Artículo publicado originalmente en Cinespacio
La transformación de los cuerpos, el desorden genético y la desviación tanto de la mente como de la integridad física, han sido desde un principio los puntos de partida de David Cronenberg; director que nunca ha observado como primera necesidad recrear películas de terror destinadas a un público espectador sediento únicamente del maquillaje brutal y grotesco. Tanto Scanners (1981) como La mosca (1986) –ambas películas fructíferas en el ámbito comercial –han sido en principio la referencia sobre la variación de lo humano en su versión defectuosa, víctima de su propia mano o creación, y que no halla más terror dentro de su historia, que su misma integridad convertida e imperfecta. Una historia de violencia (2005) y Promesas del Este (2007) fueron dos filmes distintos y que abrieron ligeramente una nueva brecha en las películas de Cronenberg. La violencia tomada como pilar temático, siendo el hombre uno de sus gestores naturales. Un comportamiento suyo innato e indesligable.
Un método peligroso (2011) es la primera película de época del director canadiense. Es, además, una historia basada en el retrato real de dos personajes fundamentales dentro del ámbito de la psicología: Carl Jung y Sigmund Freud. David Cronenberg, aparentemente, se encamina a un género distinto. Un tema que podría resultar el total abandono de las historias de personajes que juegan a ser científicos mientras van experimentando consigo mismo. Un método peligroso narra el drama de Carl Jung (Michael Fassbender), sobre la relación que entabla con una paciente suya, y luego colega, Sabina Spielren (Keira Knightley). Es también el (des)encuentro con Sigmund Freud (Viggo Mortensen), fundador y cabeza del psicoanálisis, y creador de una serie de – entonces –polémicos tratamientos basados en los principios de la neurosis y la sexualidad. Cronenberg, por un lado, describe una historia de amor y engaño, mientras que por otro, promueve la afrenta académica entre dos personajes que pasaron de la estima al resentimiento. Carl Jung se convierte del médico al amante de su paciente, como también pasa der ser pupilo al mayor antagonista de los postulados de su antiguo mentor. Lo cierto es que eso es lo menos interesante del filme.
Un método peligroso se basa en una historia trivializada para centrarse en un grupo de personajes que giran en torno a la sexualidad, sea resistiéndose o cediendo ante esta misma. David Cronenberg ajusta su discurso desde el psicoanálisis freudiano, aquel que citaba a la sexualidad cuando de efectos neuróticos se referían. Todos los personajes de este filme son ejemplos de la neurosis, comportamientos que responden a partir de sus miedos, frustraciones o deseos, los cuales fueron motivados por su convivencia íntima y social. Cronenberg ya antes había hurgado esta temática, aunque sin tecnicismos ni teorías clínicas. Crash (1996), un filme de corte erótico, manifestaba el lado perverso y fetichista de un grupo de sujetos obsesionados con el choque violento de los vehículos, el mismo que los elevaba al clímax, bien siendo testigos o siendo parte de la coalición. Cronenberg, en ese filme, no habla sobre los prejuicios ni mucho menos condena a sus personajes; aunque tampoco hace contrario. El director simplemente justifica este comportamiento a partir de su propio contexto. Un mundo sostenido por la tecnología –velocidad, destrucción, renovación –que ha provocado en el hombre impulsos tanáticos. Es el ejemplo de la neurosis; del hombre reaccionando o respondiendo desde su realidad o coyuntura.
Es desde esta línea cómo observamos a Jung reprimiendo sus deseos sexuales, los mismos que atentan contra su lazo matrimonial y sus principios terapéuticos. Freud, por su lado, fabrica inferencias sexuales frente a los comportamientos humanos, siendo más bien él mismo un personaje que no practica el acto sexual con frecuencia. Por otro lado, son los casos de Sabina Spielrein y Otto Gross (Vincent Cassel) los que se observan con mayor claridad dentro de esta teoría. Spielrein es víctima de una desviación sexual, una que la impulsa a disfrutar de la humillación, el golpe físico y otros efectos de subordinación, esto heredado del castigo patriarcal que ha sido sometida desde la infancia. Según Freud, esto es el goce a partir de la muerte, aquello que años después Jacques Lacan, otro psicoanalista, definirá como pulsión de muerte. Gross, sin embargo, asume la sexualidad como un efecto de satisfacción. Un sentimiento de liberación que –de igual forma que Spielrein –es respuesta a la crianza de su padre; una impositiva y constrictora. Un método peligroso define la represión, la liberación o la autodestrucción, desde la sexualidad. Un filme que justifica los síntomas neuróticos de sus personajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario