sábado, 22 de agosto de 2020

24 Festival de Lima: El canto de las mariposas (Competencia Documental)

Un documental que reconoce al arte como vínculo entre el artista y su historia. La directora Nuria Frigola nos introduce a las pinturas de Rember Yahuarcani, autor que confiesa que sus retratos no son suyos, sino una interpretación. “Ella me habla y yo pinto”; afirma, refiriéndose a su abuela quien años atrás abandonado el mundo terrenal y que ahora cumple una función de instructora artística desde el más allá. Rember es uno de los pocos miembros de la comunidad uitoto. De su clan, ya casi no hay rastro. Es a partir de esa evidencia que El canto de las mariposas (2020) no trata sobre la creación del joven pintor, sino del valor tradicional que esta representa. El arte se convierte en una expresión cultural, la preservación de la palabra, y esto, bajo las configuraciones de las creencias de varias comunidades amazónicas, es literal. Adicionalmente, la creación es para Rember un valor emocional. La pintura se ha convertido en un canal espiritual entre él y su abuela. Es decir, cada que pinta, él revive sus vínculos tradicionales, a pesar de estar a distancia.

La premisa de El canto de las mariposas es el estancamiento creativo del pintor. Es Rember sintiendo la urgencia por contar a través de su pintura una etapa crucial en la historia de los uitotos, aquella que puso fin a muchos de clanes de esta comunidad. En consecuencia, vemos al hijo retornando a su lugar natal, la casa de los padres, ambos también artistas, que también sirven como instructores artísticos para los más chicos. Una escena esencial es cuando el padre narra a los pequeños las barbaridades que acontecieron en La Chorrera, lugar en donde capataces explotaron el caucho así como a tantas comunidades amazónicas. Seguido, la tarea es pintar esa escena. El arte, antes que una representación estética, es representación histórica, un compromiso testimonial. En fe a ese compromiso, es que Rember hace un segundo viaje en busca de los testimonios de los clanes que aún habitan en la antigua zona de explotación. Más que una búsqueda creativa, El canto de las mariposas es una búsqueda personal, que a su vez es una búsqueda de la preservación histórica y la memoria.

miércoles, 19 de agosto de 2020

24 Festival de Cine: Blanco en blanco (Competencia Ficción)

La película de Theo Court está dominada por una serie de evidencias que traslucen una época obscena. Estamos en la Tierra del Fuego a finales del siglo XIX, territorio que se encuentra en pleno proceso de colonización bajo las órdenes de un importante latifundista extranjero. La historia inicia con la llegada de Pedro (Alfredo Castro) a esa zona. Él es un fotógrafo que ha sido contratado para tomar las fotos del próximo matrimonio del señor de esas tierras. Diríamos que la presencia del recién llegado es su adentramiento a este lugar indecente, pero el hecho es que este mismo personaje desde un principio ya revelaba antecedentes inmorales. A la línea de ese argumento, Blanco en blanco (2019) trata sobre el poder casi omnipotente que representaron los latifundistas dentro de sus dominios. Esta idea se consolida ante la no presencia de Mister Porter, el amo invisible del territorio. Es como el jefe de la mafia al que muy pocos pueden acceder. Muchos no lo han visto, sin embargo, trabajan para él. Esa se podría ser que es la primera confusión de Pedro, quien, cual apóstol en formación, al no ver, no cree, y, por tanto, no respeta.

Luego de acontecer el primer conflicto de esta película, tanto Pedro como el espectador están más que enterados que por mucho que no veamos al latifundista Porter, sus instrucciones deben de ser respetadas, y nada de lo que le pertenece debe ser ultrajado. Todo, incluyendo los sujetos que pisan esas tierras, automáticamente se convierte en propiedad de este dios. Pedro no se ha percatado de eso, pero su oficio ha sido colonizado desde el momento en que ingresó a ese lugar, y no por el hecho de haber cometido una falta. Estamos hablando entonces de un señor tomando lo que le plazca, sin necesidad de salir de su prominente vivienda, arquitectura simbólica en pleno terreno agreste, y que de paso extiende a sus servidores esa pulsión de apropiación. Blanco en blanco tiene como trasfondo el genocidio a los indígenas que habitaban en la Tierra del Fuego por aquel entonces. Es el colonialismo en su versión más perversa, desinteresado en adiestrar o asumir a los aborígenes del lugar como mano de obra. “Nunca se nos ocurrió”; parece afirmar uno.
Blanco en blanco es atractiva a partir de ese tipo de gestos o acciones que maquillan por entero a una comunidad degradante. El alcoholismo, la depravación o el asesinato son rutinas de estos miembros que le rezan a Mister Porter. Salvo por uno mínimo, la película no promueve conflictos. Es solo una cadena de sucesos, insustanciales o extraños en principio, pero que terminan por construir un imaginario vilmente desaforado en donde la sociedad aborigen tiene como único futuro la extinción o una posición muy incómoda, a propósito de explotación sexual o la traición hacia su misma identidad, que bien podría representar ese hombre que parece ser guía de los invasores, siempre mudo, quedándose atrás luego de apuntar con el dedo. Es dentro de esta realidad que Pedro encaja, un personaje que da la impresión de sentirse perturbado ante tanta crueldad extravagante, pero para el final no duda en inmortalizar la aniquilación perfecta. Por un lapso de segundos, él se siente Mister Porter, dando órdenes a los perros de caza para retratar “su” obra maestra. Esta última secuencia, se podría decir es la síntesis de la película: un carnaval macabro y una fotografía espectacular.

24 Festival de Lima: Mujer de soldado (Competencia Documental)

El documental de Patricia Wiesse nos acerca a la denuncia de un grupo de mujeres provenientes de Manta, provincia de Huancavelica, quienes, al igual que muchas de esa localidad, fueron víctimas de violaciones sistemáticas sometidas por los militares durante el Conflicto Armado a mediados de los ochenta. Mujer de soldado (2020) toma como premisa el proceso judicial de Magda hacia el militar que abusó de ella cuando apenas era una menor de edad. Luego de quince años, ella ha retornado a su natural Manta, lugar de los hechos, a fin de enfrentar a su agresor. Lo interesante del documental es que combina las memorias personales –muchas de estas son recuerdos afables– con el testimonio de la violencia, a partir de las voces de Magda y otras tres mujeres que también pasaron lo mismo que su compañera. La dirección ingresa a este pequeño colectivo de personas que inician su charla haciendo una remembranza a una infancia que tuvo un antes y un después tras la llegada de los militares.

Si bien Mujer de soldado toma como caso central a Magda, los casos de las otras mujeres son parecidos. Las cuatro mujeres, curiosamente, al momento de ir rememorando su vida, ya sea antes de la llegada del terror o cuando se decidieron a emprender un oficio como el de la enfermería, parecen remedar las palabras (vivencias) de las otras. No solo está pues el vínculo natal, sino que también el del mismo martirio. Adicionalmente, la presencia de las tres amigas es evidencia de un acto de solidaridad para con una de ellas, también víctima del destierro de sus propios vecinos, la no asistencia de su lugar de nacimiento. La presencia grupal de estas mujeres no solo es un convenio dispuesto a buscar la justicia del ultraje masivo, sino que también es un acto de rechazo hacia una comunidad que las convirtió en las estigmatizadas, una sociedad irreflexiva ante el problema y prejuiciosa ante las víctimas. 

24 Festival de Cine: Los fantasmas (Competencia Ficción)

Es el último segmento de la ópera prima de Sebastián Lojo la que le otorga una cuota de interés. Su historia está dominada por dos protagonistas duales, aquellos que tienen un perfil público y otro privado, en uno son casi héroes, mientras que en esos otros roles son ejemplo de una ciudad traidora. Los fantasmas (2020) trata sobre la forma de ganarse la vida de dos personas, siendo la prostitución y el robo las que levemente apañan las presencias carismáticas de estos personajes. Una escena vital, y tal vez la que confunde a Koki (Marvin Navas), el guía turístico, es cuando este es curado por su socio, el dueño de un hotel. Es una escena casi paternal, pero que curiosamente es abstemia de diálogo y no deja de representarse entre las sombras. Es como si se repeliera a cualquier posibilidad de sentimentalismo. Más adelante, es en ese mismo lugar, nuevamente bajo el crepúsculo, que ambos personajes intercambian miradas. Otra vez, sin decir nada, dan cuenta del fin de una sociedad que parece ambos lamentan. Obviamente, Koki está fuera del juego y es ahí cuando emprende su ruta fantasmal, el de un desterrado de un espacio que de por sí era zona exiliada.

24 Festival de Lima: Las ranas (Competencia Documental)

Al igual que en su película La noche (2016), Edgardo Castro nuevamente nos introduce a una realidad obscena observada tras un filtro que humaniza a sus personajes. La protagonista es una joven madre con un doble oficio. Ella es vendedora de medias y también es visitadora en una cárcel. Las ranas (2020) lleva ese título por el apelativo con que se les conoce a las mujeres dedicadas a hacer compañía sentimental a reos y que de paso logran traficar objetos o sustancias prohibidas a la penitenciaria. Aquí también Castro disfraza a la ficción de registro documental. Lo hace, por ejemplo, a partir de la limitación del diálogo. Este recurso, por un lado, otorga un aire de cotidianidad en donde no se percibe una intromisión o efecto de falsación, y, por otro lado, descubre el perfil sensible de sus personajes, quienes escatiman las palabras a fin de que sus propias presencias den significado a la escena de la que forman parte.

Esto es notorio en las secuencias de las visitas a la cárcel, cuando los protagonistas interactúan como si se tratase algo más que un simple negocio. Se me viene a la mente el final de La noche, cuando el cliente y la cortesana tienen un momento de intimidad de un significado distinto al que tienen costumbre. Es una experiencia equivalente a un acto fallido, una revelación, un instante que delata sus emociones y que en este caso evoca a un momento de melancolía. En Las ranas, es más bien un momento distinto a lo taciturno, a propósito de la música cumbia de fondo, la luz del día y todos los reos emparejados en el mismo salón de visita. Todo ese escenario deja de percibirse como un espacio de conveniencias, sea monetarias o físicas, y se revela un lugar que genera vínculos emocionales, deja de existir el trasfondo de la depravación, los antecedentes violentos o la misma pobreza para convertirse simplemente en un espacio íntimo que no está lejos de la atmósfera de una sala o una parrillada familiar al exterior.

24 Festival de Lima: Manco Cápac (Competencia Ficción)

La nueva película de Henry Vallejo parece un filme de sobrevivencia, pero no representado bajo las convenciones que refieren a ese tópico que de inmediato nos asocia al cine de aventura o acción, en donde el humano está expuesto a la naturaleza que revela trampas meteorológicas, animales indómitos, y además es carente de cualquier tecnología o comodidad que provee la “civilización”. En su lugar, lo salvaje, los cambios intempestivos de clima y otros retos se traducen bajo los códigos de la urbanidad, espacio que aparenta ser un lugar privilegiado respecto a esos territorios no céntricos, o al menos así lo asume el protagonista de esta historia. En Manco Cápac (2020), tenemos a un joven, una suerte de aventurero, insertándose bajo propia convicción a un espacio que para él es territorio virgen; es decir, que desconoce de sus leyes y normativas. Muy pronto, sufrirá un naufragio en esa ciudad puneña, y entonces se inaugura su enfrentamiento y reconocimiento territorial en solitario. Nuevamente, parece un filme de sobrevivencia, pero no lo es, porque aquí el martirio no existe.

Me pongo a pensar en Cast Away (2000), Life of Pi (2012), la filmografía de Peter Weir o de Werner Herzog, películas que manifiestan a personas padeciendo en territorio ajeno, algunas sobreviviendo al extravío, pero no sin antes haber pasado por un calvario, una cadena de secuencias en donde la convalecencia es inminente. Esto es un mito en Manco Cápac. Sabemos que su protagonista no tiene techo dónde dormir, cobija con la qué cubrirse o pan para morder, sin embargo, el director se niega a expresar esas situaciones. No es como El signo de Leo (1962), gran película de Eric Rohmer, pero que perturba el suplicio por el que transita su protagonista. Casos similares, aunque socialmente comprometidos, son la española Surcos (1951), la estadounidense Cowboy de medianoche (1969) o la japonesa Nadie sabe (2004), filmes que revitalizan los escenarios y situaciones miserables con el fin de inquietar al espectador para asegurar una reacción en pos de una crítica social, respecto al abandono público y el egoísmo urbano. Claro que la película de Vallejo también infiere eso, aunque por encima está su compromiso a revalorar a su protagonista.

Manco Cápac escapa de cualquier efecto dramático. Y es que cada que pretendemos conmovernos por este personaje de postura tímida e inocente –a continuación, un prejuicio–, digno de ser auxiliado, este joven juega sus cartas, encuentra la solución a su carencia o, simplemente, decide no retorcerse ante la situación que lo desventaja, porque él sabe que esto es solo momentáneo. No se le ve mordiendo el polvo ni tiene deseos de rogar, inclinarse o escupir al cielo. Esto va más allá de la dignidad. El protagonista de esta historia es un merecedor sobreviviente de cualquier catástrofe que se avecine. Es decir, nadie tiene derecho a brindarle algún gesto por lástima. A diferencia de la mayoría de náufragos del mar o de la selva, el personaje de Vallejo no depende de la suerte. Tal vez sí del buen gesto humano, pero no olvidemos que esto mismo no viene gratis, sino que también es el efecto de una estrategia, un acto de persuasión que implica, por ejemplo, al muchacho visitando una y otra vez a la mujer que un día le ofreció –no le regaló– un plato de comida a una tarifa mínima. Lo vemos incluso ofreciéndole un presente, posiblemente, anticipándose a una posible próxima situación en que esté en un nuevo apuro.

