“Aquí nadie te toma en serio”; es la respuesta que recibe Yura (Dmytro Bahnenko) tras preguntar por qué no esforzarse en decir la verdad en un país en donde la trampa está tan normalizada. The Editorial Office (2024), dirigido por Roman Bondarchuk, es una sátira sobre una realidad ucraniana inmersa en una crisis de la verdad. La distorsión de las noticias en este escenario es tal que hasta parece que los únicos personajes conscientes de esa deformación se están enfrentando ante un panorama absurdo. Si bien el contexto de esta película se refiere a una realidad ficticia, esta no deja de aludir situaciones e impresiones propias de la actual coyuntura. The Editorial Office se abre en el sur de Ucrania con un intertítulo que nos indica que los acontecimientos corresponden a seis meses antes de la guerra. No se dice frente a quién, pero nosotros sabemos. Luego conocemos a Yura, en calidad de investigador de una criatura casi extinta, quien por casualidad será testigo de un serio delito que compromete la salud del territorio ucraniano. Sin desearlo, se convierte en dueño de una verdad y, posteriormente, en un comprometido a difundirla. Entonces se convertirá en una suerte de periodista. ¿Pero cómo serlo en un escenario en donde el catalogado cuarto poder solo se dedica a difundir inventos como parte de una estrategia política? He aquí el conflicto de esta película, el de su protagonista haciendo una cruzada para ver cómo filtrar en medio de tanta bosta una noticia que amerita saberse.
viernes, 16 de febrero de 2024
74 Berlinale: The Editorial Office (Forum)
Bondarchuk
parece querer representar un estado social de su nación previo a la invasión de
Rusia. ¿En qué situación se encontraba su patria meses antes del caos? En un contexto
precario. De hecho, el caos ya se vivía al interior del país. Pero lo más
ridículo del asunto es que ningún órgano oficial parecía reaccionar frente a
ese incendio —y esto no es ninguna metáfora— que amenazaba su propia tierra. Dicho
esto, la quema de árboles que atestiguó Yura sí que es simbólica. The
Editorial Office alude a un territorio que anuncia una próxima catástrofe
que, ciertamente, tiene que ver con una responsabilidad compartida. Las
negligentes políticas ucranianas sufren del síndrome de la realidad digital. Su
punto de vista los ha apartado del interés por las noticias reales y los ha
acercado a las noticias interesadas en fabricar fantasías improductivas, las que
provocan reacciones y no invitan a la reflexión de lo que está sucediendo más
allá de la caverna de la ignorancia. Esto, en consecuencia, ha malformado a una
sociedad a la línea de los comportamientos de las redes sociales. A nadie les
interesa saber la política de un político, sino simplemente verlo bailar. Es un
festín de lo artificioso y el comportamiento en modo aleatorio. Incluso el “héroe”
tiene algo de ese síndrome. Yura es una persona que cual Homero Simpson cambia
de oficio sin saber a ciencia cierta el compromiso que implica dicha actividad.
The Editorial Office es una película sobre un hombre que no sabe cómo
trasmitir la verdad en un contexto que ha desaprendido la difusión del
contenido real.
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