martes, 7 de junio de 2022

XIII Festival Al Este: Gentle

Esta es una película sobre el desaliento ante la rutina. El conflicto de Edina (Eszter Csonka), una madura fisiculturista, no deviene ante la proximidad de la vejez. A propósito, estoy pensando en The Wrestler (2008), de Darren Aronofsky, en donde el agotamiento físico sí se convierte en un problema para un veterano luchador y además apasionado de su oficio. En su lugar, la protagonista de los directores Laszlo Csuja y Anna Nemes ha comenzado a percibir cierta postración ante el hábito de exigir a su cuerpo frente al peso metálico, asistir a una rigurosa dieta o ahogarse de ansiedad tras los bastidores de los concursos. No es tanto el cansancio de un cuerpo que ya no demanda como en su juventud. Se podría decir que ello es una excusa o síntoma que la propia naturaleza aflora a fin de anticiparle que el encanto de ese deporte, al menos para ella, ya no genera entusiasmo alguno. Gentle (2022) relata la historia de una mujer haciendo las cosas por hábito; es decir, sin percibir algún rastro de deseo en lo que emprende. Aquí estamos hablando que ni el honor más emblemático la persuade, tomando en cuenta que la fisicoculturista es aspirante y hasta favorita para el próximo Miss Olympia, escenario que reconoce a la mejor dentro del rubro. Es un reconocimiento mundial que quedará grabado en la historia. Pero, simplemente, ella ya no lo desea.

Lo que acontece no es una dejadez u obstrucción de sus roles, sino la continuidad de sus rutinas, obviamente, en un estado lánguido. Edina es como un autómata. Su rostro está poseído por la indiferencia. La rigidez de su cuerpo nada tiene que ver con la sumatoria de sus músculos. El problema viene de dentro, pero a la vez es provocado por todo lo que le rodea. De ahí la propuesta fotográfica de la película que define con dureza las sombras, un alto nivel de contraste, la frecuencia de escenarios crepusculares. Muy poco los acontecimientos se expresan a la luz del día o en exteriores. Hay algo de deprimente y hasta sórdido en el circuito de este oficio, pero no una sordidez que se extiende a un circuito criminal, sino que empuja a Edina y a su pareja, vieja gloria del fisicoculturismo, a emplear oficios extras indeseados para poder financiar los gastos de la primera. O sea, una razón más para que la deportista se desencante de su rutina. El hecho es que es gracias a esos desvíos que sucederá un cambio o revelación en el ánimo de la mujer, algo que ni los dolores corporales pudieron despertar en ella. Gentle, hasta cierto punto, tiene algo de melodrama, solo que obstaculizado por lo reprimido y luego por las circunstancias. Edina abraza internamente una pasión, la posibilidad de una vida que no exige para conseguir la gloria. Es una fantasía que conmueve.

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