martes, 9 de septiembre de 2025

TIFF: Oca (Discovery)

A propósito de un arzobispo llegando a una ciudad, un grupo de personajes migrará hacia ese punto de encuentro. Oca (2025), ópera prima de Karla Badillo, es una película de trayectos y desvíos, una excusa para reconocer a una comunidad diversa, aunque en un sentido contradictorio. Aquí tenemos a una monja, un grupo de feligreses, un militar y una esposa adinerada. Aparentemente, todos van hacia el mismo lugar, sin embargo, cada uno tiene una motivación diferente que, ciertamente, se alinea a sus búsquedas personales o hasta existenciales. Es decir, más allá de que estén ejecutando misiones encomendadas, estos personajes mediante esas definen su personalidad o rol dentro de ese escenario casi carnavalesco; y es que resulta un tanto confuso ver a individuos de naturalezas tan distintas interactuando. Por un lado, es lo que suele pasar en un viaje por carretera: te encuentras con lo más cotidiano hasta lo más insólito. En esta road movie, personajes llegan del este, el oeste, a pie, en ruedas o incluso por aire. Pero, por otro lado, todos estos mismos personajes para su desconocimiento siempre han habitado dentro de una misma comunidad, el hecho es que siempre estuvieron separados por un vasto y poco transitado territorio árido, cada uno viviendo en su propia burbuja. He aquí una alegoría a las amplias brechas sociales o culturales siempre existentes en cualquier terreno.

Ahora, Oca se toma a pecho lo de alegoría. Esta película parece tener muchas personalidades, según con qué personaje estemos tratando, creándose una especie de Frankenstein, argumentalmente hablando. Entonces tenemos a la monja jugando a ser una suerte de “elegida de Dios” que me recuerda a la protagonista de Los ángeles del pecado (1943), de Robert Bresson, en donde la pureza y la soberbia se cofunden. Está un grupo de feligreses de definición costumbrista cargando en procesión una imagen cristiana, pero además cargando sus prejuicios e hipocresías. Un militar paracaidista sacado de un thriller de inclinaciones ideológicas. Y luego una especie de femme fatale cediendo a un instante de crisis moral. Simplemente, no sabemos a qué trama o género hacer caso. El asunto es que se genera un choque y ya de pronto todo resulta ser artificioso, más en un sentido inquietante. Es una ruptura de la lógica, y no solo porque somos testigos de una convivencia forzosa, sino también porque quedan varadas muchas interrogantes. Al margen de ciertos ruidos en el montaje, Karla Badillo resulta prometedora con esta fábula llena de derivas y sátiras como lo fueron las producciones de culto de Luis Buñuel. No hay duda de que Oca refiere mucho al cine del español al recordarnos películas como Nazarín (1959), Simón del desierto (1965) o la caminata incierta de los protagonistas de El discreto encanto de la burguesía (1972) que hasta el día de hoy resulta un acertijo.

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