lunes, 1 de marzo de 2010

PREMIOS OSCAR 2010: Up in the air (Amor sin escalas)



Ryan Bingham (George Clonney) vive en el aire; su vida está destinada a cargar con un equipaje ligero de aeropuerto en aeropuerto. Su trabajo; despedir empleados de distintas empresas o corporaciones. El pisar suelo para Bingham es disfrutar de la confortabilidad de la vida: hospedarse en hoteles prestigiosos, elegir el plato más costoso de la carta, manejar vehículos con mucha imagen, y dejarse mimar por cada uno de sus servidores. Así como pasa con sus espacios públicos, lo mismo pasa con sus espacios íntimos, Ryan conocerá a Alex Goran (Vera Farmiga), una versión femenina de Bingham, y ambos tendrán un amor eventual, sin protocolos. Lo que podría ser para algunos una rutina vacía y mundana, para Ryan Bingham es más que eso, es su vida. De repente alguien irrumpirá su tranquilidad; Natalie Keener, una joven que acaba de ingresar a la materia de los despidos trayendo consigo un ingenioso plan, despedir a los empleados online o “a distancia” evitando así los continuos viajes que se van acumulando en las cuentas de la empresa. No suficiente con dicho castigo, la de correr el riesgo de perder su hogar aéreo, Ryan tendrá la tarea de enseñar las viejas técnicas de despido a la neófita empleada.





Tercera entrega de Jason Reitman, nos presenta una vez más una película realista llena de paradojas, con tonos de comedia ácida como la vida misma. Up in the air nos habla específicamente sobre una etapa de la vida; el amor en la adultez, esté relacionado con los compromisos o la vida de matrimonio. Ryan es un personaje que no huye del amor, sino simplemente disfruta de una vida pasajera. Él mismo es un pasajero de avión que se mueve de un lugar a otro. Su estilo de vida inestable lo hace un hombre libre, es por eso que está de acuerdo en las relaciones temporales sin necesidad de comprometerse con nadie. Su compañera de trabajo Natalie Keener, muy contraria a Bingham, es una joven que cree en el amor. Es su oficio mismo una resultante de su compromiso con su enamorado. Ambos personajes si bien tienen caminos diferentes para el amor, al final experimentarán lo que el otro. Ryan se terminará enamorando de Alex Goran mientras que Natalie seguirá un oficio que en verdad le agrada luego de haber terminado con su enamorado. La política de Ryan, la de viajar con el equipaje ligero evitando algún tipo de relación (amicales, matrimoniales, familiares) que intervenga con su oficio personal, será luego la de Natalie, y será el mismo Bingham el que desapruebe su propio discurso al darse cuenta que su vida de rutina se ha acabado al conocer a Alex. Up in the air en realidad no apoya ni está en contra de los compromisos. Todo es una quimera, el mundo da vueltas, el casarse es una opción, así pasa lo mismo con el divorcio. Lo mismo pasa con los desempleos. No es gratuito que Ryan se dedique a despedir a empleados de distintas empresas. Cada uno de estos mantiene una relación con sus empresas, y Reitman al detallar sus antes y después de aquellos trabajadores responde también a los rompimientos de amor: es lo mismo que pasa con los enamorados, novios o esposos. El ser despedido de su empresa (tómese como una familia o pareja), a la que dedicaron años de su vida, tiene una reacción de despecho, para luego se proceda una meditación de “no fue tan malo”, aunque si es preciso decir que no todos reaccionan de la misma forma, más si la mayoría toma conciencia. Los personajes de Up in the air así viven cada uno sus fantasías: uno volando de avión en avión sin necesidad de equipaje, una viviendo un amor libre y otra imaginando al amor perfecto; todas a fin de cuentas una fantasía, especialmente la de Alex pues vive una doble vida, la de esposa y la de una mujer libre de compromisos, y en ambas se expresa un discurso claro sobre lo que quiere. Esa es otra clave de la película: ¿qué es lo que quiere uno? Todos se responden pero en ninguno se puede realizar. El amor termina siendo como la suerte de los empleados, aquellos que pasaron de un día a otro al desempleo; cosas por la que uno (o cualquiera) pasa.




Jason Reitman otra vez cala en la crueldad de las masas corporativas, aquellas que muestran un producto de imagen con un trasfondo desinteresado por los recién desempleados. El nuevo plan de una joven es malévolamente pernicioso para el recién desempleado más es beneficioso para su compañía. Son gajes del oficio; la tarea es saber sobrellevarlos.

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