domingo, 3 de noviembre de 2019

5 Semana del Cine ULima: La virgen de agosto

El cine de Jonás Trueba hace tributo a las generaciones adultas en plena deriva. Sus personajes son los indecisos ante la vida o desencantados con su rutina asumiendo un desvío a fin de identificar alguna motivación o (inconscientemente) reparar algo que ha quedado pendiente. La virgen de agosto (2019) se desarrolla durante la temporada más calurosa del año en Madrid, y mientras todos optan por abandonar la ciudad, Eva (Itsaso Arana) decide quedarse. Así como en Los exiliados románticos (2015), la protagonista de esta historia toma la vía del retiro, en donde el cambio de espacio jugará un efecto importante para el reposo. Dicho esto, es importante notar que, si bien Eva no ha realizado viaje alguno, el Madrid al que se expone a diario es distinto al habitual. Eva cambia de casa, visita ferias y museos, explora las calles, conoce nuevas personas o se reencuentra con conocidos. Es decir, asume las rutinas de un turista que veraniega en un área desconocida y que se le hace apasionante.
A propósito, los personajes de Trueba son románticos natos. De ahí por qué resulta estimulante para esta mujer pasear por la reinterpretación de su propia ciudad, aquella que le dispone una serie de situaciones inconcebibles en una temporada en que los madrileños permanecen en la ciudad. Eva experimenta con lo extraño y la casualidad, aportes que de alguna forma son curativos o reveladores para la mujer. Es curioso ver cómo sus paseos la hacen coincidir con personajes que proyectan sus mismos miedos y frustraciones; en tanto, ella dialoga con estos, los reconoce y luego los cuestiona a modo de descargo por el hecho de que la recuerdan a ella. Esto en parte la diferencia de una simple turista. Su búsqueda va más allá del deseo de experimentar con lo novedoso. Hay una exigencia por buscar “eso” que le permita reconstruir o recomponer su lado íntimo o espiritual, aunque para ello no tendrá que irse hasta la Toscana.
A partir de esto, se podría asimilar el hecho de que La virgen de agosto, luego de tantos hechos inusuales, termina con una escena de aire cotidiano. Jonás Trueba en sus historias dispone un trayecto a sus personajes que contienen escenarios y situaciones que enmiendan sus conflictos. Dicho esto, el fin de la historia de Eva, o el fin de sus vacaciones, es el fin de una serie de dudas o vacíos que en un principio sentía y la habían motivado a realizar ese viaje en solitario. El final de la película, que genera una sensación a cierre abierto, no es más que una seña de su rehabilitación, una evidencia de que ha concluido con su búsqueda. Esa fertilidad “imaginada” que Eva afirma sentir y que fue provocada por un estímulo espiritual, se interpreta incluso como una complementariedad a nivel psíquico o místico.

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