Artículo publicado originalmente en Cinespacio
Más que polémico, El dictador (2012) es un filme que retrata una posición que en cierta forma es compartida por todo el pueblo estadounidense, gran nación a la que hace referencia directa su mensaje. El director Larry Charles se alía nuevamente al actor Sacha Baron Cohen para crear una película que puede resultar “pesada” a cierto sector del público, tan pesada como la misma publicidad que el actor citado ha ido ventilando como parte de la propaganda a su próximo estreno. De la misma manera que Borat (2006), ambos personajes hacen parodia a partir de un anti-discurso, el mismo que se sostiene del imaginario que comparte el país del norte denominado como la nación de la igualdad y la democracia. El dictador es el bosquejo bizarro y punzante de un mundo espejo en clave de humor ácido. Son los discursos y comportamientos de aire familiar interpretados por un personaje ficticio vestido del antagónico.
Más que polémico, El dictador (2012) es un filme que retrata una posición que en cierta forma es compartida por todo el pueblo estadounidense, gran nación a la que hace referencia directa su mensaje. El director Larry Charles se alía nuevamente al actor Sacha Baron Cohen para crear una película que puede resultar “pesada” a cierto sector del público, tan pesada como la misma publicidad que el actor citado ha ido ventilando como parte de la propaganda a su próximo estreno. De la misma manera que Borat (2006), ambos personajes hacen parodia a partir de un anti-discurso, el mismo que se sostiene del imaginario que comparte el país del norte denominado como la nación de la igualdad y la democracia. El dictador es el bosquejo bizarro y punzante de un mundo espejo en clave de humor ácido. Son los discursos y comportamientos de aire familiar interpretados por un personaje ficticio vestido del antagónico.
El dictador no polemiza cuando toca temas como la libertad de expresión, la censura, gestos dictatoriales o xenofóbicos, ya que todo su resultado conforma la rutina que el mismo país ha ido autonombrándose. Es decir, tanto Sacha Baron Cohen como Larry Charles son una especie de Los Simpson en una versión grotesca y lapidaria, muchas veces crueles al usar desmedidamente la comedia negra, sin embargo todo esto se soporta cuando existe un argumento o discurso base, una lógica que sugiere una alerta a la conciencia, de la manera más grosera, pero en fin, una llamada de atención. Obviamente, bueno sería que todo esto sea invertido con la seriedad del caso y no con un desmadre de universitario, algo que ocurre, y es aquello lo que hace débil a esta comedia que podría rebajarse en casos extremos al código “Adam Sandler”, pero que no ocurre un tanto al armar una historia ágil y que además no recicla hostigadamente las mismas bromas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario