Ha fallecido Roger
Ebert. Un rabioso cáncer reavivó su estado físico no suficiente con la larga
temporada que convivió con él. Personalmente, comencé a leerlo a partir del
2007. Un año después, por qué no mencionarlo, las críticas de Ebert fueron uno
de esos tantos alicientes que me empujó a fundar este blog. El crítico de cine
que un día puso de moda la famosa frase “dos pulgares arriba”, tenía un estilo
particular cada que se burlaba o celebraba una película. Acuñaba frases onomatopéyicas,
preguntaba y se respondía creando la ironía, tumbaba una cuarta pared si era
necesario, era un apasionado. Mientras veíamos películas que muchos creíamos
tenían originalidad propia, Ebert en sus críticas retrocedía décadas atrás y
nos citaba filmes de los que no nos daba oportunidad de rememorar y percatarnos
de una similitud, en ocasiones, casi desvergonzada. Era simplemente una
filmoteca andante, de memoria enciclopédica y gran cordura al momento, incluso,
de presumir sus habilidades de buen conocedor de cine.
Para desconocimiento
de algunos, Halloween (1978), de John
Carpenter, sí, esa película que hoy todo el mundo conoce y que es para muchos
el mejor clásico de terror, no hubiera tenido la fama que hoy goza si no fuera
por la agudeza visionaria de Roger Ebert. En medio de su estreno, abucheado,
marginado y ya casi en sus últimos días en las salas de cine, Ebert, quien por
entonces ya escribía en el Chicago Sun-Times, escribió su crítica para la
película. A los días el público invadió las salas para ver esa película de la
que habían leído provocaba violencia sin mostrar gota de sangre alguna. A los meses,
Halloween ya había programado estrenos para Europa. La palabra de Ebert
siempre prevaleció en el mundo del cine. Casi enmudecido a causa de su penosa
enfermedad, el crítico nunca cesó su oficio. El 17 de este mes se iniciaría un
nuevo certamen de su Roger Ebert’s Film Festival en su 15va edición.
Ganador de un premio Pulitzer en el 75 (entonces, era el Pulitzer). Hace
algunos días, Roger Ebert escribió que el cáncer rebrotaba en él y tendría que
retomar tratamientos en el hospital. “Ahora escribiré solo las películas que me
gustan”, dijo. Dos pulgares arriba para Robert.
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