más asume su cargo de investigadora. Similar caso ocurre con Clive quien inicia siendo investigador para luego reconocer en Dren un medio para dejar fluir su fantasía, en este caso sexual. La pareja en todo momento toma por “objeto” a Dren, la cosifican, sea para alcanzar sus ambiciones genéticas, para satisfacer sus deseos sexuales o para llenar ese vacío maternal, algo inalcanzable para Elsa o tal vez algo que un día extravió, el filme no logra aclarar eso. El tiro de gracia surge cuando la pareja sentimental se ha percatado que Dren ha provocado en ellos relucir su lado oscuro y perverso, es momento de eliminar a ese promotor de desgracias, es decir, justifican sus errores, no los enmiendan. La historia sigue su rumbo más el interés de la trama se va degradando.
La mosca (1986) de David Cronenberg, trataba de cómo un científico logra crear una máquina revolucionaria, un transportar, creación que provocó una catástrofe mutando a su creador a un ser mitad humano mitad mosca. Un gesto irónico dentro de este filme es sobre como la existencia de una enorme revelación –tanto por la máquina como por el ser mutado –es apenas sabida por un pequeño círculo. La mosca relata la historia de un descubrimiento que queda en el anonimato. Esto también ocurre en Experimento mortal. Apenas un grupo limitado conoce la existencia de Dren, una creación macro, pero que es conocida apenas por tres personas, no recién hasta el final de la película que la corporación farmacéutica termina por enterarse y se reluce la temática sobre las dinámicas siniestras de las corporaciones. Son los juegos perversos de las multinacionales.
Vincenzo Natali descubre su senda fílmica con Experimento mortal al hablar sobre la crisis moral-ética de la humanidad. Natali cuestiona lo humano tomándolo como un ser bipolar. Elsa y Clive son sujetos que se comportan respecto a su propia satisfacción, a veces la emocional a veces la profesional. Dren se presenta como un ser amorfo, pero que concibe un razonamiento y una sensibilidad propiamente humana. El director canadiense define a la humanidad más por la mente que por el cuerpo. En la trama, el cuestionamiento hacia Dren se complica cuando Elsa y Clive la reconocen como un ser defectuoso, sea alado o en forma de embrión. Experimento mortal habla sobre los prejuicios biológicos, sobre la representación del hombre por encima de las otras especies. Dren será rechaza cada vez que manifieste su lado no-humano. Hay una dura crítica a la revolución genética, a los que la aplican y especialmente a los que la promueven, tal como las corporaciones que patentan genes. La vida, en este caso Dren, termina siendo objeto, un objeto de estudio, pero uno tan sólo superficial. Nunca existe un estudio a fondo sobre el comportamiento del espécimen creado, como dando por extraviado la esperanza que exista algún rastro de humanidad en algo deforme.
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