domingo, 23 de enero de 2011

El escritor fantasma (o El escritor oculto)


La primera escena de El escritor fantasma nos muestra un auto abandonado dentro de una embarcación de transporte. Hay un pequeño cerco de policías y seguidamente el vehículo es retirado. La siguiente escena es la de un cuerpo sin vida revolcándose a orillas del mar. Ha ocurrido un asesinato, o al menos, eso es lo que nos quieren hacer pensar. En la siguiente escena dos sujetos charlan y hacen mención al recién fallecido. Uno de ellos afirma que no se ha esclarecido el origen del deceso, más este supone que fue por suicidio. Ahora, la pregunta para el espectador es la siguiente: ¿le vamos a creer a este individuo que apenas conocemos o vamos a continuar con nuestras sospechas? La respuesta es más que obvia.
Roman Polanski retorna a uno de sus géneros fuertes, el thriller. El escritor fantasma es la historia de un redactor que es contratado para continuar las memorias de un ex ministro británico, luego que su predecesor falleciera de forma repentina. Ewan McGregor interpreta impecablemente a este “fantasma”, un ser anónimo y sin nombre que un día es convencido por un allegado suyo para finalizar esta labor, la cual, el mismo escritor no encuentra motivo ni sentido que le inspire a llevar a cabo esta tarea. El personaje de McGregor es esquivo, se resiste, da objeciones, se niega a aceptar la tarea a pesar de recibir a cambio una fuerte suma de dinero. Finalmente acierta.
Sucedido esto, lo que ocurre con este personaje es lo que podría llamarse un “día de perros”: un viaje forzado esa misma noche para encontrarse con su nuevo jefe, un asalto y agresión por dos sujetos que lo seguían desde una moto, y el anuncio por televisión que su nuevo jefe es acusado de estar implicado en la tortura de cuatro terroristas a manos de la CIA. De pronto, lo que parecía ser una simple labor como redactor de memorias parece convertirse en una trama de terror. Es el cambio repentino de lo convencional a lo molesto, a lo sospechoso, a lo presuntamente implicado. No ha pasado ni una hora y la mala racha ha embaucado la vida de un simple escritor, ahora “fantasma” –debido a que nadie debe de enterarse que es él quien escribe las memorias del político –, de un posible culpable.
Polanski así va dejando rodar una madeja de lana colina abajo. El ser constructor de la biografía de Adam Lang (Pierce Brosnan) implica empaparse del pasado y presente del político, todo un historial con sospechas al aire, datos que no concuerdan, fechas asincrónicas, una muerte impune, una relación amical misteriosa, cada una de estas forman una cadena de evidencias, más ninguna resulta ser la prueba factible que exponga el rostro de la política oscura o la figura de un asesino. El rol del escritor, de pronto, es la de un detective, uno confiado y muy torpe, que husmea y sospecha de lo que va encontrando a su paso, como biógrafo oficial de un connotado político o por pura casualidad. De repente el apelativo de “fantasma” funciona para este escritor, grabando declaraciones que ninguno de la prensa podría adquirir, atravesando paredes o recintos que ninguna turba de manifestantes podría echar abajo. Lo paradójico es que este sujeto hace uno días era uno más.
Desde este aspecto, El fantasma escritor parece estar inmerso en un contexto hitchcockiano. La historia de un sujeto común y corriente de pronto, no solo se encuentra en medio de un asesinato sin resolver, sino, implícitamente, se ha implicado a una acusación política muy grave. El personaje de McGregor así podría pasar por el personaje de James Steward en La ventana indiscreta (1954) o el de Cary Grant en Intriga internacional (1959), cada uno de estos sujetos comunes, que de pronto fueron parte de un crimen. El mundo de Hitchcock florece más aún con ciertas escenas como la visita a un anciano testigo, el casual accidente de un segundo testigo, un vehículo negro y dos hombres sospechosos dentro de este, la persecución en una embarcación, el refugio en un hotel ubicada en una pequeña ciudad, una casa en medio de una isla usada como escondite. Polanski, al igual que Hitchcock, dilata los espacios y provoca nuevas sospechas haciendo supurar escenas de suspenso.
La banda sonora es tensa y pesada, los espacios son cerrados, son casas apartadas de la ciudad, cuartos reducidos, hay muchas escenas que pueden pasar como enfoques voyeristas evocando el estilo hitchcockiano. El Roman Polanski de hace décadas, dueño de grandes thrillers como Chinatown (1974) o El inquilino (1976), definitivamente no es el mismo que se presenta en El escritor fantasma. Este mundo parece estar más ligero del clásico cine noir – presente en Ruth Lang (Olivia Williams), la esposa del político, como la femme fatale –o las evidencias de un thriller psicológico, una vieja debilidad del director de origen polaco. Otro lado de la moneda para este filme es una interpretación más real, un lado más descaradamente político, sobre una gran semejanza al caso del ex ministro Tony Blair, la defensa Bush, una compañía de armas implicada en la guerra de Irak y los abusos contra prisioneros de guerra, pero eso se lo dejamos a los expertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parecio que la esposa del ex ministro era la que sabia del supuesto asesino y estaba de acuerdo con su ex profesor, es cierto?. Mivi