domingo, 30 de octubre de 2022

8 Semana del Cine ULima: The Cathedral

En una escena, el protagonista ya mayor se levanta estrepitosamente como si escapara de una pesadilla. Dentro de esa habitación, hay oscuridad; sin embargo, fuera de la misma el sol brilla. Años antes, este mismo hablaba sobre cómo sus recuerdos de la infancia siempre se relacionaban con la luz que atravesaba las ventanas del departamento de su padre. Es a partir de esto que se podría decir que esta es la historia de un niño que aprendió a ser sensible a algo que la mayoría no percibía. The Cathedral (2021) es un delicado retrato a las brechas y resentimientos que existen en una familia estadounidense, ello contemplado desde la perspectiva de Jesse, el hijo único de un matrimonio que vemos ascender y luego descender. El director Ricky D’Ambrose en su ópera prima Notes on an Appearance (2018) nos anticipaba un estilo cinematográfico en donde la memoria se construye en base a una serie de planos fijos y cerrados a elementos aparentemente intrascendentes, los mismos que, ciertamente, desentrañan ideas, rutas, derivas de alguna vida que bien no podría manifestar presencia física, pero ahí está. Era lo que básicamente sucedía con ese personaje no habido en la primera película de D’Ambrose, pero que sus pistas no dejaban de crear añoranza en sus más allegados. En The Cathedral no habrán desaparecidos, pero, en efecto, hay evidencia de una ausencia.

La estructura narrativa de este director insiste en no seguir una secuencia y virtualidad tradicional. Lo que vemos no está lejos a la reproducción de un álbum fotográfico, algo que se percibe fuertemente en Notes on an Appearance. Es la seguidilla de información tras información. Una suerte de revisión de un archivo en donde Jesse es observador, un simple testigo que incluso parece estar —o querer estar— al margen de lo que acontece. El choque entre sus padres Lydia (Monica Barbaro) y Richard (Brian d’Arcy James), así como los conflictos entre estos y sus familias políticas, o los que brotan del interior de esos mismos grupos, es continuo. Pero lo cierto es que a D’Ambrose poco le interesa encasillarse en un conflicto, que los hay muchos. Como toda lectura de un archivo de vida, el lector no se detiene a analizar alguna rencilla en específica. La idea es que la información estimule una percepción general. Es decir; estamos tratando con un cine perceptivo. Ahora, ese efecto de la contemplación se refuerza mediante el trabajo de fotografía. Luz suave, natural, sensible a las sombras que definen un alto contraste, colores que son sensibles y cambiantes a la iluminación, muchos primeros planos. Es básicamente una simulación a los recursos de la pintura, siendo la corriente impresionista su referencia más inmediata.
Volviendo a la idea sobre cómo para el protagonista la luz estaba asociada a sus recuerdos o formación de su infancia. La luz como recurso que crea una percepción del mundo es un concepto asistido por muchos pintores. Y si nos referimos a la pintura, en el impresionismo, la luz es recurso y modelador sensible de una realidad que, ocasionalmente, no es perceptible para el ojo humano o apresurado frente al correr de la rutina. The Cathedral mediante este discurso expositivo, contemplativo y reflexivo pretende percibamos eso que es imperceptible a la mirada de cualquiera. Jesse se presenta como un elegido de esa sensibilidad. Claro que, dentro de la trama, esta no es una dádiva o el resultado de una estimulación artística inculcada a temprana edad. Ese estado perceptivo para Jesse es síntoma de una experiencia frustrante. Su convivencia frente a un círculo en continuo conflicto le ha empujado a ser observador de aquello que lo retrae de una realidad objetiva y, en su lugar, a aprendido a valorar lo subjetivo, por ejemplo, a contemplar lo que hay del otro lado de una ventana o cómo la luz irrumpe en la nocividad de un interior doméstico. Adicionalmente, Ricky D’Ambrose, tal vez consciente de ese efecto impresionista y cómo este revela una realidad virtual, aunque no percibida, a medida que narra la historia de Jesse, intercala también escenas de la coyuntura de EEUU de finales de los 80 a principio del nuevo siglo. Es la percepción de una nación también sufriendo sus brechas y conflictos, a pesar de su apariencia de potencia mundial.

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