domingo, 11 de agosto de 2013

17 Festival de Lima: César debe morir (Sección La Vuelta Al Mundo en 8 Días)

El día de ayer colaboramos con una reseña de la película italiana César debe morir en "Vértigo", suplemento encargado de cubrir el Festival de Lima. Esta es una versión ampliada de la publicada.

En la cárcel romana de Rebibbia, el director teatral Fabio Cavalli ha venido impulsando desde hace algunos años una serie de puestas en escenas a los interiores de esta prisión como parte de un programa de talleres dispuestos a los reos que cumplen sentencias que van desde penas cortas hasta cadenas perpetuas. César debe morir (2012), de los italianos Paolo y Vittorio Taviani, es una película ficticia basada en esta premisa real. Los directores de las laureadas Padre padrone (1977) y La noche de San Lorenzo (1982) realizan un filme que se asienta en una especie limbo narrativo. Protagonizada por actores profesionales, ex convictos y presos actualmente cumpliendo condena, los veteranos directores promueven una nueva lectura al “Julio César” de William Shakespeare, una que aspira a ser ficción y documental a la vez.
A grandes rasgos, César debe morir contempla los ensayos y el proceso de aprendizaje de los reos que juegan a ser emperadores, sucesores de un Imperio o cónsules asesinos, es decir, se dramatiza los previos al estreno teatral a celebrarse en el auditorio de la penitenciaría. Es a partir de lo indicado que se cumple un plano ficticio. En paralelo, los Taviani van apuntando a un lado más específico, es la mirada que congrega los testimonios de un grupo de personajes que van asimilando un texto a medida que reflexionan, que son presas del recuerdo o el rencor hacia sus compañeros o hacia ellos mismos. La obra de Shakespeare, a medida que se repasa en voz alta, va calando las mentes de estos condenados por asesinato, tráfico de drogas, crimen organizado y demás delitos que sin querer parecen refractarse en esta obra teatral canónica. Es entonces cuando el plano real se delata en el filme.

En el elenco de Fabio Cavalli existe más de un Bruto o un Casio. Reos que en un tiempo fallido fueron traidores, homicidas de compañeros de crimen, personajes reales que en el presente se retuercen por un acto perpetrado e irreversible, responsables de un episodio que hoy cumple castigo y que en un futuro será lección para la sociedad. César debe morir se confunde entre lo que dicta el guión teatral y lo que expone un parlamento original. Es así como ciertas líneas expresadas por los reos parecen funcionar en sus propios dramas sin faltar a las normas expresadas en la obra de Shakespeare. En más de una ocasión el espectador es testigo de cómo los actores en medio de la catarsis modifican su parlamento, uno que no ha sido efecto del olvido, sino una especie de terapia que expurga los demonios y manifiesta con propias palabras un sentimiento compartido.
No se sabe si por obra del propio Cavalli o los Taviani, dentro del argumento los presos siguen como indicación que sus líneas deberán ser pronunciadas mediante su propio dialecto (lombardo, toscano, napolitano). En otros términos, hay una motivación o una necesidad que lo expresado por estos reos sea de carácter auténtico, lo más veraz posible, aquello que no los desligue de sus propias tradiciones o procedimientos. Es por esto mismo que “el Marco Antonio de Rebibbia”, un condenado por crimen organizado, al momento de hacer discurso a los pobladores romanos sobre la traición contra el César, parece más bien evocar el código de honor sujeto en la mafia italiana. César debe morir es ante todo un drama carcelario en gran parte compuesto en escala de grises, momento en que lo irreal cobra significado en la vida de un grupo de condenados, pero para cuando todo toma color, la normalidad nuevamente los apresa.

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