Del 4 al 14 de julio se realiza la primera edición de Transcinema, Festival Internacional de No-Ficción. Iniciamos posteando críticas de algunas películas incluidas al programa.
En Parrilla (2012), una cámara es espía durante la antesala y celebración de una parrillada. En este no existen diálogos ni eje temático, es apenas la pantalla deslizándose entre los sucesos y espacios que pasan desapercibidos. Farid Rodriguez realiza un corto que busca puntos de vista, halla formas y maneras de encontrar lo extraviado por la mirada común. J (2013), su nuevo largometraje, camina por similar senda, la única diferencia es que dentro de este filme sí existen personajes, aquellos que cumplen una rutina fijada entre lo laboral, los deberes, el ocio y lo íntimo. Lo adicional y, a su vez, lo más curioso de la película de Rodriguez es su amplia duración de doscientos minutos, tiempo que, dentro de su exceso, parece insistir en serle fiel al concepto que se está tratando.
En Parrilla (2012), una cámara es espía durante la antesala y celebración de una parrillada. En este no existen diálogos ni eje temático, es apenas la pantalla deslizándose entre los sucesos y espacios que pasan desapercibidos. Farid Rodriguez realiza un corto que busca puntos de vista, halla formas y maneras de encontrar lo extraviado por la mirada común. J (2013), su nuevo largometraje, camina por similar senda, la única diferencia es que dentro de este filme sí existen personajes, aquellos que cumplen una rutina fijada entre lo laboral, los deberes, el ocio y lo íntimo. Lo adicional y, a su vez, lo más curioso de la película de Rodriguez es su amplia duración de doscientos minutos, tiempo que, dentro de su exceso, parece insistir en serle fiel al concepto que se está tratando.
J,
en medio de tanta redundancia de acciones, no se inclina a una aglomeración de deja vu. Rodriguez, así como ocurría en
su cortometraje, se decide nuevamente a investigar “desde dónde filmar”. Es así
como ciertos sucesos que son familiares, aquellos que se repiten una y otra
vez, a distintas horas o en distintos días, asumen un estado distinto frente al
dinamismo de encuadres, primeros planos, unos abiertos, otros cerrados, una
cámara estática que cambia bruscamente por una al hombro, la improvisación de
travellings, la distancia que agrupa elementos del contexto o que solo se
concentra en específicos detalles. El objetivo y la movilidad que aplica
Rodriguez a la cámara es tan cambiante que parece desmitificar lo rutinario.
Si bien el filme se
dilata mediante acciones triviales, tiempos muertos o situaciones de escasa
subjetividad, la mirada asume modos que van contra esa misma rutina. J, si bien es el retrato de lo cotidiano
en la vida de tres personajes, es también la agrupación y captura de las
distintas formas de ver “lo mismo”. Mientras la historia se planta ante un
mismo escenario que reduce a vez a un mínimo las acciones, la cámara asume
variabilidad al posarse de un lado a otro. Es la manera de ir en
contracorriente con lo que sucede, y eso se está más latente en la primera
parte de la película, momento que en resumen grafica la venta diaria de un
carro de comida ambulante. Es el trueque entre comprador y vendedor, la ruta
desde la avenida de un vecindario hasta la casa del propietario del negocio.
En la segunda parte de
J, el visor se divorcia de un eje
fijo. La cámara al hombro ahora es más constante. Mientras tanto, la rutina es
cambiante en uno de los personajes que ha decidido viajar por una breve
temporada a las orillas de la ciudad. La única mujer del filme se reencuentra
con su marido, y esto da pase a los recorridos por distintos ambientes. La
ciudad, el campo, las áreas recreativas, las patrimoniales y las comunitarias
se confunden. De repente la mezcla de planos y encuadres se postergan por una
dependencia hacia un personaje que camina y fisgonea de aquí para allá. Ahora
es el individuo quien tiene el control de romper la rutina, quien decide
investigar el mundo por sí solo. Farid Rodriguez está en pie de encontrar un
propio estilo de cine, uno que observa desde lo cotidiano a medida que aflora
puntos de vista.
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