Alejandro González Iñárritu es posiblemente el máximo representante en Latinoamérica en referencia al género dramático. Sus filmes son calificados como gestas universales no por el solo hecho que en su anterior filme, Babel (2006), haya congregado la historia de por lo menos tres continentes distintos, sino porque sus temáticas y las mismas vivencias de sus personajes, son hechos globales, hechos que abarcan desde la pobreza, la moralidad, la inmigración, entre otros temas nada ajenos a cualquier contexto perteneciente al globo. Estos rasgos han provocado un grato acogimiento a sus filmes los cuales contienen además un rumbo discursivo atractivo; el relato no lineal, algo que con Biutiful (2010) se quiebra y se distingue en la filmografía de González Iñárritu, aunque resultando más bien una distinción mera formal, no en su esencia.
Biutiful se acerca tal vez con un prejuicio o una sana curiosidad bajo el brazo. Guillermo Arriaga ha dejado de ser su guionista de cabecera. Surge la suspicacia entonces que se responsabilice a Arriaga como el genio creativo de la fílmica de González Iñárritu y, por lo tanto, sus filmes no sean los mismos. Nadie niega la calidad de la sociedad González Iñárritu – Arriaga, sin embargo, Arriaga visto en solitario en su ópera prima – como guionista y director –Corazones ardientes (2008) decepciona, entonces dejémonos de suspicacias. Biutiful, ahora sin Arriaga, ha dejado de ser tan solo un relato asincrónico. González Iñárritu esta vez expone una historia lineal, no en desorden ni mezclado. Esto no decepciona, al contrario, otorga un gran significado a la filmografía del mexicano.
Amores perros (2000) eran distintas historias que sucedían y coincidían en México. 21 gramos (2003) es la historia de tres estadounidenses que se encuentran. Babel es la narración paralela de cuatro historias ocurridas en distintos lugares: Marruecos, Túnez, México y Japón. Biutiful es una sola historia y esta ocurre en España. González Iñárritu inicia su filmografía partiendo desde su natalidad para luego migrar a EEUU, la gran nación, para finalmente intentar acaparar una globalidad más extensa. González Iñárritu va tomando razones sobre cómo su dramática es adherible a cualquier espacio o geografía. En Biutiful termina por establecerse en Europa, hasta ahora un continente no citado por el mexicano. En otro aspecto, en Amores perros los personas interactúan en un mismo lugar, sin embargo apenas se entrecruzan, no se interrelacionan ni mucho menos se reconocen. En 21 gramos los personajes también se desenvuelven en un mismo contexto, uno al otro inicialmente se ignoran, pero terminan por relacionarse. Por último, en Babel los personajes pertenecen a distintos contextos, solo en dos casos son conocidos, muy a pesar cada uno se dedica a su propio drama.
González Iñárritu en Biutiful, además de merodear por otros lares, concentra su historia en un solo personaje, no hay encuentros ni relatos paralelos, apenas personajes secundarios que complementan la trama, es decir, la asincronía en esta ocasión es innecesario y además terminaría por perturbar la intencionalidad dramática del filme. Uxbal (Javier Bardem) es padre de dos niños, separado de su esposa, una mujer bipolar y alcohólica. Uxbal es arquitecto de una mafia de falsificadores asiáticos y proveedor de vendedores sin licencia, estos inmigrantes ilegales. Uxbal soborna a la policía por protección. Uxbal acaba de ser desahuciado. Un cáncer crónico provoca que miccione sangre. Todo esto es narrado linealmente y en un solo lugar. Biutiful es la historia de un sujeto que a diferencia de los personajes de la tragedia griega, su tragedia comienza infausta y continúa por un camino aún más agravante y funesto. González Iñárritu narra sin saltos ni pronósticos con la intención de esquematizar en Uxbal la ruta de la miseria, una que va en ascenso, perspectiva que no se percibiría si fuese contada en desorden.
González Iñárritu, sin embargo, peca de extremista. La intención de Biutiful es clara; la idea de empotrar en la vida de un solo personaje todo el “drama humano”. Al personaje de Bardem todo le pasa, sufre las de un mártir urbano y a esto, al drama se le agrega la intención del director por reflejar en sus personajes –sujetos fieles al castigo –un halo de moralidad. Uxbal es un sujeto que dentro de sus defectos siempre germina moralidad, esto desde su labor como padre, sea ante sus hijos, huérfanos de madre, o adoptando a un recién nacido, huérfano de padre. Uxbal peca de inflexibilidad a la imagen de su ex esposa, pero también es víctima del sentimentalismo y los recuerdos familiares que ella le provoca. Uxbal es un sujeto que está en medio del bien y del mal, al límite de lo errado y lo correcto, de la vida y la muerte, es netamente humano, pero la extensión de sucesos trágicos lo convierte en un ser increíble, un personaje de fábula que carga consigo una lección de vida que a veces guarda en el bolsillo. González Iñárritu polariza mucho el comportamiento de su personaje, tan bipolar como su propia pareja.
González Iñárritu desperdicia el lenguaje de las representaciones, sea en la lectura de cuerpos inertes o en una bandada que se quiebra en el horizonte, un idioma que hubiese sido interesando tome mayor vitalidad en el filme. Javier Bardem es incapaz de interpretar un rol gratificante debido a que Uxbal es de por sí un sujeto ya interpretado. Bardem performatiza “sangre, sudor y lágrimas”, una actuación dramáticamente barroca como el mismo filme, y que ya estuvo de moda por la década de los 80 e incluso a inicios de los 90, sobre historias de “Faustos” y otros sujetos de “mala leche”. Biutiful es buena en su cinematografía, sobre los contrastes tenues, luces que luchan por entrar a una casa donde la pobreza gruñe, un cuarto de teñidos turbios donde un cuerpo termina por convalecer, la caída de un crepúsculo que predice el fin de una época trágica para una especie en la que algunos sobreviven, mientras que otros perecerán.
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