viernes, 25 de mayo de 2018

IX Festival Al Este: Madre aterradora

Un tema frecuente, aunque expuesto a un filtro poco convencional. La película de Ana Urushadze toma por protagonista principal a Manana (Nato Murvanidze). La historia de esta mujer es la historia de Jeanne Dielman, Thelma y tantas amas de casa sobrellevando una rutina doméstica y luego rebelándose o liberando –que es lo mismo– sus represiones frente a una masculinidad en su versión patriarcal. Los enemigos de Madre aterradora (2017) son los padres represores, no los hombres. Ellos son los que gobiernan a su protagonista, y de paso dan señas de que sus dictaduras se extienden fuera del círculo conyugal. Es decir, las hijas son también atormentadas por los tiranos. Todo esto, Urushadze lo manifiesta a partir de un ambiente gélido, mortuorio, extraño y enfermizo, una ligera inclinación al thriller psicológico, risas que no son risas, sino que se confunden con el llanto. Hay un peso visceral que expresa Manana.
Esta protagonista es una escritora “en el clóset”, y como todo escritor, su literatura es una extensión de su biografía. Su nueva obra será núcleo del conflicto, creación que ha irritado al esposo de Manana y que, posteriormente, despertará prejuicios, tabúes, pero también encontrará un único fan, un hombre solitario, letrado, empeñado en contagiar a otros el valor que este observa en el libro de la mujer. Madre aterradora tiene la intención de promover una película que hace una demanda frontal frente al caso de una mujer asediada por las convenciones. Manana parece una especie de Emily Dickinson, revolucionando la literatura de su tiempo o localidad dentro de su propia ficción, pero fuera de esta será desaprobada por el canon. Lo cierto es que la película es argumentalmente evidente de inicio a fin. Por muy extravagante que sea la propuesta, aludiendo a criaturas míticas filipinas, su historia no propone giros. Su final ya estaba escrito antes de.

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