Artículo publicado originalmente en Cinespacio
Arnold Schwarzenegger is back porque desde Terminator 3 (2003) no se le había visto en algún otro protagónico principal, y no se confunda con sus apariciones fugaces en la serie Los indestructibles, donde tan solo aparece a modo de cameos, reciclando viejas frases del típico duro pegándola de vieja gloria, es decir, imitando los mismos trotes que hace 30 años realizaba sin trucos de cámara. El último desafío (2012) para Schwarzenegger es un retorno al cine de acción manteniendo su dignidad de “duro retirado”, aquello que actores como Sylvester Stallone o Steven Seagal pasan por alto, de que el espectador es consciente que las patadas o bombazos no reducen las arrugas o la edad. El director surcoreano Kim Ji-woon hace su debut en Hollywood con una película que centra su historia en un personaje veterano, uno que le pesa la edad y que no vacila en transmitirlo.
Arnold Schwarzenegger is back porque desde Terminator 3 (2003) no se le había visto en algún otro protagónico principal, y no se confunda con sus apariciones fugaces en la serie Los indestructibles, donde tan solo aparece a modo de cameos, reciclando viejas frases del típico duro pegándola de vieja gloria, es decir, imitando los mismos trotes que hace 30 años realizaba sin trucos de cámara. El último desafío (2012) para Schwarzenegger es un retorno al cine de acción manteniendo su dignidad de “duro retirado”, aquello que actores como Sylvester Stallone o Steven Seagal pasan por alto, de que el espectador es consciente que las patadas o bombazos no reducen las arrugas o la edad. El director surcoreano Kim Ji-woon hace su debut en Hollywood con una película que centra su historia en un personaje veterano, uno que le pesa la edad y que no vacila en transmitirlo.
Corea del Sur ha sido forjador de un gran cine a partir de este, aún, nuevo milenio. Es en dicho transcurso que ha nacido una nueva generación de directores, algunos apuntando a un cine con una estética personal (Kim Ki-duk, Lee Chang-dong), mientras que otros rumbo a un estilo más comercial (Bong Joon-ho, Hong Sang-soo). En este último se alinea Kim Ji-woon, director que ha rozado distintos géneros como el thriller, el terror o el western, todos bajo un estilo propio o, al menos, patentado por los directores de dicho país (hasta incluso del continente asiático), poseedores de un humor extraño y macabro, que para el idioma ajeno al contexto podría ser cercano al humor negro o excéntrico. El último desafío tiene mucho de eso. Kim Ji-woon le ha ofrecido a su filme una historia cómica, dentro de una situación dramática. No se confunda con la comedia dramática, pues en esta el drama se toma muy a pecho, sin embargo el código asiático dice “aquí no pasa nada”.
El sheriff Ray Owens (Arnold Schwarzenegger) luce al borde del retiro, muy a pesar esto no le impide tumbarse contra el enemigo para luego levantarse tomándose la espalda sin ninguna vergüenza. Esta es pues la mecánica de la dignidad. El envejecido policía es de armas tomar, un individuo digno de subestimar, porque aún dispara en el blanco y obsequia golpes con gran precisión. Lo anecdótico es que luego de realizar eso, antes que el espectador absorto se manifieste, él mismo se adelanta para decir que se “siente viejo”. Antes que se pronuncie alguna queja, nuestro protagonista se divierte de sí mismo, se burla o hasta se ridiculiza, y al espectador no le queda más que reírse y guardarse sus quejas. El último desafío tiene además otro grupillo de personajes tipo de orden asiático, los de espíritu bufonesco como el interpretado por Luis Guzmán, o los alocados como el sadomasoquista Johnny Knoxville, quien por cierto no tiene mucho protagónico como se esperaba.
Kim Ji-woon le da el toque de personalidad a su filme haciendo citado a los géneros acostumbrados en el cine surcoreano, tales como el cine de mafias, cambiando las asiáticas por las de narcotráfico mexicano. Está también el cine violento, el que se inclina más a un gore hilarante. Esta también el thriller, uno que por el contrario se maneja con seriedad, y es ahí donde el filme consigue tropiezos. Son en las escenas de drama serio o en las que interviene el personaje de John Bannister (Forest Whitaker), un agente del FBI, en que la película decrece su interés. De pronto el intento de crear piruetas de trama/drama son pisadas en falso, poco ingeniosas o inspiradas. El último desafío por último parece dejarse llevar por un mero exotismo, una costumbre que parece remarcar (tal vez inconscientemente) prototipos como el narco, el latino (¿Por qué Rodrigo Santoro?) o hasta el yankee. Esa escena de pelea tipo wrestling es sin duda lo más desconcertante en la película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario