lunes, 16 de marzo de 2015

The Babadook

La ópera prima de la directora Jennifer Kent es la película más atractiva correspondiente a la ola de terror que ha venido generando la industria fílmica en Australia durante la última década. Al igual que en películas como El exorcista (1973) o Evil dead (1987), The babadook (2014) arranca el suspenso con el descubrimiento de un objeto olvidado en el ático/sótano; un cuento de terror del cual ninguno de los miembros que habitan en dicha casa conocían de su existencia. Revelado este centro de atención, se abrirá paso a una serie de eventos inexplicables, los mismos que activarán el mal agüero, además de las frágiles mentes de dos personas con antecedentes funestos. Por un lado, es el pequeño Samuel (Noah Wiseman) lidiando con su soledad y “eso” que únicamente él puede ver. Por otro, Amelia (Essie Davis) adaptándose a su viudez (una que llegó con violencia) y a la excentricidad de su pequeño niño, quien parece que poco a poco se le va escapando de las manos.
Dos son los planos que se presentan a inicio de la película: el suspenso y sobre la intimidad de esta reducida y deprimente familia. Tal parece que Amelia, además de seguir arrastrando cuadros depresivos generados por la muerte de su marido, es también víctima de un desasosiego producto del desvelo y la ansiedad que le provoca su hijo Samuel cada vez que le anuncia que “el monstruo del cuento lo intimida”. Se contempla así esa doble crisis. La nerviosa y realista de la madre frustrada, y la terrorífica y fantástica del niño acechado por un espectro. Es el drama familiar y el suspenso ante lo intangible. Por dónde se contemple, el hogar parece estar destinado a su próximo hundimiento. Tanto los ánimos como la misma atmósfera están sobrecargados, y entonces la tensión parece sofocar a sus personajes. A un plano más profundo de la intimidad familiar, Amelia vive, además, sexualmente reprimida en su propia alcoba. Es hasta en su momento más íntimo que Samuel -el responsable de esto- parece privarle de su sexualidad.
En el largo de la historia, el único hombre más cercano a relacionarse con la madre, será repelido por la misma mujer, esto gracias a la complicada situación en la que se encuentra su hijo en esos momentos. Tal parece que el niño actúa en su madre como repelente sexual incluso hasta de forma omnipresente. Ya más adelante, y para cuando se haya manifestado sin asco esa criatura tétrica que parece sacada de algún  boceto de las películas de George Melies o Segundo de Chomón, la madre, quien ya venía trastocada por sus propios demonios, parece ser la víctima más indicada, dada su fragilidad mental, para ser la poseída. Amelia será el huésped perfecto de la criatura. “Babadook”, cual Freddy Krueger o hurtador de sueños, dejará de castigar externamente, para ahora hacerlo internamente. A partir de ello, The babadook se convierte en un reciclador de otras películas correspondientes a su género, siendo la más notoria El resplandor (1980), hurtando incluso frases textuales de la creatividad de Jack Torrance antes de intentar “aplastar la cabeza” de su esposa.

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