martes, 1 de noviembre de 2022

8 Semana del Cine ULima: Heartbeast

A principio, la ópera prima de Aino Suni parece tratarse de un enamoramiento unidireccional de aire idealizado carente de un estímulo que la libere de un romanticismo para principiantes. El hecho de que esa ilusión provenga además de una adolescente de aires de rebeldía hace que esta eventualidad resulte ilusoria, caprichosa, un tanto ingenua. Elina (Elsi Sloan) es presa del atontamiento emocional tras ver por primera vez a Sofía (Carmen Kassovitz). Ella, una bailarina con mucho potencial. Elina, una aficionada del hip-hop. La primera es exigente y disciplinada hacia su arte. La segunda es retraída e insegura cuando se convierte en centro de atención. Una de presencia frágil, la otra con cabeza verde y ropa holgada. Si bien, argumentalmente, Heartbeast (2022) genera una impresión convencional, es a propósito de esa divergencia de antecedentes que se va intensificando un conflicto que definitivamente predice algún efecto caótico, siendo esta pareja una simulación a la bella y la bestia. Existe pues esta idea implantada por historias que cuentan sobre bestias que, por muy humanizadas que estén, inconscientemente, aman con agresividad. El hecho es que esta película encierra más bien a una protagonista que es consciente de su nocividad.

Elina es dueña de una imagen que es enemiga de la actual coyuntura. La chica de cabellera verde es la toxicidad hecha carne; muy a pesar, hay algo en esta que podría librarla del paredón, o por lo menos a vista y sensibilidad de Sofía. Este es un relato sobre personas emocionalmente dependientes. Algo de una, la otra necesita. En tanto, lo que ofrece Elina resulta ser una calidez y protección que Sofía no ha logrado recibir o percibir de ningún otro lado. Surge de esa forma la paradoja sobre cómo una mujer proyecta empatía hacia la persona que quiere, pero a su vez no deja de ser obsesiva, egoísta, celosa, acosadora, resentida, vengativa y calculadora hacia esa misma. Aquí tenemos a un monstruo. Sin embargo, basta ver el comportamiento compasivo de Elina cada momento en que Sofía entra en crisis para pasar por alto esas demenciales acciones previamente ejecutadas por la supuesta benefactora. Hearbeast es una película que para sorpresa del espectador pone en equilibrio pros y contras de esta relación porque, hasta cierto punto, hay evidencia de una cordialidad. ¿Es sano esto? Se me viene a la mente películas como Vértigo (1958) o Phantom Thread (2017), en donde parejas deciden querer a una persona que trae consigo una carga de nocividad.
Podría decirse que las protagonistas de Aino Suni son más cercanas a los de Phantom Thread. En la película de Paul Thomas Anderson, vemos cómo una pareja se ama de una manera extraña. Existe una suerte de pacto perverso y hasta masoquista en estas personas que se maltratan, tanto física como psicológicamente, mas esto resulta ser un condimento para la relación. Eso que mantiene la llama de la pasión. Los dos son dominantes y aman ser dominados. Caso en Hearbeast, obviamente, estamos tratando con personalidades dispares, aunque eso no quita sean menos masoquistas y que también ambos tengan de tiranos. De hecho, esta es una película con más de una bestia. Aquí las protagonistas continuamente intercambian roles. Tanto Elina como Sofía son nocivas una hacia la otra, solo que una es más racional, mientras que la otra improvisa. Son dos niveles o mecanismos diferentes de provocar nocividad. Heartbeast, en efecto, involuntariamente podría crear un prejuicio hacia la imagen hosca de Elina. ¿Es que su actitud/imagen la imposibilita de ser víctima ante una persona que la invoca cada que precisa de un apoyo emocional, pero que la aparta cuando se trata de seguir sus pasiones? Aunque más sutil y menos violenta, sigue siendo una conducta nociva.

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