viernes, 10 de mayo de 2019

9 Semana del Cine Francés: Mes provinciales

Una película que bebe de la puesta fílmica francesa que proyectó la nouvelle vague, Eric Rohmer, Claude Lelouch, Philippe Garrel y tantos otros, sobre un panorama generacional, una juventud en estado de madurez y la plenitud de desencuentros personales y profesionales visto desde la mirada a una biografía protagónica –que no deja de observar al fondo colectivo–, ingresando a lo íntimo, a veces en tono de confesionario, asumiendo una estructura de diario o en capítulos, que fijan límites que no solamente funcionan como pautas del paso del tiempo, sino también denotan temporadas de transición, que no necesariamente garantizan el desarrollo personal o emocional. Esto se expresa en Mes provinciales (2018), de Jean-Paul Civeyrac, historia que manifiesta a un protagonista y una generación que arrastra dudas, se frustran, se terminan por estancar. Es un derrotero hacia el descubrimiento de un romanticismo agónico.
La película inicia con el protagonista dejando su provincia natal y enrumbándose a la inexplorada París. Étienne (Andranic Manet) despliega inocencia en su propio entorno. La despedida a su familia y amada dan seña que su aventura personal –el estudiar cine en la capital en una universidad de prestigio– implica un sacrificio. Es el primer indicio de una (tal vez) madurez forzada. Ya en la gran París, la inocencia de Étienne se convierte en ingenuidad. Ha ingresado a un espacio no romántico. Es la mirada reservada y hasta conservadora del recién llegado ante un entorno distinto. Se sospecha que el nuevo mira con exotismo los debates políticos, posturas artísticas y el amor libre, gesto que expresa mediante su silencio o su repentina huida de una fiesta. Como en las novelas del realismo francés, el protagonista es un extranjero en una sociedad, un ajeno a una ideología, la que con el tiempo adoptará, admirará y fabricará su propia ilusión.
Muy típico de estos dramas franceses, los discursos, autores o el mismo cine nos acercan a la naturaleza de los personajes. Pascal, el Sayat Nova (1969), de Sergei Parajanov, un alegato sobre la fidelidad son algunos indicios de un pensamiento ambiguo, sin dirección o asumidos con un romanticismo impostado y, en ocasiones, pretensioso. Mes provinciales define a personajes idealistas en un ambiente lánguido. Es por esa razón que la película de Jean-Paul Civeyrac se perfila a lo desmoralizante. Dicha realidad está en razón de una deficiencia de independencia personal. Estamos tratando con una generación pendiente a las tendencias, a las opiniones con un razonamiento sustentado por alguna utopía. Esto se sintetiza en la relación entre Étienne y Mathias (Corentin Fila). El destino de esta relación, es el resumen del estado personal y anímico de la película y la generación en cuestión.

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