Se estrena este fin de semana en el IFC Center de New York la nueva película de Godfrey Reggio que codirige con Jon Kane. La próxima semana se estrenará en Los Angeles en el Braindead Studios.
La evolución, la trascendencia o
el desarrollo son palabras claves para describir los acontecimientos expresados
en la trilogía qatsi (1982 – 2002). El director Godfrey Reggio, junto al
compositor Philip Glass, si bien en estas producciones impartían un paralelismo
y contraste entre el escenario natural y el afectado por los hábitos de la
humanidad, expusieron de paso un particular resumen histórico de los efectos que
impactaron sobre la Tierra. Entendamos el territorio natural como el principio
de la existencia terrenal; en tanto, la vida de la ciudad era el presente o la
posteridad de ese bloque que un día fue virgen. Viceversa, lo que hoy está
ocupado por un edificio, un día sirvió como superficie de un gran árbol. Es
decir, se emulaba el pasado y el presente a propósito de esa relación de
escenarios. Dicho esto, sea desde una perspectiva evolucionista, histórica,
económica, urbanística o existencial; nada de lo que está dentro del Globo se
libra de los cambios. ¿Qué implica ello? Que las secuencias naturalistas registradas
por Reggio capaz tengan como destino ser alcanzadas por ese “desarrollo” humano.
Estamos ante un vaticinio. ¿Pero es una profecía en un sentido benevolente o
apocalíptico? He ahí la gran interrogante que suscita la trilogía qatsi y que a
su vez genera otras más: ¿A dónde vamos? ¿A qué nos estamos enfrentando? ¿Qué
nos estamos haciendo? A pesar de que el espectador es libre de imaginar el
futuro de la existencia terrenal, Reggio y Glass dejan en claro su respuesta.
Sucede que este himno frenético y coral manifiesta varios signos de alarma tanto
desde la imagen como del sonido.
Once Within a Time (2023) reúnen una vez más al
director y al compositor. En codirección con Jon Kane, esta nueva película
expresa una renovación desde la imagen y el ritmo. A diferencia de lo realizado
anteriormente por el dúo, este es un filme imaginado en alianza con la
tecnología digital. Estamos ante un tiraje de secuencias que describen
escenarios fantásticos que llegan a lo surreal. En otras palabras, es una
alegoría de la realidad. Una vez más, apostando por una argumentación coral y
barroca. La saturación en la trilogía qatsi era consecuencia de los numerosos
registros divididos en secuencias. En Once Within a Time, su carácter
adornado es debido a que una multitud de imágenes se integran en una misma
secuencia. De ahí por qué el ritmo de la reproducción también cambia. El
contenido de esta película podría ser interpretado como una suma de capítulos,
cada uno exponiéndose en un lapso moderado, representando una puesta en escena
y generando una lectura que, ciertamente, se amplía al relacionarse con las otras
secuencias. En la trilogía qatsi, la lectura se captaba exclusivamente a partir
de la relación entre las secuencias y no por sí sola. Podríamos decir que,
desde una mirada pictórica, es más acertado definir a Once Within a Time
como una creación barroca. Todos sus capítulos están compuestos por distintos
signos, recreaciones y referencias a la realidad de nuestro presente, aquella
que ciertamente engloba ficciones a fuerza de que dependemos de los hábitos
digitales. Reggio asiste a la estética de lo
digital para reflexionar en torno a la humanidad envuelta en una realidad
digital. ¿Cómo ha cambiado la existencia ante esa mudanza de realidad? ¿Qué nos
depara nuestro futuro frente a esa percepción ficticia globalizada? ¿Existe
todavía registro de nuestra antigua realidad en ese escenario digitalizado? Son
prácticamente los mismos contrastes e interrogantes que afloraron de la
trilogía qatsi. Once Within a Time inicia con una referencia al cine en
su etapa más incipiente. Esta introducción me recuerda a Holy Motors (2012),
el tour da forcé realizado por Leos Carax quien, en su momento, se vio
intrigado por los cambios que provocó lo digital en la industria del cine y se
consultó cuál era el lugar del cine en su forma más tradicional en esa escena.
El resultado era la transformación, la alianza o complicidad de ambas
formalidades en favor del arte. Los autores de Once Within a Time, en su
lugar, observan el escenario de lo digital con cierta intriga. Este se representa
como un espacio diverso y creativo; sin embargo, no deja de manifestarse un
trasfondo decadente. Es como si estuviéramos ante un contexto steampunk.
Hay algo de enfermizo y hasta un signo de retroceso en ese territorio que se
figura como adronado y próspero. A propósito, ese resultado cinematográfico me
recuerda al cine de Guy Maddin y Bertrand Mandico. El choque entre lo moderno y
lo tradicional abre paso a una personalidad extravagante. Once Within a Time
es atractivo porque resulta una renovación en el cine de Godfrey Reggio, pero a
su vez asiste a sus mismas interpelaciones, las cuales evocan a una demanda existencial,
su preocupación ante una sociedad de conciencia infantil y frágil ante los malabares
del cambiante y excéntrico mundo digital.
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