Henry Vallejo desmitifica al estereotipo que deviene desde las épocas de las invasiones occidentales a América, sobre sujetos ajenos a los rituales sociales occidentales, que para encontrar su lugar en esa civilización tuvieron que convertirse en un “buen salvaje”, individuos sumisos dispuestos a ser amaestrados, a ser mano de obra barata, los esclavos que solventarán al poder económico. Por el contrario, vemos a un personaje que se niega a ser explotado, pues exige según sus posibilidades. Dicho esto, no estamos tratando con un revolucionario o transgresor que pretende cambiar las leyes de esa naturaleza que le resulta exótica. Pero eso no evita que persiga a sus deudores o que reclame un cambio monetario correspondiente. Es una persona que está comprometida a conversar sus principios. No se humilla ni da oportunidad a que lo humillen. A propósito, no está demás rememorar sus momentos de regateo, un ejercicio que nada tiene que ver con el fantasma de la miseria. Es solo un acto que propone –no exige– un trueque equitativo. Manco Cápac tiene un final memorable. La prueba irrefutable de un personaje obstinado, ingenioso y trabajador, un conquistador de tierras ajenas que nunca aguardó a que le llegara la suerte.

lunes, 10 de agosto de 2020

24 Festival de Lima: Conferencia de prensa

Del 21 al 30 de agosto, se realizará el 24 Festival de Cine de Lima PUCP, que dada las circunstancias emprende una edición online. Serán más de 30 películas las que estarán disponibles a través de la página www.ccpucpencasa.com, en donde también se podrán adquirir las entradas. Estas son las películas en competencia:

COMPETENCIA FICCIÓN

Argentina

EL CUIDADO DE LOS OTROS de Mariano González

EMILIA de César Sodero


Argentina-Alemania

LAS MIL Y UNA de Clarisa Navas


Brasil

MEU NOME É BAGDÁ de Caru Alves de Souza

 

Brasil – Francia - Alemania

A FEBRE de Maya Da-Rin

 

Chile – España – Alemania - Francia

BLANCO EN BLANCO de Théo Court

 

Chile

ALGUNAS BESTIAS de Jorge Riquelme

 

Colombia

LAVAPERROS de Carlos Moreno

 

Cuba – Costa Rica - Francia

AGOSTO de Armando Capó

 

Guatemala- Argentina

LOS FANTASMAS de Sebastián Lojo

 

México

BLANCO DE VERANO de Rodrigo Ruiz Patterson

 

México - España

SIN SEÑAS PARTICULARES de Fernanda Valadez

 

Perú

MANCO CAPAC de Henry Vallejo

LA RESTAURACIÓN de Alonso Llosa

SAMICHAY, EN BUSCA DE LA FELICIDAD de Mauricio Franco

 

COMPETENCIA DOCUMENTAL

Argentina

LAS RANAS de Edgardo Castro

 

Brasil

FICO TE DEVENDO UMA CARTA O BRASIL de Carol Benjamin

FÉ E FÚRIA de Marcos Pimentel

 

Chile

EL AGENTE TOPO de Maite Alberdi

 

Colombia – Uruguay - Argentina

DOPAMINA de Natalia Imery

 

Cuba

A MEDIA VOZ de Heidi Hassan y Patricia Pérez

 

México

MARICARMEN de Sergio Morkin

COSAS QUE NO HACEMOS de Bruno Santamaría

 

Perú

CÍRCULO DE TIZA de Jean Alcócer y Diana Daf Collazos

MUJER DE SOLDADO de Patricia Wiesse Risso

EL CANTO DE LAS MARIPOSAS de Núria Frigola Torrent

VOLVER A VIVIR de Wilfredo Medina Padilla

 

Venezuela

ÉRASE UNA VEZ EN VENEZUELA de Anabel Rodríguez Ríos

 

Las recomendadas

En Competencia Ficción resalta la brasileña A febre, las mexicanas Blanco de verano y Sin señas particulares, la chilena Blanco en blanco y las argentinas El cuidado de los otros y Las mil y una. En Competencia Documental la cubana A media voz, la chilena El agente topo, la venezolana Érase una vez en Venezuela y la argentina Las ranas.

El invitado de honor de este año será el cineasta francés Olivier Assayas, de quien se podrá ver tres de sus películas, incluyendo el clásico Irma Vep. Habrá varios eventos gratuitos y online. Desde hoy lunes 10 hasta el viernes 14, se realizará la preventa de entradas. Todas las entradas adquiridas tendrán una duración de 48 horas.