viernes, 8 de agosto de 2014

18 Festival de Lima: Pelo Malo (Sección Oficial de Ficción)

Inicia una nueva edición del Festival de Lima. Vamos posteando desde ahora las críticas de las películas que logremos ver.

El ambiente caótico de una ciudad urbana viste y parece imponer sus normas a Junior (Samuel Lange), un niño que sufre de la paranoia de su madre y los traumas de su abuela. Pelo malo (2013) por encima de dedicar un tratamiento a la violencia contra el género, se engloba por representar la violencia contra el pensamiento del individuo común. La directora Mariana Rondón mediante la delicada mirada del infante, uno que pasivamente recepciona y reacciona mediante lo que escucha o percibe dentro de su círculo social, va componiendo una serie de comportamientos derivados a la frustración. Tanto a nivel técnico como de trama, esta película venezolana se encamina a un plano pesimista en donde las fantasías son tan irreales como los fallidos fotomontajes de una tienda de fotos. La fotografía, entendida como una ventana a lo utópico. Junior solo quiere tomarse una foto y lucir el cabello lacio para parecerse a uno de los cantantes que tanto admira. Esta “libertad” lo convertirá en un condenado prematuro.
Pelo malo a primera mitad puede lucir como un drama social superficial y redundante, muy a pesar poco a poco se van aglutinando las ideas sueltas y superfluos detalles sobre cómo se construye un imaginario opresivo. A medida que los personajes de la película van sufriendo o reprimiendo sus dramas, en el ambiente se percibe el adoctrinamiento, la vigilancia y el mutismo. Puertas abiertas, buena postura, sesiones contra la obesidad o elegir entre ser reina de belleza o militar. Sutil es como una simple y torpe letra musical puede terminar gustando a un individuo que hace algunos días odiaba. Similar mecánica es la que se refleja en el reportaje televisivo sobre el fanatismo retorcido hacia un monarca. Mariana Rondón toma por excusa el tema de la homosexualidad (cuestión que por cierto no se manifiesta más que mediante la palabra o la imaginación) para construir a personajes demenciales que se alinean al sistema y otros más inocentes que no tardan en sumarse a las filas.

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