miércoles, 22 de octubre de 2014

26 Festival de Cine Europeo: Imagine

Lo mejor de Imagine (2012), y lo que además la convierte en una película a valorar, es lo referente a ese modo en que el espectador fraterniza con la nulidad visual que poseen algunos de sus protagonistas. El director Andrzej Jakimowski dispone una “incapacidad de ver” al negar la mirada omnipotente. Dado que ciertos personajes de esta historia luchan por agudizar su sensibilidad auditiva y hasta sonora (aquello que serán sus “nuevos ojos”) el espectador pierde la licencia de lograr avistar ciertos objetos o presencias, aquellas que naturalmente un grupo de alumnos invidentes es incapaz de ver, pero que sin embargo son percibidos por la sutil agudeza de un maestro también ciego. Es así como de pronto las escenas del profesor anunciando la llegada de un felino o un automóvil que tampoco vemos se repiten una y otra vez.
La llegada de Ian (Edward Hogg), un hábil profesor invidente, a una prestigiosa clínica oftalmológica, será el inicio de una serie de situaciones que pondrá en cuestionamiento su tratamiento, tanto por parte de los celadores de la institución como por los mismos alumnos.  El no uso de un bastón, seguido de la orientación auditiva propio de los ruidos artificiales y naturales, serán las principales motivaciones que irán en busca de la independencia tanto visual como anímica. Imagine consiste pues en una terapia sobre la confianza, y no solo hacia los sentidos no visuales, sino a la misma personalidad de Ian, individuo que será cuestionado de inicio a fin. Esa “incapacidad de ver” del espectador es incluso una brecha más que pone en duda las habilidades sensitivas del terapeuta. El filme termina con un signo optimista aunque con un sabor a fracaso. Andrzej Jakimowski no cae en trivialidades.

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