Por tradición, las películas sobre deportistas expuestos a las exigencias de una rutina competitiva nos han trasladado a historias que dialogan sobre la superación personal o revelan un panorama social desamparado, caso Chariots of Fire (1981) o The Loneliness of the Long Distance Runner (1962), respectivamente. Es decir, el deporte como excusa para mejorar o componer algo fracturado en la intimidad o entorno de los atletas. Ahora, en los últimos años, la frecuencia de este tópico, además de aumentar, nos ha venido revelando los “puntos ciegos” e insidiosos que a veces cobija dicha circunstancia. Desde I, Tonya (2017) hasta Nadia, Butterfly (2020), tenemos retratos de deportistas expuestos a una privación o violencia contra los estados naturales de cualquier persona. En otras palabras, si antes el mundo deportivo fue reconocido como lugar de refugio o método de rehabilitación, es partir de esas recientes películas que se lo expone como un espacio inseguro y nocivo producto de una toxicidad normalizada que se ha colado entre las rutinas o normativas deportivas. Por esa línea es que camina Julie se queda callada (2024). Esta es la historia de una talentosa tenista anímicamente paralizada ante un tema trágico que implica a su exentrenador. He aquí el caso de una “testigo” que opta por el silencio, lo que le irá generando un estado de conmoción y aturdimiento.
jueves, 7 de noviembre de 2024
10 Semana del Cine ULima: Julie se queda callada
El
director Leonardo Van Dijl nos va describiendo con mucha cautela un delicado
tema que ha vulnerado el campo de entrenamiento de una academia de tenis para
adolescentes en Suiza. Hay cierto énfasis por escatimar los detalles de una
denuncia aún por esclarecer. Podríamos decir que es un relato que parece pensar
en los implicados, en especial en su protagonista. Julie (Tessa Van den Broeck)
ha decidido no ser parte de los comentarios que recaen contra su exentrenador. A
principio, se entiende como un gesto de respeto o fidelidad hacia el mentor. El
hecho es que hay algo más que mantiene discreta a Julie. Dicho esto, la
película se compromete a entender esa postura de la tenista al punto de que los
argumentos que expone la trama, de igual manera, asumen cierta discreción. A
propósito de ese misterio, Julie se queda callada parece comportarse
como un thriller, solo que aquí la pesquisa o los impulsos detectivescos que
desean forzar las confesiones son apaciguados. Ante un hecho violento, esta
película se esfuerza por no gestionar otro tipo de violencia. Es el respeto
hacia los damnificados o personas vulnerables ante una situación que ha golpeado
a todos, aunque en distintos niveles. Entonces Julie se figura como una figura
clave, alguien que merece toda la empatía posible, en espera de una declaración
bajo libre voluntad.
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