sábado, 3 de octubre de 2020

XI Festival Al Este: Ya no habrá noche (Competencia Itinerante)

A partir de grabaciones aéreas captadas por distintos helicópteros de guerra, Eleonore Weber nos ayuda a comprender los conflictos que implica la compleja y alarmante tarea de los pilotos que operan en los territorios de Irak, Afganistán y Pakistán. Il n’y aura plus de nuit (2020) es un audaz documental que pone en cuestionamiento los difusos criterios a los que asisten estos ejecutores al momento de realizar un ataque aéreo. Para ello, la directora en un principio nos da por enterado el marco que implican esas grabaciones que iremos viendo. Se podría resumir que lo que vemos es lo que el piloto ve. Esto, en muchos casos, es una imagen dispuesta de un filtro que distorsiona la naturaleza del escenario a fin de iluminar los cuerpos cálidos en plena noche. Es decir, lo que observa el piloto es una imagen imprecisa de la realidad. A esto se suma que la imagen es un acercamiento virtual que en un plano real está muy fuera del alcance de su posición visual, y que esta misma carece de audio o de algún guía externo que pudiera complementar lo que se está viendo. Con ello es que se germina la siguiente interrogante: ¿Cómo es que desde ese deformado registro el piloto logra distinguir al enemigo del civil?

Il n’y aura plus de nuit pone en evidencia las sombras éticas que implica este oficio. Las vidas de personas inocentes están en riesgo cada que una nave extranjera los vigila a metros por encima de su cabeza, y las grabaciones lo prueban. Nada puede asegurar que un simple utensilio fotográfico, desde la pantalla del piloto, pueda ser diferenciado con un utensilio de guerra. En virtud de comprender más sobre la lógica de esta función, Weber decide relacionar dicha rutina con la de un espectador posicionándose frente a una película. Las grabaciones de los helicópteros no son nada más y nada menos que registros filmográficos, siendo los pilotos sus espectadores, aquellos que irán dando sentido a lo que ven, según sus propias perspectivas. No estamos tratando pues con una labor objetiva, sino subjetiva. Weber nos recuerda ese importante concepto en donde la imagen es una materia compleja, abstemia de un significado único, y mucha de su validez depende de la lectura que el espectador le otorgue. ¿Qué significa esto? Que la función principal de los pilotos es la de interpretar las imágenes distorsionadas que observa en su pantalla. Nuevamente, distorsionadas.
La directora hace una reflexión crítica sobre las dinámicas de la guerra. Hay un acto negligente encarnado en los procedimientos de estos ataques. De pronto, el objetivo del piloto es resultado de una interpretación cuestionable, una perspectiva que está en un limbo situado entre lo racional y el presentimiento. El piloto decidirá por el destino de una o varias personas atendiendo únicamente a sus conceptos. Son sus creencias las que concluyen quién es enemigo y quién no. Il n’y aura plus de nuit nos pone en conocimiento que previamente a esas consecuencias trágicas que se manifiestan en ese número de grabaciones acontece un juicio ideológico. Como buen espectador, el piloto interpreta la imagen en base a sus políticas, resentimientos o su propia identidad nacional. El punto ciego es evidente, muy a pesar, es un procedimiento que los extranjeros de dichas tierras han reglamentado, generando numerosos daños irreversibles. Eleonore Weber finaliza su documental creando nuevos registros, solo que esta vez los pilotos planean en los territorios de su propio bando. A varios metros de distancia, las siluetas de sus compatriotas son tan parecidas como las de sus enemigos. La imagen no discrimina, es el espectador.

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