viernes, 21 de mayo de 2010

Robin Hood


*Alerta de spoilers a partir del segundo párrafo

Citar el nombre de Robin Hood es hacer mención al tan acertado epíteto que Kevin Reynolds le habría otorgado en su película – que ha quedado en el recuerdo más por la canción de Bryan Adams –a la leyenda del bosque de Sherkwood: “el príncipe de los ladrones”. Y es que siempre fue ese el atractivo de este superhéroe medieval, aquel que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. El que se escabullía entre los árboles y daba certeros golpes a las diligencias del rey de Inglaterra, y este renegaba, y el otro se reía. Siempre ha habido un tónico cómico cada vez que se menciona a Robin Hood, debe ser por eso que a la Dreamworks no le fue muy difícil adaptar a este pillo ladrón en Shrek. Y es que la esencia de todo héroe que ha sido mitificado – al menos por Hollywood –siempre está perenne dentro del imaginario social que se ha comido décadas el mismo discurso que Robin Hood era un ladrón que se burlaba de las guardias del rey queriendo quebrantar la ley pública, la misma que oprimía a toda una población con un jugoso diezmo, un robo hecho ley, eso lo convertía al hombre vestido de verde en justiciero, o sea un hombre justo. Esto último, y para mal, Ridley Scott se lo ha tomado a pecho.
Robin Hood – a secas –es la mirada personal que Scott ha querido otorgar al ladrón de los pobres, ladrón que no es ladrón en esta película sino un arquero del ejército inglés comandado por su rey, Ricardo Corazón de León, en tiempo de Cruzadas. Russell Crowe, interpretando a Hood, es un soldado a servicio de su alteza, más este no comparte la mismas ideas que su rey, es por eso que lo mandan a cortar la cabeza, pero para suerte de Hood el rey morirá en batalla y así el rehén junto con un grupo de amigos, incluido el tan famoso pequeño Juan, escapan del campo de batalla sin tener idea que a mitad del bosque harán presencia de un acto de traición a manos Godfrey, un inglés que está pactando a espaldas de su rey con Francia. Godfrey y unos soldados franceses logran emboscar a la comisión encargada para llevar la corona del rey caído a Inglaterra. La comisión es ultimada por los franceses y luego los franceses a manos de Hood y sus amigos, mientras que Godfrey logra escapar más con un pequeño recuerdo sellado en el rostro; Hood ha lanzado una flecha que ha dejado una profunda herida a Godfrey. Hood sin querer se ha ganado un enemigo y Scott va tejiendo su película comercial. Sí, pues como toda cinta que desea buena taquilla siempre debe tener su enemigo y ese es Godfrey; el traidor de la cicatriz en el rostro. Por supuesto que también debe de haber una amada y ahí está Marion Loxley interpretada por Cate Blanchett, los personajes cómicos que son los amigos de Hood encabezados por un cura borrachín y finalmente un rey colérico, el rey Juan, el que toma la corona tras la muerte del rey Ricardo. La obra teatral tiene entonces a sus personajes seleccionados.
La trama, como habíamos mencionado, es sobre el origen de Hood, origen que de por cierto no tiene casi ninguna relación con “la leyenda” pues este Hood es un sujeto que más que ladrón tiene una conciencia social y moral que no enfrenta con rebeldía sino con un liderazgo al estilo de William Wallace en Corazón Valiente, Aragorn en El señor de los anillos: el retorno del Rey o Wolverine en X-MEN: la batalla final. Estamos hablando de una franquicia que se está volviendo aburrida: el sujeto extraño o anónimo que de pronto se vuelve un representante de masas. Robin Hood nos ofrece lo mismo que se asoma anualmente en el cine, un personaje que es el héroe o el elegido –citando a Neo –de todo un pueblo, sociedad o raza de oprimidos. La película así se torna aburrida por dejar a segundo plano los momentos de acción, o por último cómicos, mostrándonos cuestiones más ajenas a lo que se espera ver de Hood. Muy a pesar hay algo por debajo de todo este recetario tradicional, y es por esto que me he tomado la delicadeza de hacerle una crítica a esta película. El discurso frente a todo un pueblo que manifiesta Hood bien podría pasarse por una pronunciación anti-monárquica, se convierte así en un ideólogo populista. Robin Hood es además la historia de cómo un “arquero” pasó a poseer kilómetros de parcelas de tierra y se dio cuenta que el reino vivía del pueblo, de sus tierras. La intención de Scott da mucho que pensar. Vemos alianzas entre los pueblos ingleses que se levantarán contra el rey, vemos a un simple soldado que es capaz de pronunciar sus apatías frente a su monarca, vemos también a un cocinero que mata a un rey, un cocinero que prácticamente tomo un arco y una flecha en su free time y cambió el rumbo de la historia. Hay una silenciosa presencia de un sheriff o autoridad pública que se muda de patria como quien se cambia uno de zapatos. No hay presencia de la iglesia, una figura elemental en la época medieval. Apenas hay un nombramiento de Dios a boca del monarca Juan cuando este dice que al ser elegido por Dios su palabra es palabra del mismo divino – no será que se está citando las palabras de un líder que creyó ser “el divino” –. Ridley Scott posiblemente trata de comunicar algo más por debajo de un ídolo popular. Una observación suspicaz que solo deseaba comunicar. Salvo de este comentario, Robin Hood no pasa ni pena ni gloria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu crítica me parece muy sin sentido, he visto esta pelicula más de una vez, y lo que dices no tiene relación a ella. Al parecer, al hacer tu comentario, no fuiste capaz de verla.

Mariana

Carlos Esquives dijo...

Si algo me empujó a querer comentar sobre "Robin Hood" fue la interpretación que hago al final del último párrafo: la película está plagada de un discurso político. Ridley Scott (si nos localizamos al tiempo de su estreno) hace una crítica directa a la política de George Bush y Tony Blair (cambiemos a Bush por el nuevo rey y a los aliados de este por Blair), sobre los crímenes de invasión y guerra, y otros temas derivados de la actualidad.
Al margen de esto, a mi parecer, "Robin Hood" es aburrida al plantear lo mismo (en una mala versión) que podría encontrar en otras películas épicas como "Corazón valiente", "Gladiador", la misma "Matrix".